Cultura

Bienal de Venecia: La demagogia del arte peruano contemporáneo

Lee la columna de Ricardo Terrones.

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Hablar del arte peruano es contemplar a una de las potencias culturales y artísticas más importantes del mundo. Brotaron prolíferos artistas, maestros creativos de innovación universal que hicieron trascender a este vasto territorio, hoy llamado Perú. Demostraron con su legado al mundo, el progreso de una sublime intelectualidad, como: Toquepala, Lauricocha hace 7,000 años, Basilio de Santa Cruz Pumacallao 1635, fundador de la escuela cusqueña.

Entre otros representantes figuran José Sabogal, ensayista y promotor del movimiento indigenista. Julia Codesido, Ignacio Merino, José María Arguedas, César Vallejo y Tilsa Tsuchiya, entrre otros.  Tal es así, que en su espacio y tiempo histórico, han llevado a sitiar un posicionamiento latinoamericano de investigación, en cuanto a su legado del conocimiento científico cultural, nos han dejado para la contemporaneidad conceptos y teorías de la cosmovisión del mundo del arte. Investigación que servirá para el desarrollo y bienestar de la humanidad del siglo XXI.

A luz de los hechos, direccionamos nuestra mirada en unos de los epicentros más importantes de las bienales del mundo (La bienal de Venecia 2022), en dicho evento se ha deshonrado y humillado la imagen cultural artística de nuestro país. Ante tal evento de envergadura, el Ministerio de Cultura en su mediocridad de gestión a cargo de Alejandro Salas, lamentablemente no tomó medidas ante los hechos ocurridos, de tal manera nos han impuesto la participación de un personaje ególatra y narcisista.

Un personaje que no necesitamos mencionarlo, rodeado por una corte de adulones y tiranos que conforman un Patronato Cultural del Perú, ellos son: Armando Andrade, Alfredo Barreda, Alberto Rebaza y José Orrego. Son estos los seudos conocedores de arte, viven a espaldas de la realidad del circuito cultural artístico de hoy. No les interesa la apuesta por el progreso y desarrollo del bienestar de nuestro país como potencia cultural y artística que somos. Prima sus intereses egoístas y degradantes. Frustran a la nueva generación de artistas que pueden determinar un rol mucho más trascendental en eventos de esta magnitud de importancia mundial.

Por otro lado, vemos a un seudo intelectual como Jorge Villacorta con una apabullante demagogia de filosófica barata, desfasado a los hechos del contexto contemporáneo de la realidad de la nueva generación de los jóvenes artistas peruanos. Villacorta esta metido siempre en la argolla de la tiranía de los caviares, personajes que pululan como sanguijuelas en el Ministerio de Cultura.

Hoy, ese personaje nefasto es el hazmerreir de la comunidad artística. Por ser parte y defensor de un personaje mediocre en la Bienal de Venecia de este año 2022. Esto ha generado en las redes sociales el repudio por el proyecto “La paz es una promesa corrosiva” puesta en escena por un conjunto de papeles, disque obras de arte, una frivolidad deshumanizante, ante la mirada reflexiva de la sociedad artística del medio nacional.

Tal es así, que en el libro ¡Crear o Morir! escrito por Andrés Oppenheimer, manifiesta a uno de los grandes gurús de investigación científica y tecnológica sobre la innovación creativa, Vivek Wadhwa, quien enfatiza que los países latinoamericanos como Perú, tienen una enorme potencialidad creativa. Solo basta recordar lo que fue la metrópolis del legado artístico del imperio Inca. Irónicamente contrario a lo que nos representa hoy en día.

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