Por Edwin A. Vegas Gallo
La reciente visita de la presidenta Boluarte a la China, además de promocionar al “chifa con Kam Lu Wantán, acompañado de la bebida del ex “sabor nacional”, ahora con sabor gringo; ha servido para legalizar la comercialización y exportación de nuestros burros, animales satanizados con falta de inteligencia y que aún en este tiempo de la cuarta revolución industrial, nos sirven para las labores campesinas.
Lo cierto es, que entre el 2015 al 2017, en la Región Piura, se exacerbó el comercio de los piajenos, llegando a costar hasta mil soles cada uno, para ser sacrificados en camales de Trujillo y aprovechar su piel, orejas, rabo y falo, para la obtención del colágeno usado en la cosmética y como afrodisíaco, en la lejana y de pronto ya no tan lejana, con el mega puerto de Chancay, la República Popular de China.
En ese período, los burreros los cazaban en estado silvestre, en la península de Illescas, Bayóvar, disminuyendo la población, sin ningún control de la autoridad competente y ni que decir del aumento del abigeato por el precio promisorio de compra de aquella fauna burrera.
Inclusive hubo un comercio irregular de unos siete mil burros ecuatorianos, que entraron vía la frontera de Pilares, Lancones y Camarones rumbo a Trujillo para su sacrificio y posterior exportación.
Lo cierto es que esta “gran conquista presidencial”, en la China de Mao y ahora de Xi Jin Ping, ha removido el ecosistema burrero piurano y se espera que la piel del pollino, que ahora vale 30 soles, pronto llegue a los 400 soles y sea vendida en la China, solo la piel en 1000 dólares, aparte de las orejas, rabo y por supuesto el falo.
Encima el ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Ángel Manero señala “el negocio de los burros es pequeño, muy rentable, pero no es de interés nacional”.
Claro que no es de interés nacional, ya que no hay muchos burros para exportación y de seguro el negocio es manejado entre bambalinas.
Es menester dejar a las acémilas en paz y lo mejor mientras tanto, es amarrar bien a los burros, para que no se los roben y que sigan siendo los compañeros ideales de los campesinos piuranos en sus faenas diarias.