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Asesinos y merodeadores en Brasil 2014

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Robben

El fútbol es impredecible e incomprensible. A veces insoportable. Los octavos de final son una etapa del mundial donde no queda espacio para el entusiasmo o el romanticismo. Es el momento de mostrar temperamento y carácter. México perdiendo y Costa Rica ganando patentizaron que adolecen de ellos. Al menos en la cuota suficiente.

Holanda es un asesino que espera agazapado en un rincón del callejón. En un instante de descuido asalta por la espalda a su víctima y la deguella sin asco. De nada sirve envalentonarse al principio si se concluye entregando el cuerpo voluntariamente.
México lo hizo sufrir al extremo de hacerlo pensar en preparar las maletas. No fue sólo un apuro pasajero por cargar un marcador adverso, como ante Australia. Durante un largo período de tiempo sudaron una honesta sensación de angustia fatal. El error –grande y grave- de los aztecas radicó en defender el resultado a base de contragolpe. Tan iluso como pretender venderle el Empire State a King Kong.

Por encima de su arresto físico, prevaleció la determinación y sangre fría de los holandeses, guiados por la astucia estratégica de Van Gaal (no muchos entrenadores se atreven a introducir un cambio en el diseño táctico a los 8 minutos de iniciadas las acciones).

El gol del empate fue concebido y ejecutado con maestría. Huntelaar ni siquiera prueba rematar de cabeza a portería. Sabe, por su posición, que no tiene chance de causar daño alguno. En cambio baja el balón hacia atrás para la entrada de Sneijder, que totalmente libre de marca fusila a Ochoa. Una exhibición de solvencia. Un espectáculo aparte.
Grecia, por su lado, era una auténtica intriga para esta fase. Ya había demostrado en la Eurocopa del 2004 que sin jugar a nada era capaz de conquistar triunfos impensados. Los helénicos no son tipos de confiar, cogoteros futbolísticos. Parece que no matan una mosca, pero a la primera oportunidad le tuercen el pescuezo a quien se les ponga enfrente.

Junto a Costa Rica armaron un cotejo perfecto para la siesta después del almuerzo. Cualquier partido de la Copa Perú pudo ser más entretenido, con seguridad. Los dirigidos por José Luis Pinto cayeron en un mar de confusión e inoperancia. El asombroso mata gigantes de la rueda anterior estuvo a un tris de ser eliminado por un equipo mustio y merodeador.
La ronda de penales acabó siendo lo más brillante del encuentro. Destacable lo de Navas, que adivinó la intención de Gekas y lo venció en el mano a mano.

No da la impresión Costa Rica, tras su presentación de hoy, que tenga el aliento necesario para salir bien librado en cuartos frente al depredador anaranjado.

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