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20° Festival de Cine de Lima: “Desde allá”, voyeurismo marginal

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Venezuela vive en la actualidad un conflicto social y  una crisis económica que se resiste a su fin de ciclo, pero aun así, su literatura y su cine permanece vigoroso, provocador y clasista.

Desde allá, es la película venezolana dirigida por  Lorenzo Vigas, un cineasta que trae bajo el brazo el premio León de Oro, a mejor película en el Festival de Venecia. Vigas se hizo conocido hace unos años por su participación en el Festival de Cannes con su cortometraje Los elefantes nunca olvidan. Y ahora su filme llega al Perú para participar del 20° Festival de Cine de Lima.

Siempre me parece importante el inicio de una película, los cineastas deben de entender que los primeros minutos no solo deben servir para poner los créditos, sino también para conectar al espectador a una nueva atmósfera. Vigas logra esa conexión, sabe componer, manejar el ritmo y sorprender en los primeros minutos, pero luego toda esa fuerza se va desvaneciendo.

Desde allá, tiene muchas semejanzas a la película colombiana La virgen de los sicarios, del cineasta Barbet Schroeder, basada en la novela del escritor Fernando Vallejo. Por momentos la sombra del filme colombiano aparece fuertemente entre las calles, la amistad de los dos personajes principales, el sexo y  el voyeurismo marginal  que busca saciar el deseo carnal. A comparación de Miroslav Tichý, la mirada homosexual recorre la piel de los jóvenes a cambio de unos billetes.

En las actuaciones el chileno Alfredo Castro, recordado actor de películas como Post Mortem, Tony Manero y Club, entre otras de Larraín, sigue sorprendiendo por su solvencia frente a las cámaras. De la misma forma el joven actor venezolano Luis Silva, se pone a la altura de las circunstancias manteniendo un alto nivel interpretativo de principio  a fin. Logrando además, un final inesperado que ayuda a sacudirse de su sombra colombiana.

La cinta es una interesante forma de descubrir algunos placeres, aberraciones o diferentes gustos del ser humano, pero también hay un trasfondo político que se mantiene latente mediante el poder económico. Aquí no hay amor ni desamor, aquí compra el que puede y se vende el que quiere.

En el filme la violencia no se expresa entre disparos y charcos de sangre, la violencia aquí es social, económica, política y sistemática. Un sistema que te va mordiendo hasta devorarte.

 

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