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Alguien va a venir. Una genealogía católica de Jon Fosse: Nonni

En una región del mundo sin una tradición católica, ser católico significa orfandad.

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Toda persona es un misterio. El premio Nobel de literatura 2023, Jon Fosse es más de lo que se sospecha, es un católico sin ánimos de escandalizar. Un noruego culto que se refiere a Dios con naturalidad como lo hace un latinoamericano, es una extraña circunstancia en la secularizada Escandinavia, pero no siempre fue así, o no lo es de manera continua. El norte de Europa de árida tradición protestante, es una zona donde la semilla difícilmente da frutos, y sin embargo intermitentemente los ofrece.

Esta es una panorámica de la frontera polar, una saga sobre escritores y artistas católicos  nórdicos  que son un misterio para sus propios compatriotas. A continuación, una biografía sobre el islandés Jon Sveinsson.

Alguien va a venir

La infancia feliz de Jon Sveinsson, Nonni como le llama su madre, terminó con la temprana muerte por tifus de su padre Sveinn Þórarinsson en 1869. La viuda se quedó sola con la finca en quiebra y sus cuatro hijos (tres ya habían muerto antes por causas naturales como la polio, la tuberculosis o un resfriado mal curado). Los tiempos se volvieron extremadamente difíciles.

La situación empeoró tanto…

Nonni es el mayor de los hermanos, tiene trece años en 1870, cuando un noble francés se apareció por el campo y…

…que tuvo que renunciar a todos sus hijos

El extranjero había llegado a las pampas islandesas ofreciendo patrocinar a dos niños islandeses para que estudiaran. Uno de estos chicos era Nonni.

Todos los hijos fueron dados en adopción. Excepto Ármann, Manni como lo llamaba su mamá.

Catolicizar Islandia

Se que el verbo catolicizar no existe, pero si la realidad lo exige, se inventa.

El centro de esta historia empieza por su periferia, y la periferia de Escandinavia es Islandia. Perdida en el Ártico, esta isla volcánica ofrece más de lo que se espera.

Desde la Reforma protestante en el s.XVI, Islandia era como toda Escandinavia una zona sin presencia católica, incluso estaba prohibida penalmente, el celo protestante, así como el prejuicio anticatólico estaba muy arraigado, pero eso empezó a cambiar en el siglo XIX.

La Iglesia Católica estableció el 8 de diciembre de 1855 una jurisdicción bajo el nombre de Prefectura Apostólica del Polo Norte, que incluía a Islandia y a la que enviaron a dos misioneros franceses.

Con la aprobación de los superiores eclesiásticos y las autoridades islandesas, se había iniciado en 1870 un programa para permitir que los niños protestantes pobres de islandeses recibieran una educación superior. Esta oferta formaba parte de un plan para volver a catolicizar los países nórdicos (“Appell aux Missions boréales” le llamaron), por el que dos niños serían enviados de Islandia al continente. Los padres de los niños tenían que aceptar de antemano una posible conversión al catolicismo, así como una posible vocación al sacerdocio o incluso la incorporación a una orden religiosa de parte de sus hijos. Pero el hambre y la miseria de Islandia no daba opciones.

En esta situación, el jesuita francés Marie-Albéric de Foresta se ofreció a proporcionar al talentoso Jon, Nonni como lo llamaba su mamá, una buena educación en Francia. La madre de Nonni aceptó. Era eso o morirse de hambre.

Una familia rural

Jon Sveinsson descendía por línea materna de poetas, incluso un lejano antepasado suyo había sido un prelado luterano y traductor de la Biblia al islandés.

Nacido en el seno de una numerosa familia rural luterana, “Nonni” tuvo su primera educación en casa. Fue de su madre de quien aprendió a leer y escribir. Le interesaban los libros de viajes y aventuras, tal vez soñando con escapar del hambre y la pobreza, pues bien es sabido que los libros no se comen,

 Pero a veces de ellos si se come.

Para asegurarle una buena educación su madre aceptó que Nonni se fuera a Francia. Entonces Islandia era pobre y sin futuro, y la pobreza siempre ha sido la primera causa de muerte entre los niños del s. XIX. Nonni abrazo a su madre, a sus famélicos hermanos, que pronto también serían reubicados, y en especial de su hermano Manni.

Y partió a su destino.

Abandonó Islandia en el velero Valdemar von Rönne, el viaje duró cinco semanas.

El niño islandés en Europa

1870 era un mal año también para Europa. Debido a la guerra franco-prusiana, Nonni tuvo que permanecer en Dinamarca durante un año donde estudió en el Saint Canut College (Knud). En Copenhague ocurrió algo propio de los cuentos de hadas, tuvo la alegría de conocer al legendario narrador Hans Christian Andersen. Y fue en Dinamarca, a los 13 años, donde solicitó el bautismo y fue recibido en la Iglesia católica. Como quizás, o tal vez no, temiese su madre, su hijo se había vuelto católico, pero sin lugar a dudas como esperaba su madre, una buena educación le estaba asegurado al mayor de sus hijos. Nonni llegaría a adulto y pudiera que llegara a ser alguien. La vida es cruel, pero la gracia es grande.

Poco después también su hermano menor, Manni, lo siguió a Francia, esto en 1873. Fueron estudiantes aplicados. Los hermanos hicieron planes para regresar juntos a Islandia, donde Nonni quería hacer obra misional y Manni quería ayudar a mejorar las condiciones de vida allí. Sin embargo, Manni murió de tuberculosis en Lovaina a la edad de 23 años. Jón entonces estaba en Dinamarca, sus superiores no le permitieron viajar para ver a su hermano moribundo por última vez.

Poco antes, en 1878, Jón había sido aceptado en la orden de los jesuitas. Su educación lo había llevado a estudiar de Francia a Bélgica y Holanda. En Inglaterra se terminó de formar como sacerdote y fue ordenado sacerdote en Glasgow, Escocia, en 1890. Nonni se había convertido muy probablemente en el primer sacerdote católico islandés desde la Reforma en el siglo XVI.

Diarios de un cura rural

Destinado a labores de párroco itinerante en Dinamarca fue responsable de las pocas comunidades católicas dispersas en este país predominantemente luterano. También trabajó como profesor en el colegio jesuita de Ordrup durante 20 años. A partir de 1906 empezó a ‘contar’, especialmente historias ficticias de su propia juventud en Islandia. El joven “Nonni” es el héroe. Sveinsson escribe en danés al principio antes de decantarse por entero por el alemán, es consciente que el islandés resultaba un idioma demasiado marginal como para dar a conocer su tierra. Aquellos años fueron muy difíciles para él: sus superiores alemanes no mostraban ninguna comprensión por su obra literaria, con la que quería “escribir desde la soledad en el país de los sueños de la infancia”. Incluso le prohibieron mantener correspondencia con su familia, porque era una “pérdida de tiempo”. Pronto contrajo una grave enfermedad reumatoide debido al clima húmedo de Dinamarca, y también como consecuencia de la mala alimentación recibida durante su niñez. Jón se sentía como un extraño, no se le permitió seguir su verdadera vocación, la de ser misionero en Islandia. Entre los jesuitas como si de militares prusianos se tratara (los jesuitas de Dinamarca eran en su mayoría alemanes), un misionero con reuma, y para más inri, con gota, resultaba un elemento no apto para la evangelización del norte.

Y sin embargo San Ignacio de Loyola fue cojo.

Un éxito total, autor de libros para niños

Pronto fue enviado a Exaten, una casa de jesuitas, también alemanes, en el Limburgo holandés. Pero allí sus nuevos hermanos tuvieron una opinión distinta sobre su ejercicio de escribir, y lo animaron a cumplir su ambición literaria. Como Nonni había elegido el idioma alemán para sus libros, lo cual ayudó a su difusión, siguió el consejo de su hermano Moritz Meschler, de prepararse leyendo las obras de Goethe. Era 1912. Había comenzado su carrera como escritor. La mayoría de sus libros se publicaron entre 1913 y 1922.  Tuvieron un éxito casi inmediato, y con este llegaron las traducciones. Los libros eran las aventuras de dos niños, Manni y Nonni que vivían en Islandia con su madre, mientras esperaban el regreso de su padre que se había ido a Sudamérica a buscar trabajo. Las 13 novelas de aventuras que nos dejó tuvieron mucho éxito entre los jóvenes, en especial los niños.

Durante la Primera Guerra Mundial se encargó de cuidar de prisioneros de guerra franceses en Alemania (¿habrá conocido a Sorge?).

El éxito de su obra fue tan grande, que sus libros fueron traducidas a 40 idiomas, incluido el islandés, las cuales se empezaron a publicar en su isla en la década de 1920, en traducción de Freysteinn Gunnarsson (1892-1976).

Reencuentro con la madre tierra: Islandia

París, 1923. Nonni tiene el agrado de conocer a un paisano, es el futuro premio Nobel, Halldór Laxness, quien también es converso católico y escritor, Laxness le pregunta a Nonni si su “vida interior” había muerto el día que su madre lo dejó irse. Desconocemos la respuesta, solo sabemos que para el futuro premio Nobel le resultó “incomprensible”. Y no fue lo único. En un artículo sobre Nonni Laxness escribió:

“Hay algo intacto e impecable en el estilo y el lenguaje de Jón, una castidad elegante. Y sus frases irradian un encanto similar al de un centenar de niños pequeños con vestidos blancos que caminan en procesión por una calle soleada en un luminoso día de primavera mientras cantan sobre la Mater Dei, sin tener idea de su propia belleza”.

En 1930, por fin pudo volver a Islandia. Está vez por invitación del gobierno islandés a la celebración del milenio del Althing, el parlamento nórdico existente más antiguo del mundo. Nonni era una celebridad y un héroe cultural de Islandia. Como su madre esperaba, su hijo se había convertido en alguien.

Sin embargo, Sigríður, la madre de Nonni, ya hacía mucho que no vivía en Islandia. Su madre había mantenido una frecuente correspondencia con Nonni así como con sus demás hermanos, para luego, en 1876, al poco tiempo de dejar partir a su último hijo, Manni, se fue a buscar un futuro a Canadá, donde ya vivían dos de sus hijos reubicados. Allí contrajo un segundo matrimonio y murió en 1910 a una edad avanzada, sin saber que su hijo se iba a volver una estrella internacional de la literatura, pero con la paz de que hizo lo mejor por él.

Sobre sus otros hermanos se sabe poco, Friðrik fue entregado a los tres años a unos padres adoptivos que emigraron con él a Canadá, ya adulto se convirtió en padre de seis hijas y trabajó como pintor bajo el nombre de Fred Swanson. Su hermana Sigríður fue adoptada por uno de los hermanos de su padre y se mudó a Canadá en 1888, donde vivió primero con su madre y luego con su hermano. Murió de cáncer de estómago. Su hermana mayor Björg murió de tuberculosis a la edad de 28 años. La media hermana de Nonni, Kristín (1852-1949), se quedó en Islandia, adoptada por otra familia, se convirtió en madre de cuatro hijos y, fue la única de sus hermanos que tuvo descendientes en Islandia. Años antes de la fama Nonni pudo viajar a su tierra, fue en 1894 y ya entonces, salvo su media hermana, ya no quedaba nadie de su familia en Islandia. Sin embargo, su patria seguía siendo la geografía maternal de cuyos paisajes tejió toda su obra literaria.

La fama, la guerra y el viaje final

De 1936 a 1938, Jón Sveinsson emprendió una extensa gira mundial, dando conferencias por Estados Unidos, Canadá y Japón . Su último libro, Nonni en Japón, fue completado por su amigo y más tarde biógrafo Hermann Krose. El objetivo declarado de Jón Sveinsson era llevar alegría a la gente con sus libros: “Esa era la misión que Dios me había encomendado”.

Se estima que dio unas 5.000 conferencias en todo el mundo, la mayoría en salas abarrotadas. Durante su estancia en Japón en 1937/38 dio 56 conferencias. Sólo en una noche en Tokio acudieron alrededor de 1.400 oyentes.

Cuando estalló la guerra en 1939, Jón regresó de Japón a los Países Bajos. Allí vivió en el Ignatiuskolleg de Valkenburg, pero este, tras la invasión alemana, fue disuelto por la Gestapo en 1942. Los residentes de la residencia de ancianos de la iglesia, incluido el enfermo Nonni, fueron transportados a Aquisgrán, al Vicariato General. Jón Sveinsson, Nonni, murió el 16 de octubre de 1944 a la edad de casi 87 años en el hospital St. Franziskus de Colonia después de una odisea por varios hospitales eclesiásticos en Aquisgrán y Eschweiler. Allí las hermanas le habían preparado una pequeña habitación en el refugio antiaéreo, y Nonni murió creyendo estar en la cabina de un vapor en el que se embarcaba a Islandia, su último gran viaje. Su última palabra fue: mamá.

Jón Sveinsson fue enterrado en el cementerio Melaten de Colonia, en la tumba de los jesuitas de la ciudad (tumba 20 E/19 D, directamente en la primera carretera principal NS/NordSüd, a la izquierda de la entrada Piusstrasse). Debido a los continuos bombardeos en Colonia, sólo dos hermanos jesuitas pudieron asistir a su funeral, además de un joven de 17 años, posiblemente de las juventudes hitlerianas, que se había enterado del funeral por el periódico esa mañana. A pesar de la guerra, Nonni seguía siendo una celebridad.

En la década de 1980, las aventuras de Manni y Nonni fueron hechas una serie para televisión en Alemania Occidental. Aún muchos alemanes recuerdan con cariño las aventuras de esos dos niños en Islandia, que tienen a una mamá, y esperan el regreso del padre de Sudamérica.

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