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Así se presentó «El diluvio de Rosaura Albina» de Luis Fernando Cueto

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Luis Fernando Cueto. (Fotografías Karina Ríos)

Una de las novelas más destacas publicada recientemente ha sido El diluvio de Rosaura Albina del escritor Luis Fernando Cueto, publicado por el sello Santuario Editorial. El libro fue presentado el lunes 2 de febrero en el Centro Cultural España, en la mesa de presentación junto al autor estuvieron los escritores Juan Manuel Chávez y Karina Pacheco.

El editor del libro Víctor Ruíz, estuvo como moderador en esta noche emotiva. Una noche donde Luis Fernando Cueto nos envolvió con su pasión por la literatura.

Por su parte Juan Manuel Chávez hizo un amplio comentario sobre el libro señalando lo siguiente:

“Luis Fernando Cueto no solo escribe 600 páginas, sino que nos cuenta una historia de amor, una historia que nos remonta 25 a 30 años. Cuando revisé unas páginas del libro de Luis Fernando, encontré dos puentes, dos puentes que me llevan a mencionar lo siguiente: hay un punto de vista no realista, y esto es lo que lo hace verosímil el libro, y por otro lado su experimentación literaria.

Este es un libro complejo pero que esta revestida de una hermosa sencillez. A mí me sorprendió la riqueza del léxico de Luis Fernando Cueto. Luis Fernando hoy renueva el español peruano, y su renovación va por varias líneas y eso es saludable, porque los escritores no estamos solamente para captar con gran oído lo que escuchamos, sino también para buscar el atajo de inventarnos uno.

Luis Fernando logra tensar la narración, para mantenernos en ese hilo y avanzar ahí de puntitas, hasta descubrir que viene hacía el final. Este libro es excesivo y exuberante, y que bien que así sea.

Luis Fernando Cueto al medir varias décadas de Chimbote, nos entrega el marco de una ciudad, y mí eso me parece un logro destacable de un escritor, el intentar aprehender su ciudad y darle la vuelta a la misma y brindarnos una obra artística de altísima calidad y nos impone una urbe concreta refractada y representada en la ficción. Para mí este es un libro que seguirá siendo admirable y altamente disfrutable.”

Otra de las presentadoras fue la talentosa escritora cusqueña Karina Pacheco, quien elogió la gran obra de Luis Fernando Cueto.

“Es un placer haber leído la novela de Luis Fernando Cueto. Cuando uno lee un libro como éste, no solo es la cabeza la que se mete en la historia, sino también los sentimientos y los sentidos.

Cuando uno lee El diluvio de Rosaura Alvina, se da cuenta una novela como esta ha sido escrita por alguien que no solo maneja un lenguaje prodigioso, sino también se percibe detrás alguien que ha vivido intensamente. Esto lo hace además con un lenguaje poderoso, en momentos es un lenguaje barroco, lleno de una riqueza tan lograda en el manejo de imágenes y la evocación de olores. Uno puede sentirlos mientras lee, y eso genera una suerte de encantamiento.

Como mujer, puedo decir que me asombra la destreza y la mirada que ha tenido Luis Fernando para poder captar tan diversas voces, de tan diversas mujeres. Una polifonía de voces retratando a un mundo tan represivo que esta retratado en este primer medio siglo de Chimbote.”

Por su parte el autor Luis Fernando Cueto, nos habló de su obra y su proceso de creación.

“Hemos perdido cierta fe en la magia de la palabra, ahora hay mucha gente que miente y ya no creemos en la palabra como un medio para subvertirnos de la realidad, pero la palabra es siempre terca y está detrás de nosotros persiguiéndonos porque tiene siempre un encanto.

Una persona que escribe tiene siempre las historias en la cabeza que se van organizando, en mi caso se organizan solas sin que yo las invoque, pero llega el momento que tengo que sentarme a escribir y con lo único que cuento es con la palabra, y con esa palabra tenemos que inventar un mundo. Pero tenemos que previamente trasmutar una realidad.

Hay novelas escritas que parecen un parte policial y se venden, pero el poder de la palabra va más allá de eso. Para escribir tenemos que invocar a la palabra, de otra manera no se podría escribir literatura o hacer obras de arte con la palabra. A veces me preguntan por qué en el Perú no esta tan arraigado escribir con el realismo mágico como lo tienen en el Caribe o la literatura ficticia que tienen los escritores de Argentina o Uruguay, casi no se la respuesta, pero yo me atrevería a decir de que nosotros tenemos como un escudo para eso, porque nosotros tenemos una cultural muy antigua, ahora con el desmadre que estamos viviendo casi no nos damos cuenta de eso, pero nosotros tenemos miles de años de antigüedad.

Una persona como es mi caso que alguna vez leyó Dioses y hombres de Huarochirí, ya no tiene espacio en su mente, para que le vengan a inventar un mundo maravillo o ficticio que vaya más allá de la riqueza que yo tengo dentro, porque yo tengo una riqueza interior que me han donado mis mayores, y esa riqueza que yo tengo es lo que me ayuda a organizar en mi mente un imaginario una proyección de una nación.

Si tenemos un imaginario y nos proyectamos al futuro, eso se tiene que expresar a través de la palabra, el otro gran problema es que me pregunto casi a diario es por qué escribo así, porque tengo la obsesión de representar ese imaginario, y una respuesta que más se aproxima a ello es que yo no leo los libros, yo vivo los libros.

Quizá el cuento más remoto es Warma Kuyay, debí tener unos 7 u 8 años y leía Warma kuyay y yo me creía el niño ese que sentía las pulsiones sexuales ante la india justinacha, yo creía que era él, y le tenía cólera a Kuto. Ese tipo de relación intima que yo tengo con los libros, me ayudado mucho a organizar historias, pero también me ayudado a distraer de la realidad que me rodea. No es una realidad distinta sino también parecida a esta.

Yo recuerdo cuando era niño, mi abuela materna, una mujer quechuahablante, que tuvo que inventarse un idioma para insertar en la costa, me explicaba el mundo con su idioma, con sus mitos, con sus leyendas, en un lenguaje dulcísimo pudo insertar en mí una realidad que hasta ahora me acompaña. Esa es la riqueza creo de ser peruano, porque tenemos antigüedad, eso no lo tiene los colombianos ni lo argentinos ni los chilenos, es por eso que sin darnos cuenta ellos nos admiran, ellos quisieran tener la riqueza interior que tenemos nosotros, pero lo que tienen es una superficialidad, nosotros tenemos mucha espiritualidad y hay que explotarlo.”

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