Actualidad

Adiós, Paisana Jacinta

Published

on

Existen tres temas que no se pueden tocar (a menos que se quiera iniciar una discusión) en una reunión familiar peruana: fútbol, política y la Paisana Jacinta. Y es que el personaje creado por Jorge Benavides genera adhesiones y rechazos a partes iguales. Hay un público que la ama con fervor y le transmite este sentimiento a su prole: La paisana es popular entre los niños. Hay quienes la detestan y han consagrado sus fuerzas en pos de su proscripción nacional. Aquí la justicia tiene la última palabra. La Sala Superior Civil de Cusco ha decidido: la Paisana Jacinta no va más.

¿De qué hablamos cuando hablamos de la Paisana Jacinta? ¿Es, como dice Benavides, un personaje inocente dirigido a las familias peruanas y que entretiene a los niños? Pareciera, con estas declaraciones, que Jorge Benavides intenta equipararse a Eduardo Zapata Santillana, el creador de Coquito. Y la Paisana Jacinta no es Coquito. No se puede negar, eso sí, el arraigo que tiene la paisana en el público infantil. El mismo arraigo que tiene la comida chatarra, claro está. Si Benavides fuera gerente de Coca Cola promovería el consumo diario de esta gaseosa en la lonchera escolar, aunque se enfermen de diabetes. A los niños les gusta la gaseosa, diría. Y es que Benavides podría hacer, también, negocios con las moscas vendiéndoles lo que más les gusta.

Dejemos de lado entonces las justificaciones bienintencionadas de su creador. La Paisana Jacinta no es un personaje inocente. No es un personaje ingenuo en lo más mínimo. La Paisana Jacinta es un personaje racista. Construido en base a los estereotipos sobre las personas andinas o los descendientes de los andinos: los cholos, los serranos. Es necesario precisar que estos estereotipos sirvieron por mucho tiempo a quienes dirigieron un orden estructural que se valió de estas herramientas para sojuzgar a la población. Para enriquecerse a costa de su trabajo, de sus tierras. El racismo justificó la dominación de unos sobre otros, fue el aval de la desigualdad en la construcción de un sentimiento nacional. La Paisana Jacinta, entonces, reproduce unos estereotipos que sirvieron durante muchísimo tiempo como fuente de iniquidad y como sustento de un racismo histórico y estructural. Este racismo, con matices, todavía perdura en los modos de relacionarse de ciertos peruanos.

Si la Paisana Jacinta reproduce estereotipos racistas ¿Por qué tiene un enorme arraigo? Aquí es donde sociólogos, antropólogos, bienintencionados y académicos entran en trompo. Porque es muy sencillo definir quién es el público de la Paisana Jacinta. ¿Quiénes consumen a la Paisana Jacinta? Se puede hacer por la contraria: no son los europeos; no son los norteamericanos. No son “gente blanca” que mira con exotismo a los cholos, no son pitucos recalcitrantes que ríen de los cholos. Existe ese público, claro está, pero no es el público mayoritario. Porque hay una verdad: la paisana Jacinta es consumida por cholos, por migrantes, por andinos y por los descendientes de los andinos. Ese es su público y ese es su éxito. Si la Paisana Jacinta saliera a darse un baño de popularidad corre el riesgo de quedar asfixiada – por exceso de cariño – no por odio. ¿Si Aníbal Quijano estuviera vivo, el pueblo lo reconocería? ¿Por qué en los comerciales de Saga Falabella los modelos parecen salidos de los cantones suizos, si el peruano no es así? ¿Y por qué ese tema le interesa a unos pocos, mientras la mayoría de gente sigue comprando sin hacerse problemas?

Los académicos han llegado a una especie de consenso: La Paisana Jacinta tiene arraigo popular porque el peruano es mayoritariamente racista. Si nuestra sociedad es mayoritariamente racista, entonces es moneda corriente practicar el racismo, entre nosotros mismos. La Paisana Jacinta –dicen- es el espejo donde no nos queremos ver reflejados. La Paisana Jacinta es lo que no queremos ser, pero sí queremos que sea el otro para sentirnos así superiores y satisfacer nuestros instintos de discriminación. En resumen: yo no quiero ser la paisana Jacinta, pero sí quiero que lo seas tú para desfogar mi racismo. Si se sigue estrictamente ese argumento se llega también a un paradigma de racismo. ¿Es criticable que los peruanos (cholos, serranos, migrantes) no quieran ser la Paisana Jacinta?. ¿Acaso tendrían que identificarse si no lo quieren? La Paisana Jacinta reproduce estereotipos: suciedad, ignorancia, desconfianza, poco tacto social, violencia. Ningún serrano o descendiente de migrantes podría identificase con esos estereotipos, si no lo quiere. No porque no existan descendientes de migrantes así, sino porque esas características no le corresponden a ellos necesariamente. Son modos de ser de cualquier ser humano. Gringo, cholo, negro, judío, alemán, etc. No son características privativas de un grupo ni de una etnia en especial. Creer que esas características le corresponden, necesariamente, a un grupo especial es caer en el estereotipo.

No queremos ser la paisana Jacinta, pero sí queremos que el otro lo sea ¿Es solamente eso o hay algo más?

Existe un tipo de comedia donde el comediante se burla de sí mismo. Si el comediante es adicto a las drogas hace un monólogo burlándose de su adicción a las drogas; si es adicto al sexo lo hace, en el mismo sentido. Si sufre trastornos mentales, se burla de sus trastornos mentales. Hay quienes sufren problemas por drogas y condenan toda burla hacia un adicto. Hay quienes sufren enfermedades mentales y en lugar de reírse de ellos mismos hacen activismo para sensibilizar sobre este problema. Son modos y ejercicios de la propia subjetividad. Podemos forzar una analogía con el racismo, pero con matices: hay migrantes que ven a la paisana y ríen de sí mismos, se puede decir. Pero eso implicaría decir que los migrantes poseen los estereotipos que la paisana condensa, entonces habría que afinar: hay migrantes que ven a la paisana y se ríen de los estereotipos con los cuales se los ha clasificado. Sí. Es decir que hay migrantes que se ríen de los estereotipos que van dirigidos a ellos mismos. Sí hay eso. Y no es condenable per – se.

El humorista Chris Rock es negro. Su público es variado, pero muchos negros norteamericanos lo siguen. En uno de sus monólogos de comedia, donde el público mayoritario era negro dijo: “Hay una diferencia entre las revistas pornográficas dirigidas al público negro y las revistas pornográficas dirigidas al público blanco. En las revistas porno para negros, las modelos tienen tatuajes, cortes en las nalgas, heridas de balazos; en las revistas porno para blancos, no”. Y el público, negro en su mayoría, rió y rió. ¿Estaba reproduciendo estereotipos sobre los negros? Sí. En el estereotipo racial norteamericano, los negros son violentos y más dados a infringir la ley. ¿Entonces por qué el público negro reía de un estereotipo racista, enunciado por un negro? Porque en un ejercicio de su subjetividad eligieron tomar con humor los estereotipos que se construyen sobre ellos. Ante ese enunciado otros negros pudieron sentirse ofendidos y  es válido también. Los seres humanos no poseemos una subjetividad uniforme.

En el caso de la Paisana Jacinta hay mucho de eso: migrantes que se ríen de los estereotipos que se han construido sobre ellos. Pero no es lo único: con la paisana Jacinta se podrían analizar diversas subjetividades que disparan la risa. El peruano ríe con la paisana Jacinta, pero no todos ríen de lo mismo. Son estos migrantes que ríen estos peruanos quienes se indignan con la cancelación del programa de la paisana Jacinta. Se podría resumir así: soy cholo y me río ¿Por qué no puedes reír tú también? Y hasta cierto punto es válido. Con matices. Si un migrante decide reír de los estereotipos que se dirigen a él mismo, es válido. Reírse de uno mismo y más aún, reírse de los estereotipos históricos que pesan sobre uno mismo es una decisión personal. Y es válido. El humor es también un ejercicio de la subjetividad. No se puede prohibir que uno se burle de sí mismo y de los estereotipos que se han construido para uno.

¿Y los que se sienten ofendidos con la Paisana Jacinta, aquellos que deciden no reír de los estereotipos sino combatirlos y luchar por su extinción? Es válido también, pero no hay que caer en el relativismo. Confrontadas estas dos posturas una tiene que vencer. Vivimos en sociedad y en democracia, en ese sentido no se puede construir un sentimiento nacional en base a los estereotipos. Es por ello que se deben combatir y luchar por su extinción. Aunque esto no puede ni debe impedir, que en un ejercicio de libertad personal uno mismo se pueda burlar de sí y de los estereotipos que se le adjudican. Si uno quiere reírse de uno mismo o del estereotipo que se hace en base a uno mismo, es válido. Pero no podemos elevar a sentir general ese modo de ver las cosas: no podemos decir, si yo me río de mí, entonces ríe tú también, de ti mismo. Eso debe ser un ejercicio de libertad personal.

A raíz de este fallo puede ser que Benavides convierta a su paisana en objeto de culto. En abanderada de la libertad de expresión. En expresión de arte y de humor peruano. Medallas que no se merece. Porque la Paisana Jacinta no es arte, aunque la produzca Larry David. 

Comentarios

Trending

Exit mobile version