La imagen que difunde la flamante presidente de la República, es la de una señora desconcertada que no sabe qué hacer. Es una imagen falsa de alguien que proviene de un gobierno, el de Pedro Castillo, que se esmeró en difundir imágenes falsas y discursos ajenos a la verdad. Castillo decía una cosa y hacía otra. Dina Boluarte —su vice presidente y ministra vigente desde el inicio— de pronto aparece convertida en una señora ingenua, de voz meliflua, que no sabe qué hacer pero su real carácter es explosivo y sus ideas confrontacionales.
La pregunta ¿a qué juega Dina Boluarte? es necesaria. Ningún político y menos quien asume la Presidencia de la República, deja que se convulsione un país durante varios días sin hacer absolutamente nada. Boluarte ordenó que la Policía Nacional no use ni siquiera perdigones de goma poniendo a sus efectivos en inferioridad de condiciones frente a una asonada manejada por radicales del Movadef. ¿Quién es su silencioso ministro del Interior? El general Cervantes, aquel que quiso desarmar la institución policial en el Gobierno de Sagasti.
Varias voces del Consejo de Ministros señalan (en privado) que es Boluarte quien no ha querido tomar ninguna decisión concreta que involucre a la Policía y a las Fuerzas Armadas en protección de la seguridad interna del país. No debemos olvidar que es una posición irresponsable porque el Perú ha padecido el terrorismo y, en el último proceso electoral, tuvo participación directa el Movadef, ese brazo político heredero de Sendero Luminoso y al que perteneció Pedro Castillo. Súmese que Vladimir Cerrón y compañía nunca han ocultado que buscan “la revolución”.
¿Cómo se entiende que la hoy presidente Boluarte se ponga en el rol de espectadora de las violentas asonadas? ¿Cómo se entiende que finja candidez diciendo: “No entiendo por qué mis hermanos apurimeños se levantan en contra de su paisana”. Nadie reacciona así cuando hay muertos de por medio y menos una mujer que integra el radicalismo de Perú Libre. ¿Cuál es su verdadero rol?
Si repasamos sus actos en los primeros días de gobierno, vamos a hallar hechos sorprendentes. Ha dicho sobre Pedro Castillo: “Me duele y consterna que esté detenido. Yo no me he peleado con él. Yo lo he acompañado hasta dónde pude acompañarlo para que no cometa errores como Presidente”. ¿Y la red de corrupción que Castillo estableció en ese gobierno? Sobre ese tema no marca distancias. ¿En qué lo aconsejó? ¿En el robo? Boluarte ha dicho algo peor. Señaló en referencia a los tuits y cartas de Castillo que se han difundido: “Lo siguen utilizando, lo siguen manipulando al Presidente”. ¿Significa que Boluarte piensa, al igual que Bermejo y Bellido, que Castillo no quebró el orden constitucional de manera consciente? ¿Qué no es responsable de nada ni siquiera de intentar fugar?
Hay un dato resaltante que desde su flamante cargo, Boluarte no debería permitir pero permite: Pedro Castillo ha recibido 139 visitas en la Dinoes. Alguien que rompió el orden constitucional no puede tener el privilegio de recibir mas de un centenar de visitas en medio de una ola de violencia. Esas visitas tienen relación con los actos violentos. Y eso está refrendado con la proclama que el juez San Martín, de manera irresponsable, le permitió a Castillo en plena audiencia judicial.
Otro ámbito que hay que tomar en cuenta es la relación de Dina Boluarte con Vladimir Cerrón. Por más que públicamente finjan que están peleados, téngase en cuenta que ella está involucrada con la organización delictiva de Cerrón “Los dinámicos del centro” y todo cómplice termina siendo un rehén al que pueden chantajear.
Las decisiones de Dina Boluarte están yendo en función de lo que desean radicales como Cerrón, Bermejo, Bellido. ¿De qué manera? Primero sostuvo que se quedaba en el cargo hasta el 2026. Los tres personajes mencionados chillaron y ella cambió y pasó al adelanto de elecciones a abril 2024 y ahora admite acortar más el plazo a diciembre 2023. Curiosamente, el mismo plazo que acaba de pedir la bancada de Perú Libre.
¿Quiénes son los directamente interesados en convocar a elecciones cuanto antes? Cerrón, Bermejo, Bellido y los que encabezan las violentas asonadas. Si se revisa lo que están difundiendo los subversivos en redes sociales del interior del país, se encuentran afirmaciones como esta: “Siempre dijimos que existen dos caminos: el camino burocrático y el camino revolucionario. Optemos por el segundo, porque quienes optaron por el primero ya han visto reducirse sus propias organizaciones a la mínima expresión. El camino revolucionario hoy es la insurgencia popular, el poder popular, la lucha por una nueva Constitución”. Versión modernizada de Sendero Luminoso.
Si tenemos en cuenta que la decisión de decretar el Estado de Emergencia ha sido impulsada por Luis Otárola, el ministro de Defensa, a pesar de la oposición de la actual presidente de la Republica, cabe la pregunta ¿a qué juega realmente Dina Boluarte? Cuando alguien que ejerce el más alto cargo no presta interés a los ciudadanos muertos, a las poblaciones atacadas, a la gente varada en las carreteras, a las empresas incendiadas, a los aeropuertos tomados y, durante varios días, deja que avance la violencia negándose a ordenar el accionar de las fuerzas del orden a pesar de los reportes sobre la presencia del Movadef y ex reclusos de Sendero Luminoso, ¿a qué juega?
La asonada de violencia que se está dejando avanzar apunta a una ruptura del orden para exigir elecciones con Asamblea Constituyente, es decir, la exigencia de Castillo, Cerrón, Boluarte y Perú Libre desde la campaña electoral. Ese es el juego al que está apuntando Dina Boluarte. Cuando un político —más aún alguien de origen radical como Boluarte— finge olvidar la importancia del principio de autoridad y deja avanzar la violencia, no es, nunca, una casualidad. Detrás está el objetivo de pretender una Asamblea Constituyente con el argumento de la violencia y el orden social quebrado.
¿Logrará imponerse el ministro de Defensa frente a la presidente de la República para frenar de una vez la asonada de violencia?