Opinión

“As bestas” de Rodrigo Sorogoyen

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Creo que una de las mayores virtudes de As bestas (2022), si no es la mayor (y no es Peckinpah), pertenece a la estirpe del cine de Jean Renoir, me refiero de manera concreta al Renoir de esa obra maestra llamada La regla del juego (1939). Y me refiero a esa frase-clave —principio constructor— de aquella película, que lo ilumina todo, en todas direcciones, y que funciona a la perfección para explicar mucho de lo que es y de lo que muestra efectivamente As bestas: «lo más terrible es que cada quien tiene sus razones».

Llámalo perspectivismo, verdades relativas, la (difícil de aceptar) relatividad de las cosas humanas, la posición (que requiere trabajo inteligente) de tratar de entender al otro en sus propios términos… Orson Welles, en ese sentido, hablaría de darle a cada uno de sus personajes los mejores argumentos posibles para defenderse o explicarse.  

Los sueños de los personajes chocan frontalmente entre sí, lo cual da por resultado que los sueños en tensión se destruyen mutuamente. Qué poca distancia separa el paraíso del infierno. Al principio parece que (si asumimos con la mayor inocencia esa categorización) el lado bueno y el lado malo son distinguibles (como para que tomemos partido). Los extraños en el pueblo ‘pese a ser buenas personas’ distan de ser bienvenidos… Luego se verá que la cosa no era así de sencilla. En la película se exhibe, sin duda, una gran habilidad en la administración de la violencia contenida, reprimida, que surge más desnuda en ocasiones puntuales y cada vez de manera más explícita. Hasta el clímax (que tal vez no está donde uno pensaría).

Las imperfecciones pueden ubicarse fácilmente en la irresolución (en ocasiones chirriante) entre las necesidades tanto ‘ontológicas’ como mecánicas de un thriller —digamos al uso— versus el buceo psicológico, la valorización de cada personaje en el tablero de la puesta en escena, o en este caso la confrontación verbal explícita de ideas contrapuestas de las diferentes posiciones emocionales e intelectuales que asumen como ‘señas de identidad’ los distintos personajes.

En As bestas lo trágico no se explica del todo por un mal propio de la naturaleza humana, tampoco por la ignorancia, la pobreza y la frustración o el machismo. Es la pregunta: ¿Y qué hacer con las razones del otro? 

(Columna publicada en Diario Uno)

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