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20° Festival de cine de Lima: “Boi Neon” el lado animal que todos llevamos dentro

Published

8 años ago

05/08/2016

En un poblado de Pernambuco se practica una especie de rodeo en el que dos jinetes derriban a un buey cogiéndole de la cola. Allí se encuentran un sinnúmero de personajes variopintos que superviven en medio del polvo y el calor.

Iremar (Juliano Cazarré) es un rudo preparador de bueyes de las Vaquejadas, y sueña con ser un próspero diseñador de ropa para mujeres. Él vive con Galega (Maeve Jinkings) y la pequeña hija de ésta: Cacá (Alyne Santana). Su rutina es simple, y carente de emociones; sin embargo, él mismo se da tiempo para creárselas, como cuando coge la revista pornográfica de su amigo Zé (Carlos Pessoa) para dibujar los cuerpos de las chicas desnudas con el afán de crear sus eventuales diseños de lencería.

Ellos viven en un camión convertido en carromato; mientras Cacá discute seguido con su madre y le dice puta, cuando observa que ésta compra 5 diminutas bombachas a un vendedor ambulante de la zona. Galega durante el día conduce un camión, y en la noche baila en un club con ropa sexy que le confecciona el propio Iremar en su artesanal cosedora.

El cuerpo cobra un protagonismo importante en la cinta, a través del realismo en sus exposiciones, como la escena en que todos los hombres del rodeo se bañan en grupo desnudos, dando muestras de su estado primario, y sexuado. Así se logra inyectarle cotidianeidad documental a la cinta; igualmente, la escena donde Iremar tiene sexo explícito sobre una mesa de trabajo de confecciones con una embarazada Geise ( Samya De Lavor); o el momento donde Galega preocupada por su estética intima se depila el pubis en la cabina del camión, mientras Cacá la interrumpe para pedirle unas herramientas. Asimismo, en otra escena se intenta cumplir un reinventado culto al falo, cuando masturban a un caballo para preservar su semen; precisamente el caballo representa el empoderamiento, el vigor y la belleza que están caracterizadas en el sensual Iremar.

Gabriel Mascaró en esta película retrata un mundo real, de personajes simples que además de vivir conformes con lo que tienen; aspiran también a ascender hasta cumplir sus sueños.

Boi neón (el título en español es Neón Bull) es un filme plagado de símbolos, y situaciones peculiares que consigue mantenernos identificados con cada una de ellas. Asimismo, los colores de los neones nocturnos le dan esa atmosfera medio surrealista, que contrarresta las falencias de sus parajes, para añadirle porciones de sofisticación; como si por momentos nos encontráramos en un contexto citadino.

Por su parte, las actuaciones están perfectamente logradas de parte de todos sus protagonistas.

El trabajo de Diego García en la fotografía es cuidosamente artístico, a tal punto de mezclar sutilmente los colores de dos mundos paralelos: el laboral con destellos de marginalidad; y el que no está “lejano”; ese que al salir del pueblo está plagado de glamour.

Boi neón ganó varios premios en 2015, entre los que se encuentran: el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia en la Sección Horizontes; el Premio Sección oficial largometrajes a concurso en el Festival de Gijón; el Premio Coral Especial del Jurado en el Festival de La Habana, y 4 Premios, incluyendo el de mejor película en el Festival de Río de Janeiro. Y esta vez se encuentra en la Competencia oficial de ficción del 20° Festival de Cine de Lima, y sin duda está entre las favoritas para obtener el galardón.