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¡CARAJO! BETO ORTIZ ES LA PAISANA JACINTA

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Fotomontaje: Edgard Cooper.

 

I

Los que pensamos que detrás de la Paisana Jacinta estaba JB, el imitador, nos equivocamos de cuajo y de cabo a rabo, caímos en la trampa publicitaria, pues siempre se trató de B. Ortiz Pajuelo, el sachaperiodista que se abortó a sí mismo y que menstruó y sangró a base de betarragas y de los chismes y “sabiduría” sacada del Manual del pendejo, los libros de Magaly Medina, Yesabella, la Baigorria y demás etcéteras. Y, como nadie se ha dado cuenta aún, porque para eso es necesario ser “cultito”*, La Paisana Jacinta es un extraordinario mockumentary (de moco, destilación nasal) en capítulos y por temporadas –una obra maestra a nivel del Emilio, de Rousseau; o de la Ética a Nicómaco, de Aristóteles– que habla de lo bien que se encuentra esta sociedad peruana y la tolerancia en todos los estratos sociales, a nivel de relleno sanitario: los chancheros del fundo Oquendo o los desagües de La Chira.

Y es que Beto Ortiz tiene espíritu de equilibrista de circo de barrio, un perfecto domador de pulgas, tragasables (o tragacualquiercosa) y autoventrílocuo que siempre se las arregla para dar sus pellizcos y sus mordidas a los “intelectuales” ¡!, esos seres despreciables que creen entender la eternidad en una sopa de letras o que tratan de negarle su capacidad multiorgásmica para orangutanear o hacer de l’enfant terrible o enfant gâté persiguiendo a pirañitas para llevarlos de shopping, a comer sushi o al spa de moda a cambio de… nada: pura filantropía y don de gentes; un mecenas, literalmente, con un niño dentro. (Nuestra capacidad para pensar mal está por los suelos y ya no hilvanamos una idea con otra, estamos al borde de la miseria argumentativa. Somos opas. Somos el Perú desbordado/sin rumbo de Matos Mar, las masas ortegaygassetianas a punto de caer en el abismo).

II

Ya, pues, Beto Ortiz, no nos creas tan cojudos. Canebo ya creció y los niños de la casa-hogar Generación ya son adultos, y, si mal no recordamos, tú ya estás en 46 años-luz, eres old man con complejos de babysitter, un viejo pajero que quiere pasar de púber. Y el Perú no son todos los lobotomizados que miran la televisión en señal abierta, tu señal (bien abierta, por cierto, y con rastros de Love-Lub e inclusión social). El Perú también está compuesto por los que no le perdonan su racismo otoñal a José de la Riva Agüero, quien decía que el indio vive en permanente estado de hostilidad y venganza, o los escupitajos de Alejandro Deustua cuando se refería al indio como una máquina incapaz de aprender nada y a la que había que someter sin compasión. Casi lo mismo cacumeaban nuestro pensadores de a sol Víctor Andrés Belaunde, Francisco García Calderón y el fascista Honorio Delgado. Y hasta Vallejo le daba con palo a los chinos en su crónica “La amenaza amarilla” (siquiera hubieras revisado eso antes de abrir la bocota o garrapatear cualquier cosa en los estercoleros de siempre); y Mariátegui, en sus 7 ensayos, expele por ratos su racismo y xenofobia contra los negros y los asiáticos. Y Julio Ramón Ribeyro no se queda atrás con sus cuentos “De color modesto” y “Alienación”, etc.

Pero no te creas péndex, Beto, a ti no te alcanza la sobaquina lectora (el “sobaquember” de los que leen por absorción), porque eres nice y usas perfumes Paco Rabanne o Giorgio Armani, y tu analfabetismo funcional es muestra directa dentro de las estadísticas desastrosas de la prueba PISA, y los otros test que nos ubican al final de la coladera en comprensión-de-lo-que-se-lee. Y, de seguro, por eso confundes zopencamente a La Paisana Jacinta con Paco Yunque, porque, según tú: “Al que pida que se prohíba La paisana Jacinta habría que recordarle que Paco Yunque, de Vallejo, refuerza los estereotipos del cholito víctima”. Y después de tu criollada y flatulencia más halitosis prorracista quieres celebrar como buen palomilla de ventana: “Les recuerdo que Paco Yunque tampoco existe”. Y el que no existe eres tú, porque el pobrediablismo es un síntoma de haber perdido los signos vitales y haber entrado por inercia en el submundo del zombismo de George A. Romero.

Y, claro, cómo no, no es lo mismo La paisana Jacinta que Paco Yunque, como no es lo mismo tu-bér-cu-lo que ber-tu-cu-lo. La paisana Jacinta es uno de los peores bodrios y excremento puro y de exportación o autofagia como lo fueron Augusto Ferrando, los Cómicos Ambulantes, o todos los reality shows producidos y pujados en cuclillas por Laura Bozzo y por todos los broadcasters con cabeza de wáter. Y ni siquiera resiste un mínimo análisis, así que no vamos a perder el tiempo en verdades de perogrullo o en verdades que se ven sin rayos X y a contraluz, porque, como dicen las abuelas, algunos llevan escondida la corrupción en los calzoncillos.

III

Clemente Palma, alguna vez, negando la poesía mirífica de César Vallejo para una publicación en la revista Variedades (22/12/1917), le dijo: “en verdad (su texto) lo acredita a usted para el acordeón o la ocarina más que para la poesía». Quizás Beto Ortiz Pajuelo debería seguir tocando la trompeta o dándole al micrófono, y seguir masturbándose en público; por lo menos eso no le hace daño a nadie (o eso quieren hacernos creer), ya que este país es sadomasoquista y aprende a latigazos, y a muchos les da igual seguir pisando popó de perro. Todo sea por quitarle la careta a la Paisana Jacinta, o sea, a usted mismo; o sea, todos los racistas encubiertos que dirigen el tránsito cloacal de la información en nuestro país.

 

*http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/cultitos-beto-ortiz-noticia-1717591

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