Y se fue en el primer tiempo, cortesía de una lesión a la rodilla por parte de un jugador afrofrances, cuando CR7 no había deslumbrado ni por calentamiento. Eso desequilibró a Portugal en la final de hoy de la Eurocopa pero más que eso confirma una constante lamentable, la imposibilidad de ver en la cancha campeonar a los jugadores genios del siglo XXI. Una frustración a la que parece debemos ir acostumbrándonos.
Cristiano Ronaldo salió del verde llorando, lo mismo le ocurrió a Messi, saborear la derrota pero por enésima vez en una final hace apenas unas semanas atrás. La situación es lamentable, aquellos que son capaces de ganarlo todo, hacer goles solo imaginables en Supercampeones, y de repente ver a los mismos fracasar en su intento de la gloria del mundial o siquiera la versión de sus copas continentales es algo que duele. Porque duele pensar como sufre el hincha argentino, el hincha portugués, tener monstruos de la naturaleza, futbolistas que valen el PBI anual de dos países africano, que nacen cada cien años con una potencia casi divina fracasar intensamente por conseguir títulos con sus camisetas. El dolor es inenarrable en los protagonistas, la consciencia de saberse ganadores incompletos.
Hoy los héroes en la final de la Eurocopa fueron los arqueros de Portugal y Francia. Tal vez si CR7 hubiese permanecido más tiempo, si no se hubiese lesionado, pero igual Portugal ganó, pero a medias, con un sabor a incompleto. Acaso esta lesión no es la muestra clara de una maldición que cae sobre sus cabezas. Que no es lo mismo ganar una copa en la cancha que fuera de ella, viéndola angustiado desde la banca como pasó hoy con CR7. Que los laureles de la gloria le son apartadas en las puertas del cielo, ya es sospechoso.
Mano negra de una maldición gitana o el inconsciente de no creérsela a la hora de la verdad. Messi fallando un penal claro y CR7 yéndose apenas comenzar una final. No sé qué es peor, perderla con tu equipo o ganarla sin él. Quienes parecen ganarlo todo para sus clubes parecen realmente no poder ganar nada para sus selecciones nacionales. Y ahí vemos su humanidad, a Messi con sus náuseas, a Cristiano con su llanto. Son solo hombres como nosotros, conocen el fracaso y muerden el polvo, solo que los vemos en pantalla gigante, retratados cruelmente en memes, y que llenan primeras planas de cólera. Porque si algo hay que al hombre común le intriga más que cualquier metafísica postmoderna es el hecho de que el genio falle. Kasparov fallo ante una computadora de IBM y perdió su invicto en el ajedrez mundial, Napoleón y Hitler venían de ganar Europa y la perdieron apenas invadieron Rusia en invierno, hoy nos toca ver a Messi y CR7, los dioses del deporte global fallar y caer como Lucifer desde lo más alto a lo más bajo.