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ATU y el Metropolitano: 15 años de promesas incumplidas
La ATU ha convertido la modernización del Metropolitano en una promesa eternamente postergada. Ahora, su presidente David Hernández vuelve a anunciar avances, mientras los usuarios siguen padeciendo a diario un servicio caro, colapsado, restringido en buses, y cada vez más deplorable e indigno.
A quince años de su puesta en funcionamiento, el Metropolitano —el sistema de buses de tránsito rápido que alguna vez simbolizó modernidad en Lima— continúa circulando con una flota envejecida, desbordada y deteriorada. Ahora, el presidente de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), David Augusto Hernández Salazar, ha anunciado una esperada renovación: nuevos buses operativos para el 2026.
Una fecha que, aunque necesaria, suena más a postergación que a solución. Sin embargo, mientras los discursos se repiten, los usuarios siguen enfrentando a diario un servicio deteriorado, con buses antiguos, demoras constantes y estaciones colapsadas.
La renovación parece siempre estar en el horizonte, pero nunca llega. La ATU insiste en proyectar una imagen de avance y modernidad, cuando en realidad lo que predomina es la postergación embustera. Y mientras tanto, Lima paga el precio con un transporte público que se vuelve cada vez más insuficiente e indigno.
Lo cierto es que prometer para dentro de un año y medio, en un país donde la inestabilidad política y la lentitud burocrática son la norma, suena poco convincente. ¿Por qué se necesita una adenda contractual de cuatro meses y otros ocho para la llegada de buses? ¿Dónde quedó la previsión de una entidad que debería planificar con años de antelación?
El problema del transporte público en Lima es estructural, no administrativo. Las medidas paliativas —como el servicio Aerodirecto hacia el nuevo aeropuerto Jorge Chávez— no deben distraer de las reformas urgentes. Este nuevo servicio, todavía en fase de «marcha blanca», con horarios limitados y señalización deficiente, confirma que improvisar sigue siendo el modus operandi.
Peor aún es el estado de precariedad en que se encuentra el servicio del Metropolitano. Buses que fallan, rutas sobresaturadas, estaciones sin mantenimiento y, por supuesto, el eterno problema de la informalidad. Es por ello que resulta irónico escuchar a Hernández Salazar exigir “vehículos registrados y formales” para los taxis por aplicativo, cuando la ATU ni siquiera puede garantizar formalidad ni calidad en su propio sistema de transporte urbano.
Respecto al debate sobre estas plataformas, el discurso de la ATU es ambiguo. Por un lado, reconoce que el modelo tecnológico es positivo; por otro, busca encajonarlo en una normativa sin que exista una estrategia clara de implementación. Mientras tanto, miles de usuarios siguen expuestos a un servicio sin regulación efectiva y con vacíos legales evidentes.
Lima necesita un transporte digno, no más anuncios para 2026. La ciudadanía ya no quiere promesas, quiere resultados. Y los quiere ahora.