Ana Estrada ya no está más aprisionada en una habitación sin poder siquiera ponerse en pie para mirar a lo lejos el cielo, las nubes o las estrellas. Sus profundos ojos café solo pueden mirar fijamente al techo. Ella, entre sus inquietudes y ganas de poder volar, buscaba romper con el maleficio que la tenía encadenada, dar un salto furibundo y reincorporarse para comenzar a atravesar primero el umbral de su cuarto, luego la puerta de salida de su casa, así hasta llegar a las orillas de un extenso mar, desconocido y misterioso.
A los 12 años le detectaron polimiositis, una enfermedad incurable que causa degeneración muscular progresiva, eso no le impidió seguir adelante, fue a la universidad y ejerció su profesión. Sin embargo, en 2015 todo se complicó: los músculos de su garganta empezaron a fallar y le tuvieron que practicar una traqueotomía para que pueda respirar y una gastrostomía, para facilitar su alimentación.
“No quiero estar atada las 24 horas a una cama, ni soportar dolorosas úlceras en la piel, que se profundizan hasta ver los huesos y que supuran pus. Eso solo sería el comienzo de sendas infecciones, más medios invasivos y amputaciones y no moriré. Este infierno será eterno y mi mente estará totalmente lúcida para vivir cada dolor en una cama de hospital sola y queriendo morir”, explicó Ana en 2021.
Ella solo quería sentir en todo su cuerpo la brisa del mar, el golpe de las olas, el susurro de las piedras siendo arrastradas por el vaivén de la naturaleza. Todo eso solo lo podía encontrar reducidamente en una imagen, una grabación, o tal vez en una narración, pero ¿quién vive de anécdotas contadas por terceras personas? Ana solo pasaba sus días viendo cómo el tiempo transcurría sobre su piel, sin que ella tenga la posibilidad de movilizarse, pero esa monotonía solamente duro hasta ayer.
Ana Estrada falleció el último domingo, convirtiéndose en la primera mujer peruana en la historia en acceder al procedimiento de eutanasia, significando que finalmente la justicia peruana ha reconocido su derecho a tener una muerte digna.
El procedimiento médico se realizó conforme al “Plan y Protocolo de Muerte Digna” aplicable a Ana, que fue aprobado por el Seguro Social de Salud (EsSalud), luego de que el Poder Judicial emitiera una histórica sentencia a su favor, el 23 de febrero de 2021, la cual fue luego ratificada por la Corte Suprema el 14 y 27 de julio del 2022.
Josefina Miró Quesada, su abogada que la acompaño durante gran parte de su batalla legal, indicó que la activista por los Derechos Humanos falleció “bajo sus propios términos” y “conforme a su idea de dignidad”.