Opinión

Cambios en el Ministerio de Cultura

Lee la columna de Edwin Cavello

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Desde la creación del Ministerio de Cultura han pasado 13 años, y jamás se ha podido elegir a un ministro decente para el cargo. Todos los que han asumido dicha cartera se han movido por intereses políticos propios, algunos han actuado rectando e incluso sirviendo como alfombras o empleados domésticos del presidente de turno. A la distancia, aunque parezca una broma, hemos tenido como ministros de Cultura a una dentista, actores de pacotilla, abogados del diablo, cantantes y otras especies que no dieron la talla para el cargo.

Lo anecdótico, es que el único que se atrevió a sacudir los cimientos de un ministerio infectado de malos hábitos y corrupción campeante, fue el exministro Ciro Gálvez, quien es recordado por bajar del avión rumbo a México a una sarta de caviares y trepadores, quienes por largos años se acostumbraron al sórdido sistema argollero con la finalidad de gastar las arcas del Estado en beneficio propio.  Por ese atrevimiento, Ciro Gálvez solo duró 69 días en el cargo.

Con la llegada de Dina Ercila Boluarte Zegarra a la presidencia del Perú, también retornaron al ministerio de Cultura personajes nefastos como Leslie Urteaga Peña, funcionaria que ya tenía denuncias e informes graves de Contraloría en su contra, y quien se hizo tristemente célebre, por aparecer en un video bailando con Richard Swing, después de haber negado que lo conocía. En eso se parecen Leslie y Dina, las dos saben mentir. Una dijo “Si al presidente lo vacan, yo me voy con el presidente”. Y la otra le dijo a la prensa que no conocía al amigo del expresidente Martín Vizcarra.

Después de 13 meses en el cargo, el gobierno de Dina Boluarte se debilitada y las alianzas políticas que la sostienen se van desvaneciendo. En medio de esto, una renovación de gabinete ocurrirá en unos días. Dentro de la lista de los que se irían, nuevamente aparece el nombre de la ministra Leslie Urteaga, responsable por crear una crisis en el Cusco tras la oscura adenda a favor de la empresa Joinnus de Credicorp, y de proponer la eliminación del Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA).

Pero no solo Leslie Urteaga tendría que dejar el MINCUL, junto a ella deberían desfilar 59 altos funcionarios que han creado una especie de red, y que la mayoría de ellos se encuentran instalados en la Dirección General de Patrimonio Arqueológico. ¡Ahí está el negocio!

(Columna publicada en Diario UNO)

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