La seducción de una voz. Meditativa, atenta al pequeño detalle inesperadamente significativo, transportándose al roce con la utopía como el cuerpo más deseado. El sueño noble y urgente de cambiar el mundo. Unas imágenes medio magulladas, mal filmadas, amateurs, no importa, la voz las redime, las contextualiza, las transforma. Esta es una película de lectura de imágenes. La voz infatigable comentadora de imágenes, la voz rescatadora de sobras del infinito abismo de lo banal. Claro, y en un momento dado uno tiene la impresión de que Moreira Salles podría comentar sutil e inteligentemente cualquier imagen a su disposición.
Desde dónde habla. Desde la disolución melancólica de la alegría, alegría que tanto admira, que detecta en su madre, en su viaje a China, y en los digamos revolucionarios de mayo del 68. A diferencia de las imágenes de Brasil y de Checoslovaquia. Alegría, pero también melancolía, melancolía muy consciente y casi dulce como si todo fuera un sueño y las imágenes flotando en el mar de la voz que las sostiene y en cierto sentido las devora fueran como el danzante polvo cósmico de galaxias para siempre perdidas.
Momentos clave: el encuentro -desencuentro- entre los jóvenes estudiantes digamos revolucionarios y los obreros. Los obreros dicen de ellos: “nuestros futuros patrones”. Otro momento: una mujer, trabajadora de una fábrica, protestando por la claudicación, por el fin del sueño, por la infame vuelta a la normalidad. Por la pervivencia de la infame explotación. Otro momento: un hombre que afirma de sí que no es un intelectual, y que no lo es por tener un trabajo que no le deja tiempo para nada, es decir, por pertenecer a otra clase social. ¡Los que no tienen voz ahora hablan! De la realidad del ‘orden social’, de la verdad de la lucha de clases, de su esperanza, de su dolor.
Patético lo de ‘la cara’ de Mayo del 68, Cohn-Bendit, auspiciado por Paris Match en su viaje-huida a Berlín.
Recuerdo una frase de Dante (que no aparece en la película): “Ningún dolor más grande que recordar en la miseria el tiempo feliz”.
En efecto, Mayo del 68 dejó alcohólicos, drogadictos, locos suicidas y políticos tradicionales, entre quienes sobrevivieron (o no) a la experiencia.
Si la película me deja, sin negar su estatura, la sensación de un hueco en ella, y en mí, tal vez sea porque queda una tarea ineludible AHORA, y no en el intenso antes del que habla el director.