En medio de pugnas internas de poder, las pulgas saltan del perro. La renuncia forzada del escritor puneño Boris Espezúa como jefe institucional de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), produjo diversos comentarios en el circuito cultural. Uno de los motivos de la renuncia de Espezúa habría sido el escándalo del libro del Bicentenario, al cual le quitaron el texto de la introducción original escrito por la historiadora Carmen McEvoy, y le chantaron una chanfainita “escrito” por Dina Boluarte y su Pinky Leslie Urteaga.
Otra de las versiones es que a Espezúa le hicieron pisar el palito su propia gente de la biblioteca, debido a que existe el hambre de poder del llamado “extraterrestre” que desde hace un tiempo viene prendiendo velitas para convertirse en jefe de la Biblioteca Nacional, es decir, en un soldado de la burocracia. Pero la realidad es que la gestión de Boris Espezúa fue calamitosa, convirtiendo a la BNP en el Rincón del Vago, donde solo se contrata a la recua mediocre que no le preocupa trabajar bajo el oscuro Gobierno de Dina Boluarte. La calle esta dura y se excusan diciendo que tienen hambre.
Tras la salida de Espezúa, Paul Pajuelo de la Asociación de Bibliotecólogos de Perú señaló: “Como gremio bibliotecario representativo en el país siempre dijimos que estos improvisados y advenedizos que desconocen la bibliotecología hacen mucho daño a la BNP y al país con el desastre de gestión que realizan”. Por el momento la BNP no quedó acéfala, debido a que Pinky y Cerebro designaron como jefa interina a una nueva ignorante en el tema cultural, se trata de Ana Peña Cardoza, exfuncionaria de Indecopi. ¡Qué nivel!
Todo esto ocurrió previo a la clausura de la Feria Internacional del Libro de Lima, que finaliza mañana martes 06 de agosto. Si bien la FIL no ha tenido grandes invitados internacionales, los días feriados y los fines de semana hubo gran afluencia de público, esto ayudó a las ventas. Además, el Ministerio de Cultura con su stand La Independiente, dio trabajo a personajes que marchan y protestan contra el gobierno de Dina Boluarte, pero se les vio trabajando felices y sin protestar en los stands del gobierno.
Esperemos que la Cámara Peruana del Libro el próximo año limpie los baños, e invite a un par de premios Nobel de Literatura.