Opinión

Apuntes de un tallerista

Lee la columna de Julio Barco

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Generalmente, la poesía de Vallejo me parece un material perfecto para introducirnos a varios temas poéticos. La vida, la muerte, la familia, el destino. Pero, ojo, no hay que intentar descifrarlo demasiado porque resulta un trabajo de eruditos. (¿Acaso alguien sabe con certeza el significado de Trilce?) Hoy en mi taller de poesía, en el colegio 1047, leí algunos de sus versos, como el dedicado a su hermano Miguel, o los Nueve Monstruos. De antemano, se trata de dos poemas de clima divergente: uno escrito en pleno furor juvenil, otro en un estado más reflexivo y humanista.  El furor juvenil y el compromiso de madurez. Tras con calma, con paciencia, como tiene que ser, degustando el sabor del lenguaje, y para que se comprenda, les pregunto:

     – ¿Qué tal les pareció?

     -Se trata de un poema de un lenguaje difícil –dice una de mis alumnas, la más atenta y de pluma diáfana-, no entiendo mucho, pero siento unas ganas de compartir su dolor… cuando dice, por ejemplo, “es el dolor dos veces”.

     Vallejo es un poeta complejo. Sin embargo, la emoción de su palabra nos corresponde, provoca diálogos internos.  El sentimiento sobrevive y estremece. Da testimonio de la complejidad de la poesía, pero también, en otros poemas, nos acerca más a lo familiar, a la casa, a los juegos infantiles, al diálogo interno. La poesía permite dialogar con la realidad, estimular una mirada más crítica, lúdica y plena. Ahí es cuando siento que se puede “usar” para entrar al tema poético de la familia. Abro la antología general de la poesía de la Libertad, Edición Extraordinario, colosal trabajo de Medina, y leo a Watanabe:

     -Mi familia no tiene médico / ni sacerdote ni visitas…

     Otro buen ejemplo para ingresar al mundo de la casa: los integrantes, la composición atómica y maternal. Watanabe nos presenta una mirada sobre el seno materno, sus carencias y matices. Sin embargo, usa un lenguaje coloquial, travieso.

     Y, esto me permite reflexionar que la poesía nos conecta no solo con su estética (o retórica especial) sino con la vida misma, con sus quehaceres, sus sentires y miradas. Veo la hora: aún hay tiempo para realizar un ejercicio sobre el tema.

    – ¿Alguna pregunta? Bien, ahora ustedes van a escribir un poema sobre un recuerdo familiar…

(Columna publicada en Diario UNO)

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