Como en el 2001. Nuevamente los ciudadanos argentinos se ven en la necesidad de salir a buscar un poco de alimentos y lo hacen a través del trueque. Debido a la crisis económica que viene atravesando el país del tango, agudizada por la pandemia del covid-19, muchos habitantes de escasos recursos salen a intercambiar prendas de vestir por alimentos o pañales para los infantes.
Esta práctica no es ajena para los argentinos, ya que el intercambio de bienes reapareció a principios del nuevo milenio, cuando Argentina venía pasando por una de sus crisis más agudas de su historia.
Como ocurrió en ese momento, las personas salen a las plazas y parques para ofrecer sus productos a muchas personas necesitadas, quienes no ven otra alternativa que intercambiar sus prendas y otros objetivos de valor por una bolsa de arroz o un paquete de lentejas, siendo esto el último recurso para llevar aunque sea un pan a sus casas.
“Las chicas, en general, cambian productos, ropa, calzado por mercadería. Muchas, por comida y alimentos no perecederos, que es lo que en este momento ellas necesitan para su hogar”, dice a EfeElizabeth Romero (48), quien administra el grupo de trueque “Fe y Esperanza”.
Ese grupo reúne a unas 150 mujeres que son madres solteras o no tienen trabajo y que se juntan en las afueras del Hospital Germani, en la localidad de Laferrere, en la provincia de Buenos Aires, para exponer sobre una manta en el suelo lo que tienen para cambiar.
“Llevan la comida para el día”, cuenta Romero, por eso los encuentros que hasta julio eran tres veces por semana subieron a cinco días por semana desde este agosto.
En los intercambios también intentan obtener efectivo por prendas de mayor valor para poder pagar los servicios o el transporte.
Se organizan a través de las redes sociales
La tecnología ha facilitado para que las personas se informen de nuevas ferias de intercambio. Ya sea por grupos de Facebook o Whatsapp, miles de ciudadanos coordinan los puntos de encuentro para intercambiar la mercadería en una esquina o en algún lugar céntrico de la ciudad.
También en el populoso cinturón urbano (conurbano) de Buenos Aires se organizan ferias comunitarias de cuatro o cinco cuadras de extensión. Al finalizar el día, para ayudar a quienes no han vendido nada, se intercambian los bienes o se hacen sorteos por dinero o mercadería.
Carola García, quien participa del grupo “La calesita vieja” en la localidad de Moreno, de más de diez mil miembros, al que muchas personas se suman de otras localidades, dijo a Efe que «hay mucha necesidad».
“Tiene que ver con la experiencia histórica”, dice Héctor «Toty» Flores, quien como parte del Movimiento de Trabajadores Desocupados en el municipio La Matanza, fundó la cooperativa La Juanita, donde en 2001 funcionó uno de los clubes de trueque, que se realizaban en galpones.
“Hace unos años habían empezado de nuevo las convocatorias a partir de redes sociales, donde se intercambiaba fundamentalmente ropa” y de manera directa, recuerda el hoy dirigente opositor, quien advierte que “en los últimos seis meses se ha masificado” y que lo que ha llamado la atención “es que ese intercambio es por comida fundamentalmente”.