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“Así cayó Castillo” el libro que relata cómo se maquinó el golpe de Estado

El relato de la noche del seis y la madrugada del siete de diciembre de 2022: la conspiración de Pedro Castillo, Aníbal Torres y Betssy Chávez.

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El Ministerio Público ha presentado una acusación contra los autores del golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022, solicitando que el expresidente Pedro Castillo sea condenado a 34 años de prisión y los exministros Betssy Chávez y Aníbal Torres a 25 y 15 años, respectivamente.

El ex premier Aníbal Torres continúa insistiendo en negar su participación a pesar del rol protagónico que tuvo en ese episodio que buscó destruir la democracia. En el libro “Así cayó Castillo” del periodista de investigación Umberto Jara, existe un pasaje en el cual se muestran las evidencias de la participación directa de Torres junto a Castillo y Chávez en el fallido golpe, acto por el cual la fiscalía solicita sean condenados por el delito de rebelión. Aquí el fragmento.

“El final de Pedro Castillo y su gobierno se inició al atardecer del 6 de diciembre de 2022 cuando miembros del Equipo Especial se reunieron con un hombre que tenía fluido acceso a Palacio de Gobierno y cuya misión era ingresar a Palacio de Gobierno llevando un mensaje.

Le información era que, al día siguiente, en el hemiciclo del Congreso, antes de iniciarse el debate sobre la vacancia presidencial, se presentaría un video grabado el 16 de mayo de 2022 en la oficina de Salatiel Marrufo, cuando el presidente visitó el ministerio de Vivienda. En esas imágenes aparecía Pedro Castillo, acompañado por el ministro Geiner Alvarado, recibiendo, de manos del propio Marrufo, una bolsa de papel de regalo cuyo contenido eran 100 mil soles por el pago de abril y mayo correspondientes al soborno que le entregaban mes a mes para que mantuviera en sus cargos a Alvarado y a Marrufo. Al hombre que ingresaría a Palacio de Gobierno le dijeron, además, que se habían grabado los billetes, todos de 200 soles, ninguno de menor denominación, y le describieron la vestimenta que usó Pedro Castillo la tarde de aquella visita al Ministerio de Vivienda.

La tarea del hombre que se reunió con los miembros del Equipo Especial era hacerle llegar esta información a Castillo, pero tenía que cerrar el mensaje con este contundente recado: su suerte está echada porque a las 3 de la tarde, antes de discutir la vacancia presidencial, esos videos serán presentados ante los congresistas y ante el país.

La noche del 6 de diciembre de 2022 fue crucial para modificar la historia del país. El mensajero ingresó a Palacio de Gobierno alrededor de las 20:00 horas. Esperó en la antesala del Despacho Presidencial a que concluyera la reunión en la que estaba ocupado Pedro Castillo. Cuando salieron sus interlocutores, en el umbral de la puerta apareció un hombre de total confianza del presidente, le dijo que Castillo estaba en una llamada. Entonces, el mensajero optó por darle la información al funcionario, quien, al escucharlo, quedó aturdido y nervioso e ingresó, de inmediato, al Despacho Presidencial. Como el mensajero no era ajeno al entorno, se quedó en el ambiente; se enteró de que el presidente mandó a llamar a la primera ministra, Betssy Chávez, y al jefe de asesores de la Presidencia del Consejo de Ministros, Aníbal Torres Vásquez, y cuando los vio ingresar presurosos a la oficina de Castillo, el mensajero salió de Palacio de Gobierno y envió una escueta frase vía WhatsApp: «Ya lo sabe».

Quedaba una pieza por mover en el tablero: el testimonio de Salatiel Marrufo. Este hombre, a las 9 de la mañana del 7 diciembre de 2022, se conectó de manera virtual desde una sala del penal Castro Castro y empezó a declarar ante la Comisión de Fiscalización del Congreso. Ante la pregunta del congresista Jorge Marticorena:¿Tiene pruebas objetivas, videos, audios, respecto a la entrega de dinero para el presidente Castillo?”, Salatiel Marrufo contestó:Tengo pruebas y las suficientes. Esas pruebas ya han sido entregadas al Ministerio Público y solicito que esa entidad haga entrega de esas pruebas en el momento en que ellos vean conveniente. Tampoco vengo a decir que soy moralista, he cometido un delito; me arrepiento por ello y pido perdón al país y a mi familia, y por eso es que estoy colaborando con toda la información. Reitero, tengo pruebas, las suficientes, que han sido entregadas al Ministerio Público”.

Torres junto a Castillo al ser detenido. Fingió ser su abogado para que no lo vinculen como coautor del golpe.

En Palacio de Gobierno, Pedro Castillo escuchó la frase: «audios y grabaciones entregadas al Ministerio Público» y se terminó de convencer de que la revelación del mensajero la noche anterior era verdadera: a las 3 de la tarde presentarían los videos en el Congreso. En ese instante, ¿cuántas dudas, cuántos temores, cuántas escenas habrán desfilado por su cabeza? Era extensa la lista de sus actos corruptos y eran varios, no solamente Salatiel Marrufo, los personajes de los que recibió dinero o acordó pactos corruptos. Eran tantos que cualquiera de ellos podría hablar o tener evidencias.

¿Tendría Bruno Pacheco un audio como había armado unos meses antes? ¿Tendría videos el expresidiario Zamir Villaverde convertido en lobista? ¿Acaso no había salido en la prensa la foto que se tomó con él en un pasillo de Palacio? ¿El empresario Abudayeh habría grabado la reunión que tuvieron? Entonces, ¿de nada sirvió destruir los registros de esas visitas? ¿Y habría un audio de las reuniones clandestinas con Los Niños en las que se acordaban sobornos? ¿Y si Fernández, el jefe de la Dini que se entregó a la Fiscalía, tuviese audios o videos?

Era una larga lista de personajes y episodios porque la corrupción empezó desde el primer día de gobierno y nunca hubo una pausa. Entonces, el oscuro profesor, que no tenía ni idea de cómo había llegado a ser presidente, se sintió acorralado y, con la conducta habitual del animal cercado, solo encontró el ataque como posible salida. Recibió el texto impreso del discurso que durante la madrugada había coordinado con Aníbal Torres y Betssy Chávez, se acomodó frente a las cámaras del canal estatal y anunció un absurdo golpe de Estado.

El hombre que llevó a Palacio el mensaje contaría después que el discurso del golpe fue preparado por el expremier Aníbal Torres Vásquez, el agresivo, iracundo defensor de Pedro Castillo. Este abogado y profesor universitario, que a los ochenta años tiró por la borda su trayectoria, niega rotundamente haber sido el autor del discurso golpista. Es su versión, acaso cobarde, que tropieza con una pregunta: los que estuvieron junto a Castillo desde la noche anterior y durante el anuncio del golpe fueron Aníbal Torres y la cuasi iletrada Betssy Chávez: ¿cuál de los dos habría podido escribir lo que esa mañana leyó Castillo?

El mensajero contaría, además, que Pedro Castillo les reconoció a Torres y a Chávez que, efectivamente, había recibido 100 mil soles; pero justificó el soborno afirmando que ese dinero se había destinado a solventar el traslado de gente de provincias para las marchas en apoyo del gobierno. Le creyeron, se quedaron a su lado, participaron en el golpe y cuando Castillo fue detenido, Aníbal Torres lo acompañó como su ocasional abogado defensor.

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