Por: Jorge Paredes Terry
Lima, Perú. El silencio ensordecedor de 158 cadáveres clama justicia. 158 vidas arrebatadas, 158 familias destrozadas, 158 historias truncadas. Y ante esta masacre silenciosa, ¿dónde está la respuesta del gobierno de Dina Boluarte y su Ministro del Interior? ¿Dónde está la eficacia prometida, la mano firme que debía combatir la delincuencia desatada en nuestro país? La respuesta, lamentablemente, es un vacío aterrador, una farsa de seguridad pública maquillada con declaraciones vacías y recursos malgastados.
Se declaró emergencia. Se prometió mano dura. Se desplegaron recursos —millones, quizás miles de millones— a la Policía Nacional del Perú. Sin embargo, la sangre sigue manchando nuestras calles. Los índices de criminalidad, lejos de disminuir, parecen crecer exponencialmente, alimentándose de la impotencia y la frustración de una ciudadanía cada vez más atemorizada.
¿De qué sirve la emergencia si la delincuencia opera con impunidad? ¿De qué sirve el despliegue policial si los criminales actúan con total desprecio a la ley? Las cifras hablan por sí solas: más muertes, más robos, más violencia. La sensación de inseguridad se ha instalado en cada rincón del país, convirtiendo nuestras casas en fortalezas y nuestras calles en campos de batalla.
La indignación se apodera de nosotros. No podemos aceptar que la ineficacia gubernamental se traduzca en la muerte de nuestros ciudadanos. No podemos tolerar que la respuesta a la inseguridad sea la misma letanía de promesas incumplidas y justificaciones vacías. Necesitamos acciones concretas, estrategias efectivas, una verdadera voluntad política para combatir el crimen organizado que nos asfixia.
¿Dónde están las estrategias a largo plazo? ¿Dónde está el plan integral para atacar las raíces del problema, para prevenir el delito y no solo reaccionar ante sus consecuencias? El gobierno se limita a reaccionar, a apagar fuegos, mientras la estructura misma del problema se mantiene intacta, creciendo y fortaleciéndose.
Los 158 cadáveres son mudos testigos de este fracaso. Sus silencios gritan a los cuatro vientos la incapacidad, la indolencia, la falta de compromiso del gobierno. Es hora de exigir responsabilidades, de exigir soluciones reales, de exigir un cambio radical en la forma en que se combate la delincuencia en el Perú. No más promesas vacías. No más muertes innecesarias. Basta ya. Exigimos justicia para las víctimas y seguridad para todos los peruanos.