A raíz de un nuevo visionado de “Escape de Alcatraz”, estupenda cinta dirigida por Don Siegel y que cuenta la fascinante historia de los tres únicos hombres que lograron escapar de Alcatraz, la famosa prisión californiana de máxima seguridad, en 1962, y que está basada en la vida real del presidiario Frank Morris, me preguntaba por qué no había cine tan bueno en el Perú. Por cierto, Siegel dirigió también otros clásicos como “Harry el sucio” o “La invasión de los ladrones de cuerpos”. Salvo honrosas excepciones, los directores de cine peruano se han decantado por el llano y peligroso camino de lo efímero.
La última entrega de “Asu Mare: los amigos”, es una muestra de ello. No voy a hablar acá de esa película, pero de lo que sí quisiera hablar es de la falta de ambición al momento de pensar en una idea que luego se convertirá en una historia que, producto de esa ambición, se pueda convertir en un referente para una sociedad que necesita algo más que el ceviche, el pisco sour o el pollo a la brasa.
Nos faltan directores y guionistas que sean lo suficientemente leídos para entregarnos películas memorables. Nadie discute la calidad de la fotografía, de las tomas espectaculares, del empleo de drones, etc. Acá de lo que hablamos es de la necesidad urgente de contar buenas historias. Y las tenemos, por supuesto, y al alcance de un clic.
Basta revisar la historia del Perú de los últimos años para darse cuenta de la cantidad de material con que se cuenta para poder hacer buen cine: policiales, dramáticas, sociales, fantásticas, históricas.
Tenemos mucho por contar ¿Por qué entonces nuestra filmografía es tan pobre? La única respuesta que podemos ensayar es la pobreza de ambición, de lecturas e interés, porque recursos hay, y eso se puede ver en cintas tan buenas como “Willaq Pirca” o “Retablo”. Es momento de mirar entonces hacia atrás, hacia la historia, nuestra historia, para comenzar a retratarla. Basta de Asu Mare.
(Columna publicada en Diario Uno)
