Opinión

Belmont no necesita de padrinos ni de colgarse del saco de Trump o Bukele

Lea la columna de Rafael Romero.

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Por: Rafael Romero.

Debemos cuestionar el subdesarrollo mental de algunos, sean ciudadanos o políticos, que por estos días mencionan ser o se bautizan como el Trump o Bukele peruanos.

Esa clase de frases o clisés de campaña deben ser descartadas de plano por respeto al Perú milenario y cuna de una de las civilizaciones más portentosas del mundo, con peso específico e identidad cultural.

Por fortuna para los patriotas, connacionales y hermanos del Perú eso no ocurre en los predios del glorioso y místico Partido Cívico Obras porque el periodista y analista geopolítico Ricardo Belmont Cassinelli (RBC) no necesita de padrinos, tiene peso propio para ser presidente de la República y no necesita colgarse del saco de nadie.

Es un error de algunos, y peor si son candidatos, como en su momento ocurrió con Milei en Argentina, a quien el marketin y los grupos de poder lo convirtieron en un híbrido o un “star rock”, siendo evidente que al final de cuentas es un producto vacío que solo obedece a una coyuntura gaucha que no se puede exportar.

Por tanto, el elector peruano debe dejar el tutelaje mental foráneo, los padrinazgos postizos y cualquier imitación del marketing electoral.

Hoy, de 42 candidatos en Perú, es RBC el que tiene más trayectoria y mejor ejecutoria de vida, rebasando con su intelecto y personalidad a otros de los cinco continentes, hecho inmarcesible que debería llamar a un sano orgullo para cualquier compatriota de estas tierras plurinacionales, pluridiversas, pero que juntas hacen la identidad peruana tan valorada de cara al mundo.

De manera que, decimos que son hechos pétreos las fortalezas de Ricardo Belmont, porque nadie puede borrar de la historia que ha sido broadcaster; también es periodista desde inicios de los 70 del siglo pasado, registrado en el gremio de la prensa; promotor del deporte, especialmente del boxeo; gestor para Perú de más de 20 versiones de la Teletón, y de muchas iniciativas de ayuda humanitaria y social.

Encima ha sido dos veces alcalde de Lima, con obras ejecutadas que se mantienen funcionales, fuertes y vigorosas hasta el día de hoy; como también fue candidato a la presidencia en 1995, y ha sido a quien el fujimontesinismo le arrebató esa elección, y también fue congresista de la República.

Pero a esto se suma su filosofía, su método y su pedagogía, desarrollada sobre todo en los últimos tres lustros con maestría y doctrina, por lo que de llegar a Palacio de Gobierno el 2026, su gestión y administración gubernamental serán sin duda paradigma e inspiración en otras latitudes, por encima de los Milei, Trump o Bukele, pese a que toda comparación puede ser odiosa.

En suma, si a Ricardo si se le deja entrar a la cancha, tendrá tanto o más impacto como los presidentes mediáticos del mundo, pero marcará la diferencia en el sentido de que por el peso de su filosofía no se dejará mangonear por los intereses corporativos que abusan del débil.

Eso no ocurrirá en el caso de Belmont porque tiene un análisis claro del Perú y de los “hegemones” que crean injusticia y colonias a merced de sus intereses.

En consecuencia, para orgullo del Perú, RBC con su carisma y sello nacional no solo deberá gobernar con los mejores ciudadanos sino también tendrá que elevar la autoestima, la voluntad y el liderazgo de todos los peruanos, porque él no es calco ni copia, porque no necesita padrinos ni subirse al saco de otros políticos.

El Perú será grande por el esfuerzo y por el voto consciente de los propios peruanos, estén residiendo dentro del país o en el exterior.

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