Por: Raúl Villavicencio H.
Querida madre, te escribo ya desde el reducto que se me ha asignado defender, siendo consciente que tal vez no regrese a casa como te lo prometí, a pesar que me insistías que me quede contigo y mis hermanos, pero he escuchado el llamado de mi patria y me corresponde, como muchos otros de mi edad, salir a defenderla.
Tal vez pienses que soy muy joven, pero te recuerdo que ya va a ser un año que dejé los cortos y mi corazón guadalupano se retuerce de ira cuando veo venir del sur a los enemigos, arrasando todo a su paso, vejando a mis paisanas y robándose aquello que servía de ornamento y orgullo en cada una de las ciudades.
No llores madre si te pido un último favor. A mi hermano José le dejo mi colección de mariposas disecadas; a Griselda los cuentos e historietas, porque con ella parábamos discutiendo a quién le tocaba leer en las noches; a Hernandito le das mi carrito favorito, ese de madera que construí con papá hace unos meses. Y a ti, madre, te dejo mi mejor sonrisa, esas tardes de verano que nos íbamos con mis primos a Huachipa, donde casi me ahogo, pero mi tío Manuel, como buen chorrillano, me rescató de la corriente, ¿te acuerdas? Mi cordón de brigadier, mis solapas, mis pequeños poemas que escribía en la parte trasera de mi cuaderno de matemáticas. Ya hablé con papá antes de partir, a solas; él se sentirá orgulloso que su hijo mayor sea el encargado del tamborilete para orientar a los valerosos soldados que también lo van a dar todo por este pequeño pedazo de tierra que los libertadores quisieron arrebatar del yugo imperialista.
Le pedí a mi tío Benito que te haga presente esta última misiva, suplicándole que cuide de ustedes por mí. He escuchado rumores de saqueos cerca de Palacio. Dicen que los inmigrantes quieren aprovecharse del caos que viene reinando últimamente, robando casas y negocios deshabitados, aventándose como aves de carroña. Tengan mucho cuidado al salir, por favor. A veces me quedo mirando al mar mientras espero alguna nueva indicación de mi sargento, recordándolos a todos ustedes en los días donde todo era tranquilidad. Espero que mi esfuerzo sea recordado por generaciones, es lo único que pido.
Columna inspirada en un personaje real.