Opinión

Al oeste de los rieles, de Wang Bing

Lee la columna de Mario Castro Cobos

Published

on

Quiero usar estas breves líneas para expresar mi admiración (así como las razones que la sostienen) por uno de los cineastas vivos más importantes de nuestra época. Para entrar en el tema me serviré de una comparación. Hay una película de Jia Zhang-ke, El mundo (2004), que podría pensarse como el emblema cinematográfico de lo que es el capitalismo en China (y se podría decir lo mismo de gran parte de la obra de Jia). Y podría pensarse, correctamente, a su vez, como una de las grandes películas chinas contemporáneas (e incluso como una de las grandes películas contemporáneas a secas). Pero si me detengo en esto (sin desmerecer la obra de un director de enorme talento) es sobre todo para remarcar que Wang Bing fue todavía más allá.         

Es sintomático, y revelador, que Al oeste de los rieles (2003) haya sido posible a partir de una nada inusual imposibilidad: la de no contar con el dinero necesario para lo que iba a ser una película de ficción. Sí: el prejuicio de la superioridad de la ficción por sobre el documental. Necesariamente irónico e ilustrativo de la situación mental de la gente de cine (hablando en general) que la película exista gracias a que Wang Bing no pudo recaudar el dinero que en cambio sí consiguió Jia Zhang-ke para su película.

Así que, amigos míos, ¡oh sorpresa! menos dinero puede significar mayor libertad (y no al revés). La manera ‘amateur’, solitaria, íntima, personal, de máxima naturalidad y cotidianidad, (¡con una minidv de Panasonic!), ese juego de azar con los acontecimientos de la vida misma (el director no tenía un plan establecido) explican -al menos en parte- el milagro.

Wang Bing filma (por nueve horas) ese estado ‘de esclavos a sueldo’ (como diría Sábato), ya no diría con simpatía y empatía, es más que eso, necesita estar con ellos, es parte de ellos (de hecho el director cuenta que una experiencia laboral que vivió por un tiempo lo llevó a hacer esta película). Muestra seres humanos como pocos lo hacen. Este grado de compenetración no se logra con labs, clínicas de guión, asesorías, pitchings. Es algo más profundo y decisivo: es una manera de ser, de sentir, de pensar y de vivir.  

(Columna publicada en Diario Uno)

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version