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19 FIL de Lima: Se presentó el libro sobre Javier Heraud “Entre los ríos 1947-1963”

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Cecilia Heraud, profesora, editora, y correctora de textos,hermana del desaparecido poeta Javier Heraud, presentó en la FIL el libro “Entre los ríos 1947-1963”, la primera edición ya había sido publicada en el año ochenta y nueve, y en esta ocasión, el libro se encuentra enriquecido con testimonios, fotografías, y manuscritos inéditos sobre la vida del poeta.

La mesa fue compartida, además de la autora, por el crítico Ricardo Gonzales Vigil, y el psicoanalista Eduardo Montagne.

La primera intervención, estuvo a cargo de Gonzales Vigilque no escatimó elogios para referirse al libro que apareció en una primera versión hace veinticinco años, y recordó que él pudo comentarlo en esa ocasión en una columna de un diario. También resaltó la relevancia del libro, y que hoy viene enriquecido con mayor material.

Recuerda, que cuando él estaba en la secundaria, ya había leído el poema el Rio, y sentía sorpresa que unpoeta tan joven escriba tan bien. Pues, reconoce que siempre sintió mayor admiración por la poesía de Heraud, y no se encuentra entre esos críticos que solo dicen, –sí, estaba bueno, ese chico prometía—porque para él, Heraud siempre fue un poeta indispensable, y el símbolo mayor de la generación del sesenta, a pesar de ello, también admira muchísimo a Cesar Calvo, Antonio Cisneros, Luis Hernández, y Rodolfo Hinostroza, pero, no entiende, por quéla poesía de Heraud no ha estado en muchas muestras que se han publicado en el extranjero, pues, le parece un poeta muy maduro, al margen de su edad, porque ya había hecho una obra perdurable, y además, representó notablemente la capacidad de juntar el conocimiento profundo de la poesía de otros siglos, con la poesía contemporánea, tanto la hispanoamericana, como la de Vallejo, o Neruda, como la poesía española, sobre todo, la de los grandes autores de la generación del veintisiete, incluso, la de un poeta un poco menor, como lo fue Miguel Hernández.

Y Heraud, supo todo eso tempranamente, desde los dieciocho años,y ya lograba con un ritmo muy suyo hacer el verso breve y ágil de Pedro Salinas, y de las odas elementales de Neruda, hacerlas suyas y ponerle un sello personal. El libro de Cecilia, sigue el entorno familiar, el colegio, la casa, y los pasos, y con un gran esmero introduce textos de la época escritos por Javier.

Ricardo no llegó a conocer personalmente a Heraud,pero, siempre le quedó el misterio de ese alguien que tiene algo inexplicable por dentro, lo que García Lorca llamaba “El duende”, y Lorca mismo lo tenía, porque, ¿quién no quiso y admiró a García Lorca? Y el gran trabajo de Cecilia ha consistido en recoger todos esos testimonios de amistad de gente famosa como Mario Vargas Llosa, que en varias ocasiones estuvo vinculado a Javier, y a maestros universitarios como el recordado Luis Jaime Cisneros, y Armando Zubizarreta, que también fueron maestros de literatura de Ricardo. También mencionó al mítico Alfonso Cobián, y que en esa época el propio Heraud lamentó la muerte de Cobián, un dirigente estudiantil de la facultad de Filosofía de la Católica, que se fue muy joven.

Ricardo resaltó esas tempranas perdidas, incluso, la deValdelomar, que murió a los treintiún años, y Vallejo, a los cuarenta y seis, y lo de Javier Heraud, sí que fue un caso extremo, a los veintiún años. Entre los materiales nuevos del libro, se encuentra un hermoso poema de amor que Heraud le dedicó a Adelita T, y que además, ella misma responde en el libro con un texto bellísimo, un testimonio de cuatro páginas, develando así, ser un alma gemela de Heraud, y reconociendo que tampoco ella se identificaba mucho con los poemas comprometidos que Heraud firmaba como Rodrigo Machado, –no es Javier– dice ella. Ricardo leyó unas breves líneas que Adelita T escribió sobre Heraud, y que también muestran una vibración poética:

“Sus manos delicadas, elegantes, y a la vez poderosas, alargadas y suaves, hechas para la caricia, trasmitían cosas, cuando mencionaba a su hermano Gustavito, hablaban de cariño, o repetían lo que él decía en El Rio, a veces soy tierno y bondadoso, era capaz de entregar ternura sin avergonzarse, andaba a grandes trancos con un libro bajo el brazo siempre, a veces llegaba a clases con un fajo de papeles junto al libro, durante la noche copiaba poemas de Machado, Salinas, Hernández, y algunas de Shakespeare en inglés, imagino que practicaba como practican los pintores copiando a los maestros para hacerse la mano, pero él era un creador neto, y la poesía le fluía por los poros sin esfuerzo, leía con denuedo durante la noche sin hacer alarde jamás de su amplísima cultura, era modesto y disciplinado, entre clase y clase, los amigos solíamos reunirnos en pequeños corríos en los patios de la universidad simplemente para conversar, todos hablábamos a la vez, sorprendidos cómo estábamos de la vida, y los descubrimientos que iba descubriendo nuestra juventud, qué alegría de vivir, y cuánta risa, Javier siempre presente hablaba poco, pero cuánto sabia escuchar, y con su sonrisa socarrona que nunca llegaba a risa completa, soltaba una frase que calaba hondo, quizá a algún desliz de un profesor, o circunstancia del día, observaba con detenimiento a la gente, y tenía un fino sentido del humor”. 

EduardoMontagne, aludió que en el libro van a encontrar muchos datos, no solamente de la poesía de Heraud, sino, de su vida íntima, y familiar, en sus afectos, en sus ideales, en sus utopías. Es como un retrato de todo lo que representa él. Como psicoanalista a Montagne le interesaba saber cuál es la dinámica del retrato interno del psiquismo de este hombre joven que a los veintiún años ofrendó su vida, según, lo que él pensaba en ese momento, en un cambio radical, de lo que observaba en las injusticias que se daban en este país, y que por lo improvisado de las circunstancias, le llevó a la muerte, en el año sesenta y tres, cuatro después, de la Revolución cubana.

Cecilia, la autora del libro, nos contó un poco el proceso que le llevó a presentar la obra, tal idea se le vino, cuando muchos jóvenes universitarios, visitaban su casa para buscar a su padre, y posteriormente a ella, para que les hablase de su hermano Javier, y siempre, le preguntaban: cómo se portaba él como hermano, entonces, ella pensó, que si llegara a publicar algo escrito sobre él, diría: –Miren, lean esto, aquí está Javier, o al menos como yo lo recuerdo–. El trabajo de investigación comenzó en su casa de la calle San Martin, en la casa muerta, y ahí ella encontró pistas, por ejemplo una carta de José Luis Rivarola, otra de Luis Loayza, incluso, un papelito con sus indicaciones sobre la entrevista que Vargas Llosa le hizo a través de la radio en televisión francesa, también, fotos de su viaje a Huánuco, a Moscú, y a París. Está también un poema titulado La casa de Mozart, donde relata su paso por Viena, o el poema donde narra la visita que hizo con Luis Loayza, a la casa de Marcel Proust, también muchas cartas de Loayza fechadas en el sesenta.  Y encontró también una nota escrita por su hermano que le escribió a Proust, en el que le agradece por la novela. Y todo eso la lleva a pensar, que la obra aún no está terminada, y que si alguien la contacta, habrá quizá más que contar sobre Javier Heraud.

En esta edición, Cecilia ha insertado fotos inéditas encontradas en los cajones de la casa con el paso de los años, como los paseos de los seis hermanos cuando niños, con su padre.Y Adelita T, el gran amor de su hermano que colaboró con ella para insertar nuevas epístolas, y una foto inédita de los dos, quizás, la única que exista.

La carta de su padre Alfredo Beltrán, contó Cecilia, cuando regresó de Puerto Maldonado, fue de una entereza ejemplar, él se dedicó a mantener el recuerdo vivo de su Javier, y abrió las puertas a todos los que querían saber sobre su hijo, y les hacía ingresar a su dormitorio con su alta ventana mañanera, y pedía libros y los regalaba como podía; fue entonces, que a partir de la muerte de su padre, ella sintió fuerzas y comenzó a pensar en la versión escrita de esas vivencias, y cuando muere su madre en el año dos mil nueve, y al encontrar fotos y recuerdos de su infancia, ella decidió recrear la primera edición, y luego surgió el libro que hoy presenta nuevamente.

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