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À l’abordage!, de Guillaume Brac (2020)

Lee la crítica de cine de la semana de Mario Castro Cobos.

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Aprovechando que las comparaciones son odiosas diré que Brac nunca será Rohmer —pero también diré que a más de uno le gustaría ser Brac—, y con razón. Los personajes de Brac no son tan bonitos como los de Rohmer ni tan tampoco tan filosóficos, pero tienen lo suyo. De eso no hay duda. Brac trabaja los encantos de la ligereza en el límite cimbreante de la trivialidad. Claro. No todo es pesadez, gravedad, manía de profundidad, búsqueda de la complejidad, aspiración a la trascendencia, extrañeza radical por el misterio del mundo y la existencia y blablablá; valores que pueden hacer, en la visión de algunos, a una película neta e incontrovertiblemente superior a otra sin esas características. Críticos serios, que les dicen.

Así que saltando al otro lado de la cerca… ya que somos también (dicho sea como al pasar, y sin ningún pesar) animales con deseos a menudo contrariados de relacionarnos, lo cual está muy bien (lo de querer relacionarnos —digo— y no lo de sentirnos contrariados), pues claro que también está muy bien una película sobre eso. Le pasa a cualquiera, y no es -aunque parezca- un tema cualquiera. Se juega mucho de la vida en este tipo de situación. Eso sí, se ha tratado muchas veces de cualquier forma… El abordaje más interesante, y tal vez a eso se refiere también el título de la película, es justo el abordaje de este tema.

Hay que decir que lo que se logra con la fuerza de la espontaneidad de las actuaciones (que por varios momentos roza lo cautivante) es un punto no solo de gran importancia sino que resulta absolutamente central. También es verdad que la lograda inocencia de los personajes (no simpleza) así como la puntualidad sin grandes dramas de sus propósitos veraniegos resultan bastante creíbles incluso un poco más alá de las convenciones de cómo se construye una comedia.

Lo que más me importa de esta experiencia va en esta línea, me refiero a cierta delicadeza en el trazo de los personajes. Pues parecen ser una cosa y acaban siendo otra. Revelan cosas profundas de sí mismos en actos aparentemente triviales que solo pueden reconocerse desde una apreciable capacidad de observación. Una película, en suma, de alguna curiosa manera triunfalmente idílica y no dominada por la angustia, a la vez realista, celebrando relajadamente el lado más amable de la vida, a estas alturas tiene algo de rareza.

Puede verse aquí hasta el 14 de febrero
https://www.myfrenchfilmfestival.com/es/

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