Opinión

A que no te lo contaron, de Freddy Quillay Alfonzo

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Quillay Alfonzo nos sorprende esta vez con un manojo de cuentos naturalistas, llenos de chispas y enseñanzas que podrían estar en el mejor plan lector (el ministerio de Educación debería ponerse las pilas de una vez y ponerlo en las currículas). Aunque su público lectoral no se circunscribe únicamente a los colegios o las universidades; hasta se podría decir que estas historias deberían ser leídas por los abuelos a sus nietos casi como una obligación o un expertise de lo que es la vida.

Aquí se cuentan cosas sencillas pero profundas. Ese A que no te lo contaron es justamente el vacío de la realidad que se nos pasa por las narices y no nos damos cuenta o lo ignoramos olímpicamente porque es natural hacerlo, porque no debe importarnos, porque es mejor hacerse el desentendido. Por ejemplo, la educación, el saber, la literatura, la ciencia o las matemáticas. ¡O el desconocimiento en la preparación un plato de sopa! Y el hecho que a un profesor le de igual si los alumnos aprenden o no, debería ser considerado un crimen. Así como también no atender a un perro atropellado en la pista.

Quillay se da cuenta de todo esto y ha decidido llamarnos la atención, hacernos ver casi con una lupa o un espejo esto que está pasando ahora mismo y que, aun siendo literatura, es reflejo cóncavo o convexo de nuestra sociedad donde los sentimientos más puros son pisoteados o no nos sirven en nuestro diario trajinar porque aquí la maldad, el odio, la corrupción y el deterioro moral son el pan de cada día.

Y es necesario rescatar al amor, así, aunque suene cursi y trasnochado o sea una verdad de perogrullo: “El amor es el sentimiento más puro y más sublime con el cual la naturaleza nos ha dotado, está presente desde el momento que nacemos hasta el día de nuestra muerte. Amamos las cosas, amamos los animales, amamos a otras personas; nos amamos a nosotros mismos, y maravilloso es el amor puro y sincero por otro ser, ese que nace de pronto, o ese que se construye día a día. El ser humano que destruye el sentimiento del amor que es innato, reemplazándolo por el odio y el rencor, no vive, muere dada día consumido por esos sentimientos infames con los cuales no se nace, sino que se aprende en la sociedad” pag. 39.

A que no te lo contaron editado por Luz de Agosto Editores que afablemente dirige el narrador Jack Flores, ha tenido un acierto con este libro, no solo porque este tipo de literatura no escapista, nos sumerge de llano en la crítica sino porque ayuda a construir una identidad que ahora más que nunca está diluida o es inexistente y ha sido borrada de un brochazo por quienes deberían velar por la conciencia de un país o nación.

La literatura de colegios —y lo sabe bien Quillay que es profesor de literatura— está más abocada en piratas, dragones, monstruos o zombis. La internet bombardea a los niños o jóvenes con juegos absurdos o perversos, dota, etc., donde se naturaliza el crimen, la idiotez o la pérdida de tiempo. Y donde las expectativas de las nuevas generaciones no son aprender ni tienen nada que ver con la ciencia, la literatura o las artes. Sino que tienen que ver con alcanzar el éxito lo más antes posible: ser futbolista, cantante de reggaetón o tener una página en Onlyfan. Tener plata y fama cueste lo que cueste.

Y por eso y más, A que no te lo contaron es un libro que lucha a contracorriente, un salmón yendo a cuesta arriba para dejarnos sus frutos. El último de los mohicanos que todavía cree que la literatura sirve para algo. No lo perdamos de vista.

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