Es un conocido artista plástico contemporáneo, Alejandro Romaní confiesa ser un farmacodependiente, para algunos un loco, para otros una mariposa de la noche, la palabra locura parece tenerla escrita en la frente. Romaní es un narcisista que camina por las calles de Lima, un artista que le abre los brazos a la noche, un ser humano que intenta calmar la sedienta soledad en los bares. Por esas causalidades de la vida, lo encontramos en el bar Don Lucho de jirón Quilca, allí nos confiesa que ha pronosticado su muerte, a los 37 se convertirá en polvo. Como decía Albert Einstein “Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás”.