Opinión

Acuña, los agricultores y ganaderos del Perú no quieren tu tipo de educación, menos tu formación bamba

Pero lo más repudiable de todo esto es que César Acuña no tiene autoridad moral para hablar de educación. Su propio pasado académico está manchado por acusaciones de fraude. Existen pruebas que sugieren que se tituló de manera irregular en la Universidad Nacional de Trujillo, lo que pone en duda la legitimidad de su formación.

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Por: Jorge Paredes Terry

En un país como el Perú, donde la diversidad cultural y económica es tan vasta como sus tres regiones naturales, resulta indignante escuchar a un político como César Acuña menospreciar a quienes, con sus manos y esfuerzo, sostienen la alimentación de millones de hogares.

Su reciente declaración, en la que afirma que «él es producto de la educación, sino sería agricultor o ganadero», no solo revela una profunda desconexión con la realidad del Perú profundo, sino también un desprecio inadmisible hacia los millones de agricultores y ganaderos que, día a día, luchan por sacar adelante a sus familias y al país. Acuña, con su comentario, no solo desprecia a quienes trabajan la tierra, sino que también ignora las condiciones de desigualdad que impiden a muchos peruanos acceder a una educación de calidad. En el Perú rural, donde las escuelas son escasas y los recursos limitados, miles de niños y jóvenes no tienen la oportunidad de estudiar. Sin embargo, eso no les resta valor ni dignidad. Al contrario, su aporte a la economía y a la seguridad alimentaria del país es invaluable. ¿Acaso Acuña no come lo que los agricultores y ganaderos producen? ¿Acaso no entiende que sin ellos, su plato estaría vacío? Pero lo más repudiable de todo esto es que César Acuña no tiene autoridad moral para hablar de educación. Su propio pasado académico está manchado por acusaciones de fraude. Existen pruebas que sugieren que se tituló de manera irregular en la Universidad Nacional de Trujillo, lo que pone en duda la legitimidad de su formación. ¿Es este el tipo de «educación» que él promueve? ¿Una educación basada en el engaño y la falta de ética? Los agricultores y ganaderos del Perú, con su honestidad y trabajo duro, merecen algo mucho mejor que el ejemplo que Acuña representa. Este tipo de declaraciones no son solo ofensivas, sino también reveladoras. Muestran la mentalidad elitista y desconectada de quienes pretenden gobernar un país que no comprenden. Acuña, con sus palabras, nos recuerda por qué la política peruana está tan alejada de las necesidades reales de su gente. Su falta de empatía y su arrogancia son un reflejo de una clase política que ha fallado una y otra vez en servir a los intereses de quienes más lo necesitan.

Es momento de reflexionar sobre el tipo de líderes que queremos para el Perú. Necesitamos representantes que valoren y respeten a todos los sectores de la sociedad, especialmente a aquellos que, como los agricultores y ganaderos, son la columna vertebral de nuestro país. Debemos exigir transparencia, integridad y compromiso real con el bienestar de todos los peruanos.

El Perú merece líderes que entiendan que la educación no es un privilegio para menospreciar a otros, sino una herramienta para construir un país más justo y equitativo. Es hora de exigir un cambio y de apartar de la política nacional a quienes no están a la altura de las expectativas y necesidades de nuestra nación.

Por eso, hoy más que nunca, es necesario expulsar de la política nacional a personajes como César Acuña. No solo por su desprecio hacia los agricultores y ganaderos, sino también por su falta de integridad y su historial cuestionable. El Perú no necesita líderes que menosprecien a su gente ni que se aprovechen del sistema para beneficio propio. Necesitamos representantes que valoren el esfuerzo de todos los peruanos, sin importar su ocupación o nivel educativo. Hacemos un llamado a la ciudadanía a rechazar este tipo de actitudes y a exigir una política más inclusiva y respetuosa. Los agricultores y ganaderos del Perú no merecen ser menospreciados por quienes deberían servirles. Merecen líderes que reconozcan su valor y trabajen para mejorar sus condiciones de vida. Y, sobre todo, merecen una educación que no sea el producto del fraude, sino de la honestidad y el esfuerzo, valores que ellos mismos encarnan cada día. ¡Basta de desprecio! ¡Basta de arrogancia! El Perú profundo merece respeto, y es hora de que la política nacional refleje eso.


ACUÑA! NUNCA MÁS!!

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