Imagínate esta escena: Que estás caminando muy tranquilamente por la avenida La Colmena, hacia las escaleras de la universidad Federico Villareal, a comprar Lps de segunda mano o la grabación en casete de alguno de ellos; cuando de pronto la luz de los postes comienzan a oscilar, se baja la intensidad y de pronto aumenta para con las mismas apagarse y dejarte iluminado por los faros de los autos que comienzan a tocar sus claxóns para no atropellar a algún distraído. De pronto te das cuenta que todos cierran sus negocios, y los ambulantes cubren su mercancía con cartones o mantas. Y se retiran, porque pueden aparecer posibles choros o armarse un espontaneo saqueo. Los disqueros también guardan sus vinilos y casetes, y se van por si acaso. Y tú que querías ese casete recién salido de Delirios Krónicos o un casete pirateado de Stray Cats, te das cuenta que estás entre Colmena y Tacna, y que ojos entre las sombras te están marcando lo poco vendible que puedas llevar, para quitártelo. En esa situación no te quedaba más que largarte de ahí y dejar los casetes para otro día y regresar a casa a escuchar Radio Programas del Perú.
O imagínate esta otra: Mañana es la revisión de cuaderno del curso de matemática del tercer bimestre y tú recién abres el cuaderno y te das cuenta que sólo hiciste la primera tarea que dejaron cuando se iniciaron las clases en abril y ya estabas en agosto. No habías presentado cuaderno ni en el primer ni en el segundo bimestre. Y que por eso tenías sendos rojos en cada uno de esos periodos. Pero tú, esta vez, no querías jalar el bimestre y, muy mosca, le pediste a tu amigo más chancón que te prestara el cuaderno para ponerte al día sabiendo que él había resuelto las tareas sin equivocaciones. Claro que le tuviste que invitar un refresco que vendían en una especie de bolsitas, al que llamaban miki, y una especie de biscocho largo relleno de una mermelada roja que llamaban Zapatilla. Entonces al llegar del colegio almorzaste y te quedaste dormido toda la tarde. Habías calculado que te podías poner al día en un par de horas, pero justo cuando te vas a poner a escribir, de pronto se apagan todas las luces en la ciudad. Y desde tu ventana del tercer piso del edificio donde vives, comienzas a darte cuenta que en la ladera del cerro San Cristóbal, cientos de antorchas van formando la hoz y el martillo. ¡Maldito camarada Gonzalo! Por su culpa no ibas a ponerte al día porque no tenías para las velas, entonces resolviste meterte en tu cama para seguir jateando y no presentar, una vez más, el cuaderno de matemática.
O también que una noche estás parado en la esquina de tu barrio, esperanzado que aparezcan algunos de los vagos con quienes compartes tragos y veredas para hacer un ron con Coca Cola. En esa estás cuando de pronto ¡zazzzzz! La luz de las casas y postes se desvanecen y te quedas en medio de la noche oscura. Y al segundo escuchas una explosión a lo lejos ¡Boooommm! Y te dices ¡Carajo un atentado! Pero ha sido lejos, no importa, no me asusta. Pero ahí nomás escuchas otra explosión ¡Booommm! Esta vez más fuerte y te hace pensar que ha sido más cercana, quizás en el Ministerio de Trabajo de la avenida Salaverry. Y de ahí otra que se escucha más cercanaque pudo haber sido en el Centro Cívico.Yluego otra mucho más cercana ¡En la comisaría del Sexto! Y te dices: “Putasumadre, la siguiente será acá al frente en SEDAPAL”, la empresa del agua, que es caserita en dejarles bombas.Entonces no esperas más a nadie y te vas a tu casa corriendo mientras piensas: “A la mierda el ron con Coca Cola, yo me voy de aquí”.
¿Interesante, no? Bien, el martes pasado hubo un apagón el cual causó un montón de molestias a miles de personas porque afectó a veinte distritos de Lima y el Callao. Un apagón grande como los que se vivían en los ochenta, sólo que este fue en la mañana y abarcó parte de la tarde. Lo cual causó embotellamientos por la inoperatividad de los semáforos. La paralización de servicios bancarios y de instituciones de todo tipo porque no había sistema. Incluso hubo problemas con el internet y la telefonía celular. Sumado a esta molestia los veinticuatro grados de calor que calentaban más los ánimos. Muchos pensaron que SKYNET –de la película Terminator– estaba tomando posesión de las máquinas para lanzarlas contra nosotros los humanos.
Pero no, nada de esto fue así. Según las explicaciones de las autoridades y los técnicos el apagón se debió a que unas “bombardas” o unos “juegos pirotécnicos” afectaron la línea de transmisión eléctrica Santa Rosa – Chavarría en San Juan de Lurigancho. Desconocidos en un afán de no sabemos qué, lanzaron estos fuegos artificiales y dañaron la fibra óptica que monitorea la línea de transmisión de energía. (¡!) Y que está falla afectó la Central Térmica de Ventanilla (¡!) al otro lado de la ciudad. “Estas estaciones que generan 400 megavatios de energía interrumpieron los suministros de las subestaciones de Chillón y Zapallal, que cuentan con 500 megavatios, que originó que la capital se quede sin luz”, informó el diario La República el día de hoy.
Por lo que recuerdo, para que los petarderos del Sendero Luminoso nos dejen a oscuras se tenían que bajar a punta de anfo o dinamita las torres de alta tensión que provenían de la central eléctrica del Mantaro. Quizás soy tan tío que todo eso ya ha variado de manera radical y ahora han implementado otro sistema. Porque por ahí aún se ven torres de alta tensión forradas en sus bases con concreto y rodeadas de alambres de púas para que los gonzalistas no alcanzaran puntos débiles en los soportes y puedan colocar sus petardos. Los medios que informaban de estos atentados, hablaban de cientos de kilos de dinamita para poder tumbarse una de esas torres. Lo cual tenía como consecuencia que soportáramos los llamados “apagones totales”. Porque también había de los parciales.
Además se hablaba de la precisión que tenían los apagoneros rojos para dinamitar justo las torres indicadas que llevaban la electricidad hacia la capital. Incluso se hablaba de infiltrados en las empresas eléctricas o en las instituciones donde se tenía el registro exacto de cuál torre debían tumbar. Para que los que crecimos en esos años no pudiéramos comprar nuestro casete de Stray Cats, ponernos al día en Matemática, o tomar un roncito con los amigos.
Por eso cuando leí que el apagón de ayer se dio porque unos “desconocidos”, lanzaron “pirotecnia” que por “casualidad” cayeron justo en una línea “importante” en San Juan de Lurigancho y que de ahí afectó a la Central Térmica en Ventanilla, es decir a muchísimos kilómetros al otro lado de la ciudad, y que por ende veinte distritos no tuvieran suministro eléctrico, me digo con toda la experiencia que tengo –Y tenemos– en cuanto a apagones: Están ocultando algo realmente grave o nos quieren agarrar de cojudos haciéndonos creer semejante mentira. ¿Usted qué dice, Don Miguel Humberto Aguirre?