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Algunas anotaciones frente a la carretera central panamericana norte Mocupe Lambayeque

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(Algunas anotaciones sobre  Aladino José Santos Chocano Vida y obra de Luis Alberto Sánchez)

Pienso en la poesía y el coronavirus. Mientras la pandemia sigue en su cenit, y aquí aumenta el miedo a ser infectado y morir sin tener una camilla o un respirador, los teclados inundan las redes de reflexiones y propuestas poéticas. ¿Cómo afectó y afecta el coronavirus a la poesía del planeta? Hay muchas webs que actualmente abren sus espacios para brindar. Una es la web argentina Buenos Aires Poetry que abrió muchas de sus colecciones poéticas. Interesante también la colección de Vallejo&Company de poetas de todo el Orbe. Para mi mala suerte, esta pandemia me capturó en un viaje.

Desde Febrero emprendí un viaje por Trujillo, que luego siguió hasta Chiclayo, donde actualmente narro y de donde no puedo salir aún. Digo mala suerte, pues no puedo bajarme todos los pdfs que actualmente brotan en las redes y tengo internet a cuenta gotas. Yo por mi parte ya devoré la estupenda biografía dedicada a Chocano de la pluma de Luis Alberto Sánchez, Aladino Vida y obra de José Santos Chocano (casi 600 páginas) Este proyecto, en verdad épico, nos abre a un Santos Chocano interior, personaje de su propia vida, repleto de aventuras, tanto poéticas como también diplomáticas, de una persona avasallante para su tiempo, exageradísimo, y también conflictivo.

Para los de mi generación, él es un poeta que nadie sigue ni lee por su fama de creído, no obstante, este trabajo, narrado en clave periodística y repleto de detalles sobre el autor, los narradores de la época y sus producciones, nos abre la huella de un referente de la poesía nacional que reinó hasta –según LAS– 1925. Recordemos que para otras generaciones, como la de Valdelomar, fue un autor muy seguido y leído. No solo en el Perú, con autores como Gonzales Prada, o con poemas homenajes como los de Eguren(1), sino en el exterior donde, junto a Rubén Darío, empezaron la nueva estética del modernismo. Comentando internacionalmente por Unamuno, o Amado Nervo, celebrado. Aunque es muy curiosa la forma de asimilar el modernismo en Santos Chocano, ambos poetas comparten un deseo de revisitar las formas métricas, y ampliar los temas poético.

Está claro que Chocano era más lordbyariano, es decir, alguien que vive su arte, como una extensa aventura más; mientras que Rubén Darío era verlaniano, es decir, habitaba una esencia mística simbólica guiada por la bohemia y la trasgresión. Es evidente que la cruz de la indiferencia cae sobre su figura luego del asesinato que cometió. Muy curioso que LAS sea parte también de la historia del libro, pues, formó amistad de los jóvenes que criticaron al Cantor de América y cercano al joven asesinato. El Cantos de vida y esperanza de Rubén Darío sería el Alma América de Santos Chocano.

La escena memorable del siniestro es narrada por un ojo cercano y distante, pues LAS también recompone su propia bitácora de intelectual y su espacio en el Perú de entonces. Chocano participaba activamente de la vida política del país, aunque sin entender bien el fondo en el que se movía la oligarquía nacional y los militares; era ya conocida su fama de ser próximo a los dictadores, aunque igual por su papel internacional acababan de celebrarlo con los laureles de oro en la ciudad de Lima. Se iniciaban ya las revueltas ideológicas del aprismo y las de José Carlos Mariátegui. Era un Perú que despertaba a otras ideas no necesariamente dominantes a la sociedad de los adinerados. Chocano llegaba  de otra época, de sus andanzas en Centro América y El Caribe. Todo ello lo enfrenta a una juventud crítica con su entorno y lo lleva hasta el extremo de sus acciones: un disparo con el que mata a un joven estudiante. Por este acto, se destierra por Chile y pasa sus últimos años de vida intentando encontrar un tesoro que los jesuitas enterraron en la tierra de Gabriela Mistral.

Esta enorme biografía es un documento necesario para conocer la desaforada vida de un poeta a tiempo completo, aventurero  y profundamente creativo de las nuevas formas de poesía a nivel continental. Alguien que decía, “si no hay un camino yo me lo creo”. Esa actitud, esa energía para crear y hacer arte. Ese ritmo, como diría Juan Ramírez Ruiz. Yo, en suma creo que, mientras exista la poesía peruana, será estudiado, observado y necesitado como espejo generacional, y como paradigma de cierto poeta peruano que marcó un modo de ser y habitar el lenguaje y la realidad. Que siga la música. Y los virus poéticos.

(1)Sin olvidar que, Martín Adán, lo llama nuestro primer clásico en el tomo de su De lo barroco en el Perú.

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