Opinión

Bajo el volcán, de Damian Kocur (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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O cómo en las vidas de la clase media-alta hasta los volcanes son tibios. Un punto, indudablemente a favor pero que se agotó de tanto usarlo, o mejor, de despilfarrarlo, fue el uso del poder del registro documental, o una buena imitación, o una razonablemente aceptable aproximación a ese método o forma del cine (o al menos el look). La famosa espontaneidad, credibilidad, lo intempestivo, lo inestable, lo imprevisible del momento y etc. Que puede aportar. Y mucho. Pero tiene un límite. Pero no alcanza a menos que te involucres más en las interioridades de los personajes que propones o en el examen de una situación histórica y política determinada. Pero no alcanza si tu idea es, o tiende a ser, oportunista y superficial.

Bajo el volcán apela a una visión de la familia promedio típicamente estandarizada en su inconsciencia, rerpresentando un cierto modelo de inocencia, o de ingenuidad, que aburre, incluso si es verdadero: la idea de que todos somos víctimas de la Historia. Las bonitas vacaciones de una familia ucraniana en España, se vuelven súbitamente forzosas, debido al estallido, de la guerra; veo el retrato de los clasemedieros de siempre que siempre (o casi) van a caer parados y con dramas francamente risibles frente a la magnitud brutal de lo que sucede a otras personas en un mundo más real que el de la familia retratada. Se procura la ecuación crisis de una familia igual crisis de todo un país y viceversa. De nuevo: sí, es verdad, pero una verdad resabida, ya sin sabor.

El subplot de la hija no especialmente delgada, interesada en grabar imágenes de chicas atractivas que se ven por ahí, y hasta de seguirlas un poquito, al menos hubiera podido llevar consigo a algo más que esta militancia zombi correctísima en los clichés, tan rentables en los mercados; pudo ser un giro significativo que, alejándose de la obviedad de la idea principal hubiese quizá terminado fortaleciendo el conjunto incluso al contradecirlo, pero queda ahí, como varias cosas más en esta película, con los hilos elocuentemente colgando y casi mirándote mientras se balancean.

Esta película, con sus volteretas dentro de su propia burbuja, se pierde, creo que no voluntariamente, y tampoco muy productivamente -y debo decir en este punto que existen mejores maneras de perderse-. Película conformista bastante limitada en sus miras que si bucea, es como si lo hiciera en una piscina de juguete.

(Película proyectada en el 16 Festival Internacional de Cine Al Este)

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