Por Rafael Romero
Amable lector, hay tres marcas o tres nombres en el titular de este artículo. Las tres representan en el tiempo sendos espacios de debate y dialéctica democrática. Empecemos por “Habla el Pueblo”, programa periodístico fundado por Ricardo Belmont Cassinelli el 18 de enero de 1973, que está próximo a cumplir 52 años de existencia.
En ese espacio por primera vez en la radiofonía nacional se le dio el micrófono al pueblo, al ciudadano de a pie, al que no tiene voz, a través de llamadas telefónicas para que expresara su sentir, expusiera sus problemas cotidianos, cuestionara al poder y manifestara sus puntos de análisis político.
Hacerlo en plena dictadura militar le significó a Ricardo Belmont la censura y la amenaza del poder. Pero ese espacio radial dio un salto a la televisión peruana el año 1986 con la entonces flamante Red Bicolor de Comunicaciones (RBC Televisión – Canal 11), fundada también por Ricardo Belmont.
Para entonces, como es lógico a través de la denominada “caja boba”, la pegada de Habla el Pueblo aumentó en fuerza, tamaño y audiencia y era el ciudadano quien potenciaba su voz al contar con un espacio televisivo para opinar, discutir y proponer alternativas.
Sin embargo, todo ello también no fue del agrado del poder, y a pesar de vivirse en un período democrático de todas maneras eso no significaba que el poder en todas sus formas, máscaras y versiones estaría tranquilo. Obviamente que no porque se sentía revelado, tocado y confrontado.
Pero así sobrevivió Habla el Pueblo incluso hasta después del golpe de Alberto Fujimori, reeditándose nuevas persecuciones donde los mandamases de Palacio de Gobierno usaban al Poder Judicial y la Fiscalía para procesar no solo a Ricardo Belmont sino también a su padre, don Augusto Belmont bar, cometiendo las perores arbitrariedades contra su familia por el hecho de haber sido alcalde de Lima por dos períodos consecutivos y al haber declarado a Alberto Fujimori “persona non grata”.
El caso es que hoy Ricardo mantiene vigente el programa Habla el Pueblo, pese a las adversidades del sistema, porque como él mismo lo dice “al espartano la adversidad lo hace más grande”, amén de haber revolucionado desde hace medio siglo el formato, el lenguaje, el carácter, el fondo y la forma, de la radio y la televisión peruanas.
Es más, hasta tuvo “Habla el Pueblo” un hermano menor denominado la “Universidad de la Vida”, donde también se debatían los temas humanos y es el momento en el cual Ricardo consolidó su visión filosófica e histórica de la realidad nacional y latinoamericana, siendo sistemático en sus análisis como una suerte de mayéutica socrática contemporánea y televisiva para invitar al público a escuchar y opinar porque así se toma conciencia de la existencia y del rol que a cada ciudadano le corresponde desempeñar.
Otra institución del debate político y cultural es “Ágora Popular”, a la que alguna vez denominé -en la propia Plaza San Martín ante una invitación Leonardo para tomar el micrófono y exponer un tema de derechos humanos- como “la mayor institución de educación popular a cielo abierto en América Latina”, siendo precisamente Leonardo el iniciador y promotor de una renovada Asociación Cultural “Ágora Popular”, que tiene raíces que vienen desde la década del sesenta del siglo pasado, junto a un equipo de hombres y mujeres que aman el libro, la literatura política y que son cultores del debate público.
En ese foro destacan ciudadanos como Augusto de Congas, acaso el peruano que más sabe de historia peruana y mundial, todo lo cual resulta en la práctica inspirador y motivador para otros contertulios a fin de que se conviertan en maestros-fortaleza, en ciudadanos-guía y especialistas en otras materias, ya sea la filosofía, sociología, psicología, economía, la ciencia o las artes.
Hoy el Perú necesita muchos espacios de debate popular y democrático porque, lamentablemente, salvo contadas excepciones, y sobre todo en materia de televisión, los medios están comprados, sesgados o secuestrados por los intereses de los más poderosos que gobiernan el mundo y que no quieren que se sepa la verdad de lo que sucede en el país y en la geopolítica global.