La vez que vi Hiroshima mon amour quedé desintegrado como si la bomba atómica me hubiese dado en el corazón. La película de Alan Resnais era una historia de amor con presencia de la agonía por la bomba atómica pero sin que los protagonistas participaran de la acción, sino que fueran, apenas, testigos de ella.
Y ahora está bien muerto Alain Resnais, uno de los ilustres de la «Nouvelle vague» y autor de películas fundamentales de la historia del cine como Noche y niebla, Mi tío de América o la mencionada Hiroshima mon amour. Resnais falleció hace unos días en París a los 91 años, la edad inmortal de los maestros.
Hiroshima mon amour fue un proyecto con el cual se pretendía realizar un documental sobre los desastres causados por la bomba atómica, en el que Resnais duró tres meses sin conseguir un avance notorio. Luego de expresarle su preocupación al productor por la dificultad para llevar a cabo la idea, acordaron darle un viraje hacia una historia de ficción, tratando de vincular a una mujer que aportara su visión de la experiencia en el Japón. Fue así como Resnais invitó a Marguerite Duras para que escribiera el guión, el cual tuvo listo en dos meses, y con la adición de los perfiles psicológicos y sociales de los personajes. Duras le imprimió al guión un estilo literario basado en la musicalidad de las articulaciones lingüísticas, el cual serviría notoriamente para la omposición de la banda sonora que adelantó Giovanni Fusco, una vez terminado el montaje.
Resulta curioso que, algunos de quienes colaboraron con Resnais en la construcción de guiones, luego desarrollaron su propia carrera como directores. Es el caso de la misma Marguerite Duras, Alain Robbe-Grillet, Jorge Semprún y Jean Cayrol. Al parecer, la intensidad y el cuidadoso proceso de creación fílmica desarrollado por Resnais, en el que la literatura delineaba con solvencia los ritmos y las tensiones, les marcó el destino para que llegaran a la realización cinematográfica. Sin embargo, el mismo Resnais no se consideraba como director: “No me considero en absoluto un autor cinematográfico. Yo soy un metteur en escène”. Además afirmabaque cada uno de sus trabajos eran individualidades creativas que desarrollaba con una metodología común.
2.
Resnais, nacido en la ciudad bretona de Vannes en 1922 (noroeste), falleció en la noche del sábado en París, rodeado de sus familiares, con lo que Francia perdió «a uno de sus cineastas más grandes», según las palabras del presidente, François Hollande, al conocer su deceso.
Prematuro, prolífico y audaz en sus 78 años de carrera, el último de sus veinte largometrajes, «Aimer, boire et chanter» (2014), fue laureado con el Premio Alfred Bauer de la reciente edición de la Berlinale y con el Premio de la Crítica Internacional FIPRESCI de ese mismo certamen.
Son los dos últimos reconocimientos a una abrumadora trayectoria, nutrida con cinco premios César del cine francés (tres como mejor película y dos como mejor director), dos Osos de Plata de Berlín, tres galardones en la Mostra de Venecia, un BAFTA y un premio especial del jurado de Cannes, entre otros.
La esencia del cine de Resnais, el hijo de un farmacéutico acomodado de provincias al que se le recordará estilizado y con una poblada cabellera blanca, exploraba ritmos narrativos alternativos, montajes con cronología deconstruida e historias dentro de la historia, inspirada a menudo en la obra de un gran autor.
Compañero de viaje de François Truffaut y Jean-Luc Godard, se le considera un exponente de la «Nueva Ola» del cine francés, aunque el director nunca se identificó con ese movimiento pues, entre otras cosas, no aspiraba a cambiar los medios de producción en el cine.
3.
Uno de los trabajos más aplaudidos de Resnais, que destacaba especialmente por su habilidad como montador, fue Noche y Niebla (1956), un documental sobre los campos de concentración nazis de la II Guerra Mundial considerada pieza clave de la historia del cine.
Esa cinta es «una referencia para comprender el drama de la deportación» en aquella contienda bélica, según la ministra de Cultura de Francia, Aurelie Fillippetti.
El artista fue, en palabras del primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, el cineasta de «la reflexión, sobre la muerte y la resurrección, el amor y el deseo, la memoria y el recuerdo».
Resnais se compró su primera cámara a los 13 años e inició su carrera rodando retratos de artistas y piezas documentales que aún se consideran «modelos de análisis estético y de eficacia emocional», según el prestigioso crítico Jean-Loup Passek.
Su primer largometraje de ficción, Hiroshima mon amour (1959), se inspira en un texto de Marguerite Duras para trazar una poética historia de amor y muerte que le consagró como cineasta cuando solo tenía 37 años.
Pese a ser reconocida como una obra maestra desde el primer momento, su reflexión sobre la primera bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima molestó a Estados Unidos y provocó su retirada de la Competición oficial del Festival de Cannes.
En 1966, fueron las autoridades franquistas quienes atacaron en Cannes la presencia de La guerra ha terminado, protagonizada por un comunista español cuyo guión escribió el ex comunista, antifranquista, figura de la resistencia a la ocupación nazi y futuro ministro socialista de Cultura Jorge Semprún.
Tras conocer la noticia de su muerte, el que será el próximo presidente del Festival de Cannes, Guilles Jacob, recordó en las redes sociales una frase del genial autor de filmes como El año pasado en Marienbad (1961), Stavisky (1974), La vida es una novela (1983), Smoking No smoking (1997), On connaît la chanson (2003), o Las malas hierbas (2009). «Hacer películas está bien, pero ver películas es mucho mejor», decía Resnais.
En lo personal, el director no se prodigaba en los medios de comunicación. Se casó en 1969 con la que entonces era su ayudante, Florence Malraux, y desde los años ochenta vivía con su musa Sabine Azéma, con quien se casó en 1998.