«La Jaula de oro es un homenaje a los inmigrantes»
Entrevista Luis Felipe Alpaca
Fotos Erick Cuichap
El director Diego Quemada-Diez, es un poeta del cine, y un cuestionador incansable de la maquinaria comercial que le rinde tributo a la globalización. Para ello, se ha propuesto a contarnos la historia de los inmigrantes centroamericanos que día a día viven el riesgo mortal de no regresar, solo por intentar buscar un mundo mejor. Y La jaula de oro, su ópera prima, ya está dando que hablar en el Festival de Cine de Lima.
Naciste en España pero hoy eres mexicano ¿Qué buscabas?
Me fui de mi país buscando una vida mejor, huí de alguna manera de la muerte de mi madre, y me fui a vivir a los Estados Unidos, y estaba muy influenciado por la música estadounidense, y por el cine, y muchas cosas que uno piensa que se va a encontrar allá; y ese proceso mío de aprendizaje de decir: ese lugar ideal no está fuera de ti, no está en un lugar concreto. Porque eso provocaría que fuera una búsqueda insaciable, y la felicidad no está en un lugar concreto.
¿Cómo te surgió la idea de la Jaula de Oro?
A partir de una reflexión personal, traté de combinar el viaje heroico de los inmigrantes, y pensé que iba a ser un poema épico. Y al final todos vamos a enfrentar la muerte algún día, pero ellos deciden voluntariamente enfrentar la muerte, y jugarse la vida por ayudar a sus seres queridos ante la impasibilidad de los países expulsores y receptores, y no se está haciendo nada de esta problemática de la globalización, de la desigualdad social, del norte y sur, y ellos desafían la legalidad solo para ayudar a su gente; y de hecho existen teóricos que dicen que si no fueran por las remesas en los países de Sudamérica, pues, ya habrían revoluciones desde hace muchísimo tiempo.
¿Te implicó mucho tiempo cristalizar esta reflexión hecha película?
La investigación me ha llevado más de siete años, y me dije, voy a humanizarlos, quiero hacerlos héroes, pero también poder matizar, y les quiero poner defectos, pues, de alguna manera no hacerlos perfectos, sino hacerlos humanos.
Lo que traté con la película es contar un viaje personal e interno mío, además del viaje de los inmigrantes, y hacer una combinación entre el otro, y yo. Y uno trata de recopilar testimonios como una esponja, e irse empapando, y luego pasarlo a través del sentimiento personal para poder contar una historia que pueda llegar al corazón de las personas, y que también pueda provocar reflexión sobre esta problemática. Pero siempre partiendo de una cuestión muy personal porque todos tenemos sueños, y necesidades personales.
¿No sentiste esa inseguridad de cómo podía terminar el proyecto final, por el simple hecho de ser un tema tan tocado como complicado?
En el 2003, cuando yo empecé a investigar este tema, yo estaba en las líneas del tren en Sinaloa con unos amigos, y llegaban siempre los inmigrantes, y nos pedían comida, tortillas, agua, zapatos, y en esa época nadie hablaba de ese tema, ni salía en los periódicos, ni se publicaba en ningún lado, y así ha sido en los últimos años.
Y en esos momentos yo mismo me decía: tengo que comunicar a otros lo que viven estas personas, y ya luego se hablado mucho del tema, y allí fue donde mucha gente me dijo: para qué iba a hacer otra película más de inmigrantes, y eso me hizo pensar primero que no debía hacer la película. Pero yo sabía que lo que yo iba a contar no tenía nada que ver con lo que contaba el resto, y la problemática de la inmigración como decía Kapuscinski, es el problema más importante del siglo XXI.
¿Crees que Estados Unidos en el fondo alimenta la exclusión?
Hay una gran hipocresía de cómo se plantea todo esto de la libertad, y los derechos humanos, cuando la realidad la vemos todos los días con Estados Unidos. Los políticos hablan unas cosas muy bonitas, pero la realidad es que sus acciones no tienen ninguna coherencia; por ejemplo, con Obama, las deportaciones en los Estados Unidos nunca antes han sido más altas, y él también habla de la defensa del medio ambiente, cuando en realidad se halla apoyando la manipulación genética de los cultivos.
¿Qué es hacer cine?
Yo trato de reconocer que el cine es un arte totalmente manipulador, porque cuando el público está dentro de una sala oscura, con las luces apagadas, y solo le mostramos una pequeña parte de la realidad, y el espectador nos está abriendo y mostrando toda su inocencia para que nosotros depositemos en ellos una determinada visión del mundo. Y decía mi poeta favorito que la manipulación del espectador en el cine es solo justificable cuando existe un gran motivo poético.
¿Y Hollywood?
Yo creo que mucho de lo que hace este cine, es que nos idiotiza, y quiere que perdamos esa capacidad reflexiva, o crítica.
¿Y el cine independiente?
Parte de lo que nosotros estamos haciendo es heredero del neorrealismo italiano, porque queremos hacer un cine que está comprometido con las cosas de la gente. Y de alguna manera se quiere provocar empatía por el otro, y tratar de producir mayores conexiones, y puentes. Y en el caso de La jaula de oro, es lo que tú puedas sentir por un indígena, a partir de ese conflicto entre un mestizo y un indígena, y hablar entre dos choques de forma de ver el mundo, y así poderse hermanar.
¿Acaso tienes tendencias socialistas?
No se trata de izquierda, ni de derecha. Parte del ser humano es plantearse un constante cuestionamiento de lo que son las cosas, y eso está muy bien. Por ejemplo, cuando estuvimos en Cannes, una de las actrices decía: ¿Y por qué la alfombra roja? Y eso ya es un cuestionamiento. Porque el pensamiento crítico, transformador, y creativo, es importantísimo. Y yo no tengo ninguna afinidad a algún partido político.
¿Y el cine es político?
Todo cine es político. Tú te vas a ver a la última de Tarantino donde matan a más cuatrocientas personas, y te ríes, y trivializa el acto de matar al ser humano, y claro que es política, porque es una propaganda de su industria armamentista.
La jaula de oro más parece un documental, que ficción. ¿Te propusiste esa mezcla?
Sí. Desde el principio parte de mi reto fue hacer un hibrido entre un documental, y ficción. Y al final hice un hibrido con una estructura dramática, para poder tocar el corazón del espectador, y luego por otro lado inserté mis personajes con la realidad, y trabajé con inmigrantes reales, y en locaciones reales. Y a partir simplemente, de que seamos testigos de lo que está ocurriendo.
¿Ken Loach influenció en tu mirada de director?
Yo trabajé en tres películas con Ken Loach; Tierra y libertad, La canción de Carla, y Pan y Rosas.
Y gran parte del método que apliqué en mi película la aprendí de él. Y parte de lo que también aprendí de él es que los actores no conocen la historia, entonces los actores viven sencillamente una experiencia, ya no actúan, y son ellos mismos; pues, no saben lo que viene luego, y simplemente se adecúan a las circunstancias de lo que viene en el rodaje. Es una dirección indirecta, y no le dices haz esto, los dejas ser ellos mismos.
Escuché que alguna productora de Hollywood te propuso invertir en el proyecto, pero que antes tenías que convocar a Salma Hayek
Esta película me gusta porque está muy lejos de los cánones industriales, y ha sido gracias al Festival de Cannes, y a mis productores mexicanos, que esta película se pudo hacer. Pero los productores me decían que yo estaba loco, que por qué me tendrían que dar el dinero. Y eso es cierto, que incluso me llegaron a proponer que por qué no le ponía la voz en off de Salma Hayek. Eso fue en un desayuno en Hollywood, porque me decían que yo no era nadie, y que no tenía actores famosos, ni productores famosos, entonces surgió la idea de esa voz en off.
¿Cómo va el incentivo del Estado en la inversión del cine en México?
Muy positivo. Ahora hay un estimulo fiscal de la producción que consiste en una deducción de impuestos. Grandes empresas pueden dedicar parte de esos impuestos a la cultura, pero concretamente en cine. Y ese es un modelo que empezó en Brasil. Y creo que puede ser un modelo que en el Perú se pueda imitar. Porque a las empresas no les cuesta simplemente nada, y en vez de pagar sus impuestos a la Hacienda, simplemente se derivan directo a la producción de películas.
Las locaciones tan reales, y el paso a la frontera han sido bien tratadas
Creo que la atención al detalle es muy importante, y me tomó más de seis meses haciendo casting, y hubo más de seis mil niños en el mismo. Hice muchísimas fotografías, vi muchísimos lugares, y todo lo que ven en la película es el resultado de una producción muy intensa que yo hice, y luego mis gerentes de locaciones. Y teníamos ciento veinte locaciones en la película, más de dos mil extras, tres países, y una complejidad de logística y de nivel de producción inimaginable para una ópera prima.
Notable la escena de la chica que al inicio tiene que tomarse una cápsula de anticonceptivos para estar preparada a lo que se venga
Yo hablé con una chica de la vida real de nombre Sara, y cuando viajó con su mamá a los Estados y Unidos, me contó que se tenía que cortar el pelo; y luego, otra chica me contó que antes de viajar tenía que tomarse la pastilla porque sabía que podía salir embarazada, entonces junté esos dramas en la película.
¿Conociste la zona 3 de Guatemala?
Sí. Conocí las ciudades perdidas de Guatemala, y allí estaba la zona 3. Y está muy bien, la gente es maravillosa y bien organizada; ellos mismos se hacen el alumbrado, se hacen el agua, y se turnan para la vigilancia, y están súper organizados, pese a ser terrenos invadidos.
¿Existe aún el sueño americano? Pues, Juan termina en la noche con un oscuro cielo que empieza a nevar.
Sí. Creo que logró el sueño, pero ¿a qué precio? Y, eso es un poco lo que yo quería comunicar; que más allá de un viaje tan rudo, esa sensación como que se está flotando en medio del universo, y que estás dentro de las estrellas, y poner al final todo en perspectiva. De dónde venimos, y hacia dónde vamos.
Algo curioso. Al término de la película, se visualiza en la pantalla los 600 créditos de cada uno de los inmigrantes que colaboró con la filmación.
Es que la historia sin ellos no se hubiera contado. Y esos seiscientos que aparecen, son los seiscientos que participaron en la película como extras.
Pero también hay otros seiscientos que me contaron sus testimonios, y todos esos fueron testimonios anónimos, por eso, ellos no están en los créditos, pero sí estoy agradecido con todos los inmigrantes que compartieron conmigo sus historias, porque la película se hizo en homenaje a ellos.