Política

APEC legislativo y la campaña del hidrógeno del embajador Carlos Vásquez

En medio de las investigaciones de la fiscalía por el presunto lobby a favor de la energías renovables, en el APEC legislativo el embajador Carlos Vásquez aprovechó el espacio para impulsar el hidrógeno como fuente de energía.

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Ayer se desarrolló el APEC legislativo, y uno de los aspectos más llamativos es el estímulo a un adicional energético como es el hidrógeno, no obstante, en el Congreso se habló poco de formas tradicionales de energía más estables o de nuestra potencialidad como país minero, donde Canadá es el segundo inversor en este rubro.

Desde temprano en la mañana un manifestante con polo de la selección peruana y una bandera peruana protestaba solo en la puerta del parlamento, bajo un sol de castigo. Mientras por dentro recibían a los invitados de las diversas embajadas de cooperación internacional, miembros de organizaciones internacionales, diplomáticos y prensa extranjera. Canadienses, estadounidenses, japoneses, coreanos, entre otros poblaron los pasillos del congreso en una reunión que aclaraba la misión de la actual cumbre de la APEC desde la perspectiva técnica y las repercusiones que tendrá en nuestras vidas.

El embajador Carlos Vásquez, presidente de las reuniones de Altos funcionarios del APEC 2024, señaló en su ponencia de ayer en el Congreso de la República, que el Perú como anfitrión del presente foro «propusimos tres prioridades: primero, el comercio y las inversiones, segundo, la digitalización y la innovación, y tercero el crecimiento sostenible para un desarrollo resiliente. En función de estas prioridades tuvimos que plantear los entregable, documentos técnico políticos donde se aterriza las propuestas de políticas públicas que negocian las economías APEC, en función de las prioridades planteadas por la economía anfitriona».

Es decir, prioridades propuestas pero vinculadas a los pilares del foro con miras a sus objetivos del 2040. El embajador destacó tres de ellas, dos que ya fueron aprobadas y que están vinculadas «a nuestra tercera prioridad, que es el crecimiento sostenible para un desarrollo resiliente, que es el uso de una línea de políticas para el uso del hidrógeno bajo en emisiones en la zona Asia Pacífico (…) Un entregable que ya fue aprobado en la reunión ministerial de energía que se llevó a cabo en el mes de agosto aquí en Lima. Y ese entregable contiene una serie de propuestas políticas publicas para armonizar certificaciones, estándares y regulaciones para esta nueva industria (…) Y hay otro pilar en este entregable que tiene que ver con el financiamiento de esta nueva industria, con los esquemas de financiamiento de esta industria y la necesidad de establecer un mercado al interior de las economías de Asia Pacífico para el desarrollo de la industria de hidrógeno que será una energía renovable adicional que se incorpora a las renovables existentes.  Porque uno de los objetivos de la APEC es que se doble hacia 2030 el porcentaje de energías renovables».

En este marco, lo mencionado por Vásquez nos lleva a pensar si esta apuesta por las renovables esta siendo motivada con inteligente prudencia o con desesperado fundamentalismo. En un contexto en que muchos países como EE.UU. han gastado millones en promover energías verdes, financiadas a través de subsidios extraídos del dinero de los contribuyentes en un afán de una transición energética cuyo alcance al año meta en países más desarrollados se viene posponiendo, hace pensar que este afán es contraintuitivo precisamente ahora que la política de EE.UU. se abre a un probable giro por una parte, mientras otras potencias como la India apuestan al carbón o China misma que apuesta a un modelo energético mixto, de energía verde pero sin renunciar a otras formas de energía más bien tradicionales.

Lo mencionado por Vásquez podría resultar peligroso para la soberanía energética en un contexto en que la conflictividad global aumenta. El relato en APEC da la impresión de vivir en 2010 en el tema energético, mientras el signo de los tiempos comienza a soplar en sentido contrario. Ayer prácticamente nadie habló de minería, de posibilidades de fomentar la inversión para la exploración de gas y petróleo en Perú, o en el campo minero, mercados donde Perú tiene evidentes riquezas, experiencia y hasta ventajas comparativas.

Estas cumbres son importantes pero dan la impresión de tener algo de concilio ecuménico en torno a un dogma cuasi religioso como es este sospechoso afán por meternos en nuestros ojos las energías verdes.

Quien sí habló de minería, aunque solo de pasada fue Andrew Ng, consejero de Asuntos Políticos y Públicos de la Embajada de Canadá, quien recordó que Canadá es el cuarto socio comercial de Perú y el segundo inversionista en el sector minero. Que, por cierto, este año se cumplen 80 años de relaciones diplomáticas entre Perú y Canadá, así como 15 años de la suscripción del TLC entre ambos países.

En fin, hay mucho todavía por hablar sobre nuestras auténticas fortalezas e inversiones seguras que promuevan nuestro desarrollo lejos de aventuras nematologicas.

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