Esta es mi bandera: “SALVO EL AMOR, TODO ES ILUSIÓN”. Ayer hice mi recorrido por las iglesias, solo 5 de 7. Lo hice entre el rumor de las noticias zumbando en los auriculares: tensiones en la península de Korea, los rusos y el padre de todas las bombas, el huaico de Odebrecht sepultando a otro expresidente, la violación de una chica grabada en video y subida a la internet, el drama de muchos peruanos convertidos de la noche a la mañana en ciudadanos sin techo.
Y entre noticias calamitosas y el fantasma del terror atómico me moví con mi ramo entre el pan de oro de las iglesias, el aroma a incienso, la devoción sincera de todo un pueblo, de iglesias abarrotadas, llenas de gente, muchos jóvenes, muchas mujeres, muchos niños, mucho Perú, todo el palpitar del pueblo que Cree. Los problemas son grandes pero la fe es inmensa. El mañana no ha muerto para mi gente. Porque ya lo dijo Cortazar, aún hay “espacio para la esperanza”.
En las iglesias bajo techos abovedados y el clamor de cirios resplandecientes en los rincones más oscuros, las plegarias se repetían cada segundo multiplicado por mil. Comienzas a rezar con todos ellos y te sientes integrar algo más grande que ti mismo, la escenografía barroca que ofrece hacerlo en estos templos virreinales trasciende el ruego a un punto más alto, una experiencia comunitaria y entonces la preocupación se va desvaneciendo y la esperanza se hace algo más concreto, menos abstracto, casi puedes tocarla mientras percibes moverse a Dios por entre toda esa gente hermanada en una misma oración.
Por un momento me sentí integrante del Gran Teatro del Mundo, o habitando un cuadro de Murillo, era la experiencia estética cristiana, de estar trascendiendo la individualidad, la soledad y fundirte en algo indescriptible, por un instante me sentí ARTE. Y todos allí orando, con un millón de problemas en los labios, pero orando, al borde del precipicio de la paciencia, apretujados y con calor, orando, al borde del desahucio pero orando, apretados pero nunca ahorcados, orando, ¡siempre orando!
Borges decía que Chesterton y Kafka soñaron grandes pesadillas, pero a diferencia del célebre judío de Praga, Chesterton supo despertar de la pesadilla gracias a su fe. En uno el mundo es una trampa con amargo final, en el otro es una ilusión que se desvanece cuando despertamos. Yo prefiero a este último que encuentra respuesta al problema humano de existir, que niega que nos andemos la vida angustiados temiendo ser un error del azar, condenados a la nada.
Y es cierto que nos preocupamos y mucho, porque es verdad que seguramente no iremos a un mundial en siglos, que tenemos la mejor gastronomía del mundo pero no la suficiente plata para ir los domingos a comer al Tanta o a Madamme Tussan, que nuestro pronóstico de crecimiento anual de PBI está cayendo, que el pan y el pollo subirán, y los problemas no hacen más que aumentar, y sin embargo todo eso, la esperanza sigue ahí terca, y si en un momento parece que la matan, esta como Cristo en modo Terminator cuando nos dice “¡volveré!” y acaba resucitando, porque los males, nuestros problemas nos quedan tan grandes que si la midiésemos serian talla L pero la fe es EXTRA LARGE. Porque creer, como rezar y amar jamás son actos en vano. El amor es como las palabras, no se tocan, y nada hay más real que amar.
Las noticias anuncian la llegada de un portaviones nuclear a la península de Korea, este Domingo Korea del Norte iniciara su ensayo final atómico en el mar del Japón, Rusia está afilando los dientes, China moviliza sus divisiones acorazadas, los muertos desfilan en el panteón de las victimas del chavismo en Venezuela, hay niños que van al colegio sin zapatos en el norte y parece que no hay ni ha habido ni un solo presidente decente en toda nuestra historia, y sin embargo la esperanza continua, seguimos andando.
Ante este tipo de noticias yo hubiera respondido metiéndome un frasco entero de clonas a la boca acompañadas de una lata de Red Bull con pizcas de cocaína cortadas con Metadona, pero ahora no importa que tan Dark se ponga el mundo, tengo esperanza, porque así se aviste una nube en forma de hongo en el horizonte, no es el fin del mundo mientras sigamos amando, porque el mal se devora asimismo y siempre habrá espacio suficiente para la esperanza.
Como dijo el católico J.R.R. Tolkien “sobre todas las sombras cabalga el sol”. Y hoy que me no he dormido nada, de regreso a casa he visto a través de la ventana empañada de la combi en movimiento un amanecer que contenía cual Aleph todos los amaneceres del tiempo, y sobrecogido en la contemplación de una bola de oro entre nubes de plomo he sentido en ésta la sonrisa de Dios que me dice “no te preocupes de nada, my friend”. Y yo te creo, querido papá.