Alcalde de Barranco interviene con policías y militares propiedad de la familia Delucchi
En pleno toque de queda el alcalde de Barranco, José Rodríguez, llegó con Serenos, Policías y Militares armados con fusiles para dirigir la destrucción de un muro de contención que delimita la propiedad de la familia Delucchi desde hace más de 120 años. Qué intereses hay detrás de esta intervención que más parecía un golpe de Estado.
En medio el alcalde de Barranco acompañado de policías y militares armados.
La mañana del sábado 26 de septiembre, la señora Francesca Delucchi (artista plástica y artesana barranquina) vio cómo unos hombres armados de combas y barretas se trepaban al muro de contención que delimita su jardín —que mide 3 metros de alto—, para tumbarlo. Este muro colinda con la calle La Oroya (las escaleras que dan a la Bajada de baños) y tiene la función de contener parte del acantilado donde se levanta la casona considerada inmueble histórico según el Inventario de Monumentos Históricos-Artísticos de Lima desde el siglo pasado. Al increparles el porqué de esta acción y solicitar información, tres sujetos no identificados le dijeron que no tenían porqué mostrarle nada, que ese terreno —propiedad de los Delucchi desde 1890—, no le pertenecía, que la señora Delucchi «no existía«, que su dirección tampoco, y ordenaron a los obreros que continuaran con la demolición.
La señora Delucchi fue a la Comisaría de Barranco a la 1 p.m. acompañada de su hijo para solicitar a la PNP que fuera al lugar para verificar lo sucedido, pero luego de idas y venidas que tardaron horas, no atendieron su denuncia ni le prestaron la asistencia policial que demanda la ley para la atención y servicio de los ciudadanos. A insistencia de la señora Delucchi —según su testimonio—, un efectivo se acercó a decirle que no perdiera el tiempo «porque tienen la orden superior de no atenderla«. A las 7 p.m. la señora Delucchi se retiró de la comisaría sin poder resolver nada y sabiendo además (por advertencia de algunos serenos) que la demolición continuaría. Que esa era la orden.
Al promediar las 10 de la noche apareció en la Bajada La Oroya el alcalde de Barranco, José Rodríguez, acompañado de personal del serenazgo, policía nacional y militares armados (¡!), y durante el toque de queda y sin presencia de un fiscal ni notificación alguna, procedió a ordenar que destruyeran el muro de contención bajo el argumento de que ese jardín se trataría de un «espacio público» que le pertenece al municipio. Esa pequeña área es la prolongación de una más extensa, ubicada al lado izquierdo y que se conoce como Villa Teresa, propiedad de Marcelo Saco Camacho, donde se han levantado dos departamentos de material noble. ¿También demolerá esa área el alcalde de Barranco para recuperar un espacio que no puede demostrar que le pertenece al municipio? Lo mismo ocurre hacia el otro lado, donde el Sr. Luca Sánchez ha construido —sobre la misma plataforma que ahora el alcalde invade aduciendo que se trataría de un parque— bloques de departamentos e, incluso, ha cercado con una gran reja el acceso al mirador que —este sí— no le pertenece (pero nadie dice nada). Ver foto inferior.
¿CURARSE EN SALUD?
Desde que el alcalde José Rodríguez asumió el cargo, tuvo que lidiar con dos sujetos críticos de su gestión: Stanly Rodríguez y Claudio Milla. El primero vive en el extranjero pero se da el tiempo necesario para denunciar en redes sociales supuestos actos de corrupción del alcalde y de sus funcionarios. Lo mismo que Claudio Milla, quien lanza graves acusaciones contra el alcalde barranquino en varios grupos de facebook e incluso transmite videos. En una de estas acusaciones, Milla y Rodríguez señalaron que Francesca Delucchi habría estado coludida con el alcalde Rodríguez y, a través de testaferros, se habrían adjudicado varios terrenos. Pero Francesca Delucchi no conoce al alcalde y dice nunca haber conversado con él. Todo esto no tendría nada de extraordinario si la noche de ayer, mientras tumbaban el muro «para recuperar un parque» (¡!), no se hubiera visto al alcalde Rodríguez conversando con Claudio Milla de la manera más cordial, mientras que los serenos invadían la propiedad de Delucchi y agredían a sus propietarios (la señora Delucchi tuvo que ser asistida por una ambulancia del SAMU) y a su hijo lo bajaron a jalones del muro, lastimándole la pierna izquierda.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO ENTONCES?
Sin una orden judicial, presencia de un fiscal, sin ninguna notificación previa, el alcalde de Barranco decide coordinar con la Comisaría para que presten el apoyo de presencia policial (el mismo apoyo que se le negó a la señora Delucchi por la mañana), y coordina además con los soldados del Ejército (60 efectivos entre militares, policías y serenos -además de los obreros- para tumbar un muro y apropiarse de un terreno que no les perteneces diciendo que «era un parque hace años»?) y decide ejecutar su plan durante el toque de queda.
La pregunta es obvia ¿por qué hacerlo a esas horas de la noche? ¿Por qué recurrir al ejército para realizar esa gestión? ¿Qué tanto interés repentino en un espacio que, según Defensa Civil, necesita de un muro de contención para que no se venga abajo esa parte del acantilado? ¿Por qué utilizar el efímero poder que posee ahora para abusar de ciertos vecinos que pagan sus arbitrios y no mantienen deuda alguna con la comuna?
Algo muy raro se está cocinando en la alcaldía de Barranco, y José Rodríguez tiene que responder y aclarar lo sucedido porque ha sido exagerado el uso de la fuerza. En Barranco se necesita un alcalde, no un alguacil como en el viejo oeste. Ya sabemos cómo terminan esas películas.