La OMS declaró el 11 de marzo del 2020 como pandemia a la transmisión del COVID-19. Desde entonces muchas cosas han acontecido, tanto para la población general, como para los profesionales de la salud.
Para los trabajadores sanitarios, la pandemia ha representado mayor carga de trabajo, agotamiento físico, reducción de dotación de personal y muchas veces tomar decisiones difíciles sobre el racionamiento de la atención en base a condiciones no adecuadas y recursos e insumos limitados. Por otro lado, también hay estrategias que han contribuido a disminuir el malestar del personal de primera línea, comunicación clara, limitación de horas de turno, áreas de descanso, así como un amplio acceso y reglas detalladas sobre el uso y gestión de equipos de protección, y entrenamiento adecuado en el manejo de pacientes con COVID-19.
Los estudios demuestran que una parte importante de los trabajadores de salud tiene afectación, ya sea en su nivel de ansiedad o estado de ánimo. Sin embargo, se debe tomar en cuenta de que este grupo laboral, por su actividad en si misma, impregna en el trabajador un estrés por la responsabilidad de sus acciones y el riesgo de exposición a muchas enfermedades.
Las tasas de depresión y ansiedad del personal de salud, en el contexto de pandemia, alcanzan el 22.8% y 32.8%, respectivamente. La prevalencia de insomnio alcanza el 34.32%. Esta última cifra es importante porque, la presencia de insomnio en este grupo laboral incrementa la posibilidad de aparición de ideas suicidas. Son más afectados, en todos los casos, los trabajadores de primera línea (quienes realizan la atención directa de pacientes infectados por COVID-19), en comparación con otros grupos de trabajadores. No obstante las cifras mencionadas, los trabajadores de salud no buscan ayuda en salud mental, y de ellos los varones tienen menos posibilidad de acercarse al profesional pertinente para resolver los temas emocionales que le aquejan, una de las razones es por incompatibilidad de horarios, y no menos importante, porque consideran que pueden ser estigmatizados por los otros trabajadores de salud.
Cuando se hace una diferenciación entre grupos profesionales, la prevalencia para depresión se calcula en 30.30% para enfermeras y 25.37% para médicos. La depresión parece afectar más a mujeres que a varones para ambos grupos, como sucede en la población general. Sin embargo, no se debe dejar de tomar en cuenta que las mujeres pueden tener sobrecarga de actividades, toda vez que probablemente dediquen más tiempo a actividades del hogar y de cuidado de sus hijos.
Se debe tomar en cuenta, que adicionalmente a las medidas de confinamiento que provocan malestar tanto en la población como en los trabajadores de salud; éstos deben resolver aspectos como sus desplazamientos al centro de labores y también el retorno a sus hogares; también pueden estar afectados por un sindrome peculiar conocido como “trastorno por estrés de titulares”, que se manifiesta por ansiedad e irritabilidad, como consecuencia de estar expectante al contenido de noticias en torno a la pandemia en este caso.
En la población general, también hay datos interesantes; las tasas de ansiedad leve, moderada y severa fueron de 21.3%, 2.7% y 0.9%, respectivamente.
Con respecto a los factores asociados con mayor nivel de angustia psicológica podemos mencionar: género femenino, adultos jóvenes, estado de salud previo deficiente, tener familiares o conocidos infectados por COVID-19.
También se han hecho estimaciones a partir de un estudio en población asiática, casi el 50% de las personas diagnosticadas con COVID-19 presentaba síntomas depresivos, más del 55% presentaba ansiedad y casi el 70% presentaba síntomas físicos. En este estudio, las personas también informaron de insomnio (67,92%) y pensamientos de automutilación o suicidio (25%).
Por lo expuesto, se debe considerar como prioridad la atención de la salud mental, del personal sanitario de primera línea, y de los sobrevivientes a infección por COVID-19: población general y profesionales de la salud. Se debe tomar en cuenta, además, la asistencia a familiares de pacientes víctimas de esta pandemia. Las lecciones deben servir para mejorar lo precario de nuestro sistema de salud y estar atentos a eventos futuros similares, aun cuando no hayamos superado esta pandemia.
Referencias
Prevalence of depression, anxiety, and insomnia among healthcare workers during the COVID-19 pandemic: A systematic review and meta-analysis. Brain, Behavior, and Immunity 88 (2020) 901–907
Mental health outcomes of the CoViD-19 pandemic. Riv Psichiatr 2020; 55(3): 137-144