Por Raúl Villavicencio
Los genios, los reales, muchas veces tienen que sortear dificultades debido a su manera de pensar. Gran parte de su vida incomprendidos, lastimosamente obtienen el reconocimiento de manera tardía. Alan Mathison Turing durante sus cortos pero bien fructíferos 41 años realizó hazañas que quedaron ocultas por un largo tiempo, esto debido a que muchos de sus trabajos tenían que permanecer necesariamente ocultos hasta que culmine la Segunda Guerra Mundial; solo después de 50 años tuvieron que ser desclasificados por el Gobierno británico.
Destacadísimo matemático y deslumbrante criptógrafo fue uno de los artífices de desentrañar el famoso código Enigma, una máquina que utilizaban los nazis para comunicarse por varios años. Una vez descifrado tuvo que mantener su revelación en las sombras para que el enemigo no altere su conducta bélica, sin embargo, eso también sirvió para que la guerra se acorte entre dos a cuatro años, significando además de manera indirecta la salvación de alrededor de 14 millones de personas en todo el planeta.
Para conseguir semejante hazaña, Turing y todo su equipo de criptógrafos tuvieron que idear un mecanismo que equipare la complejidad de Enigma, considerando que un humano no era capaz de quebrantar su misterioso funcionamiento, sino que solo una máquina podía completar esa misión; y fue ahí cuando nació ‘Bombe’ (la Bomba), aquella que permitiría descifrar los patrones de Enigma.
La idea primigenia de Turing era construir una máquina capaz de razonar como un humano, es decir, no solo se limitaría a descifrar códigos, sino que además pueda tener la capacidad (o estar programada) para debatir como un ser humano, pero, eso sí, con una capacidad analítica que le permita resolver problemas en cuestión de milisegundos. Turing, de manera inconsciente, estaba mencionando lo que todos llamamos en la actualidad como Inteligencia Artificial.
“Una computadora puede ser llamada inteligente si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un humano”, fue lo que sostuvo Turing hace más de 70 años, y para ello debía de pasar satisfactoriamente un ‘juego’, el denominado Test de Turing.
No fue hasta el año 2014 donde una máquina logró convencer a treinta jueces que estaban conversando (a través de una computadora) con un humano; es ahí que el ‘Hada cibernética’ de Turing se viene humanizando más y más.
(Publicado en Diario UNO)