El pasado 18 de abril, se celebró los 20 años de convertibilidad de la Educación Básica Alternativa. ¿Qué clase de celebración es posible cuando más de 9 millones de peruanos siguen esperando su turno para aprender lo básico mientras enfrentan la violencia urbana como peaje adicional por su deseo de superación? Además de ser motivo de celebración por quienes lograron egresar de los CEBAs del país y por los maestros que lo entregaron todo por esta modalidad, deben ser también una oportunidad para una profunda reflexión.
El Vía Crusis de nueve millones de peruanos continúa. Veinte años después de la creación de la Educación Básica Alternativa (EBA), solo 180,000 compatriotas han logrado escapar de este calvario este año 2025. El resto sigue cargando su pesada cruz por un camino de piedras afiladas y promesas incumplidas.
¿Acaso no resulta profundamente simbólico que este aniversario coincida con el Viernes Santo? Ministro Morgan Quero, ¿por qué los ha abandonado? Como en el Vía Crucis bíblico, millones de peruanos recorren su propio camino doloroso hacia una educación que nunca llega, cayendo una y otra vez bajo el peso de un sistema que les ha dado la espalda.
He visto con mis propios ojos. En comunidades rurales donde los adultos mayores susurran con vergüenza que nunca aprendieron a leer. En barrios marginales donde madres solteras abandonan los programas educativos porque deben elegir entre aprender o alimentar a sus hijos y el Ministerio de la Mujer sin inmutarse, sin una respuesta.
El Ministerio de Educación, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, y el Ministerio del Interior se lavan las manos como Pilatos mientras firman presupuestos que condenan a millones a la ignorancia. Estos mismos ministerios, creados supuestamente para apoyar a las poblaciones vulnerables, garantizar la educación y velar por la seguridad ciudadana en Perú, traicionan su misión fundamental con cada decisión presupuestaria que toman.
La Educación Básica Alternativa, se ha convertido en la quinta estación de este Vía Crucis moderno, sus aulas están semivacías, reflejo visible de un fracaso sistemático. Mientras todos celebran aniversarios con discursos grandilocuentes sin la más mínima autocrítica y sin asumir el reto pendiente, la EBA languidece con apenas el 2% de cobertura efectiva entre quienes deberían beneficiarse de ella. Y para colmo, aquellos que se atreven a perseguir esta educación deben arriesgar su integridad física cada noche, transitando calles peligrosas sin ninguna garantía de seguridad.
El Ministerio del Interior, ausente cuando más se le necesita, abandona a los estudiantes de EBA a su suerte, convirtiendo el simple acto de asistir a clases en un ejercicio de valentía extrema. Madres, padres y jóvenes trabajadores caminan bajo la sombra del miedo, cargando no solo sus cuadernos sino también la aprensión constante de convertirse en víctimas de la delincuencia.
Los congresistas ya nos han negado dos veces al no interpelar al ministro Morgan Quero, recordándonos el camino hacia la triple negación de Pedro a Jesús. Su inacción permite que la incompetencia continúe causando estragos en nuestro sistema educativo. Nos preguntamos los peruanos: ¿a la tercera irá la vencida? ¿O completarán, como Pedro, la tercera negación, siguiendo como cómplices silenciosos de este abandono sistemático? Quizás tengan otro plan: ¿ir primero por la ministra del MIDIS y luego por Educación? Su cálculo político representa otra estación en este Vía Crucis educativo que parece no tener fin, mientras más de 500 estudiantes son víctimas de violencia sexual en Condorcanqui, las escuelas sufren amenazas del sicariato y los resultados en evaluaciones nacionales siguen siendo desastrosos.
¿Alguien ha escuchado a un solo candidato presidencial hablar con pasión sobre la Educación de las personas jóvenes y adultas? Es más sencillo prometer carreteras que construir políticas en favor de los más desfavorecidos. López Chao, Hernando de Soto, Lopez Aliaga, César Acuña, entre otros ¿Tienen una agenda para cerrar la brecha educativa de los 9 millones de peruanos sin educación básica?
Con una corona de espinas, de estación tras estación, nueve millones de peruanos son víctimas del analfabetismo funcional, condenados a aceptar trabajos precarizados mientras protagonizan su propio calvario educativo. Lo he comprobado personalmente. Cada peruano sin educación básica queda condenado a una vida de vulnerabilidad y pobreza. Una condena que se transmite generacionalmente, donde hijos y nietos heredarán la misma cruz.
Cada EBA por falta de fondos, de estudiantes, corre peligro de cerrar. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando este sacrificio colectivo? ¿Cuántos talentos permanecerán enterrados en la tumba de la ignorancia forzada?
Veinte años de la EBA y ni una palabra de la presidenta Dina Boluarte. Ni uno solo de esos eslóganes vacíos que el ministro Morgan Quero reparte como caramelos en cada aparición pública. ¿Dónde quedó su entusiasmo para gritar «¡Qué viva la Educación Básica Alternativa!»? Esa frase sí que era pertinente, no lo fue su «¡Qué viva el autismo!». Para estos nueve millones de peruanos olvidados no hubo palabras de aliento, solo un silencio que confirma su irrelevancia política.
Este Vía Crucis educativo puede terminar con voluntad política. Necesitamos políticas públicas que hagan posible el retorno de los 9 millones de peruanos excluidos del sistema. Es urgente declarar en emergencia la Educación Básica Alternativa, aumentar su presupuesto, descentralizar efectivamente sus programas, dignificar sus espacios educativos y elevar esta modalidad al mismo nivel de prioridad que la educación regular.
Si Cristo resucitó al tercer día, ¿por qué nueve millones de peruanos deben esperar veinte años —y contando— para ver resucitar su derecho a la educación? La respuesta, dolorosa pero clara, es porque el gobierno de Dina Boluarte los ha abandonado en su calvario. Les hemos dado vinagre cuando pedían agua. Los hemos negado tres veces de nuestras políticas públicas. ¡Hasta Cuando!