El Museo de Arte de San Marcos está presentando, hasta este 26 de Abril, Arte Iberoamericano Contemporáneo, una buena oportunidad para aproximarnos a las propuestas artísticas que se están generando fuera del país.
Debiera ser más específico e indicar los artistas que participan, porque el rótulo Arte Iberoamericano Contemporáneo es en extremo generoso. Se trata más de una justificación que de un hallazgo, nada extraño, otro desvarío del posmodernismo. Y es que las muestras colectivas producen cada vez más escepticismo en el espectador. Llegamos en busca de un discurso que emparente los trabajos de un grupo de artistas pero terminamos en la orfandad, saltando abismos, escondiendo criterios.
En este caso, no se trata de arte iberoamericano, esencialismo irreconciliable con las bases de lo contemporáneo. Sin embargo, es posible, escudados en un pensamiento moderno, encontrar artistas representantes de la plástica de un país, en función tal vez de la frecuencia con que ocupan espacios galerísticos, el interés que la prensa muestra por su trabajo o el valor de sus obras traducidas en sumas intraducibles, pero este no es el caso. Por ejemplo, de los 16 artistas peruanos que exponen, solo dos, Enrique Galdós Rivas y Luis Arias Vera, ostentan tales condiciones. Por otro lado 9 de los 21 países que conforman Iberoamérica, están presentes en la muestra, cinco de los cuales son “representados” por un único artista.
En resumen, Arte Iberoamericano Contemporáneo, producto del innegable esfuerzo del artista español Eduardo Mézquida es, tal como lo dice Elbia Álvarez, profesora de artes visuales de la Universidad de Salamanca, «(…) una exposición de cuadros de un grupo de artistas que viajan y exponen”. No hay más. Pese a todo vale la pena darse un salto, la curiosidad jamás mata al gato solo agudiza sus sentidos.