Asarpay es una novela que trata sobre la guerra interna donde el PCP-SL se enfrenta al estado y este se defiende de manera atroz. Todos están condenados, tanto los que están a favor de la guerra como los que se le oponen o se quieren declarar neutrales (médicos, por ejemplo). A esto se suma una maldición dictada por un brujo que, como un designio griego a lo Edipo Rey, cada uno irá a enfrentar su propio destino.
Así, Marfuz, el joven galeno del poblado El Litoral se ve inmerso en una profecía donde una hermosa mujer (Asarpay) lo arrastrará al fondo del abismo y la única opción que tendrá será acabar con ella. Pero Marfuz no lo acepta o incrédulo duda de todo. Y así pasan los años.
Mientras tanto, la niña se hace mujer y su pueblo es masacrado. Y en una especie de Síndrome de Estocolmo, Asarpay abraza la ideología de sus captores y forma una familia. A los años, Marfuz regresa al pueblo como médico nombrado y busca respuestas que no tardará en encontrar.
De esta forma, con una lectura lineal y sin cortapisas, el profesor Freddy Quillay Alfonzo ha sabido construir una novela que impacta y nos muestra los horrores de un enfrentamiento que nunca debió ocurrir. Es destacable también el manejo de la trama y conocimiento de lo que se cuenta.
Asarpay está dividida en diez capítulos que arranca con “San Andrés, Vaticinios” y concluye con “Marfuz: destino que se cumple” donde quizás lo más importante sea la cuestión testimonial y los diálogos que no siempre dicen lo exacto. Por ejemplo, lo que habla el agente policial: “¡Los hombres que dirigen ese movimiento son profesionales graduados en las mejores universidades del país! ¡Los que ejecutan las órdenes son solo fanáticos que han sido convencidos por ideales que jamás se cumplirán ni aquí ni en ninguna parte del mundo! ¡Pero los que dirigen, doctor Marfuz, son gente profesional como usted o yo, o mis colegas, gente que no aprieta el gatillo, pero que es más asesina que aquellos que lo aprietan!”. Y, sin embargo, ese mismo policía terminaría dirigiendo una carnicería.
Novela aleccionadora y necesaria contada de un solo brochazo y como dice su prologuista: Pedro Guillermo Farfán del Valle: “…una historia que todos esperamos no se vuelva a repetir nunca jamás en nuestro suelo peruano”.
(Columna publicada en Diario UNO)