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12 de Octubre: Para pensar la descolonización en el Perú

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La historia es un cristal donde debemos fijar los ojos para observar el presente. En el Perú de estos días, junto a 11 países, se pretende establecer un Acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) sin precedente entre las naciones de América y Asia que delimitan con el océano pacífico.

Partiremos por decir que el mar peruano, sus productos y sus puertos no nos pertenecen. Por lo mismo, el acuerdo comercial se extiende en todo el territorio nacional y supranacional, así como en sus estratos económicos y productivos en sus largos capítulos y a diferentes niveles. Debemos referir también, que el primer paso del tratado se firmó entre gallos y medianoche en Nueva Zelanda por un presidente sin ningún respaldo popular en el mes de febrero de este año. Lo preocupante es el grado de desinformación sobre este tema, y la respuesta política que invisibiliza a quienes realizan interrogantes ante una propuesta de las dimensiones del TPP.

Este hecho contemporáneo, en la coyuntura histórica del 12 de octubre, nos obliga a pensar en la descolonización del Perú, camino al bicentenario de nuestra “independencia”. El sistema político-económico establecido, visualiza otro rumbo muy distinto a las necesidades de nuestro país y sus diversidades culturales. Si no existen derechos culturales, y no identificamos ni a nuestras minorías ni nuestro propio mestizaje, mucho menos estamos contemplados en cualquier proyecto económico.

La democracia representativa, ha llegado a institucionalizar su cinismo en instituciones como el Congreso de la República, dónde (ampárennos) recae la última palabra frente al TPP. En parte, el ciudadano de a pie desconoce lo que realmente sucede en las gruesas páginas del tratado. Organizaciones de derechos humanos también han criticado que el acuerdo se haya discutido en secreto, e incluso parlamentarios de los países involucrados no han podido acceder a los documentos libremente.

El oscurantismo, se confunde con el doble discurso y ante la ausencia de políticas culturales en el país instituciones como el Ministerio de Cultura realizan proyectos de “rescate” de nuestras lenguas originarias cuando los pueblos que las hablan se ven ahogados por derrames petroleros en la Amazonía peruana. Los pueblos originarios de los Andes y Amazonía entre 1533 y 1536, vivieron una ruptura en su desarrollo autónomo y formas de organización. Desde entonces, nunca volvieron a ser parte del ejercicio del poder ni de la toma de decisiones. Ahí la frase lapidaria de Gonzales Prada contra la formación del país, y a la cual se sumó J.C. Mariátegui: “sin el indio y contra el indio”. En los 60s y 70s, si bien esto parecía posible en la Reforma Agraria, la reivindicación de “indio a campesino” otorgaba una categoría económica, pero seguía negando componentes que lo identificaban con su cultura.

Mestizos y criollos tomaron el protagonismo y nuestros pueblos originarios (ni indios ni indígenas), siguieron el devenir como peruanos “de segunda categoría” en palabras de un expresidente innombrable (por higiene) del APRA. Durante el Conflicto Interno Armado, cada 5 peruanos que murieron de las 70 000 víctimas regristradas, 4 eran en zona rural y 3 quechua hablantes. Con las Constitución Política del 94, nos vemos inmersos en el neoliberalismo pero como fuente de materia prima y remate, además de zaqueo para propios y extraños al régimen fujimorista. La Ley de Consulta Previa no sé si tenga alas ante el congreso y constitución del fujimorato que gobierna el país en nuestros días.

El 12 de octubre, en mi persona y en muchos que conmemoramos la fecha, no despierta un resentimiento pero sí una reflexión. Vivimos en un establecimiento colonial, moderno pero intransigente, eficaz pero inhumano. Nuestra inserción al mercado mundial es una realidad pero no puede ser fatal para los hombres, mujeres y niños con quienes tenemos una deuda histórica manchada de sangre e impresa en las páginas de la vergüenza mundial. Desde la invasión española, los repartimientos, la rebelión de Túpac Amaru II, las correrías del caucho y los movimientos sociales en el siglo XX y XXI, la “sociedad mayor” ha procurado destruir sistemáticamente ese espíritu vivo de los pueblos originarios en el Perú y el continente.

Lo que son “recursos naturales” para el capital, a sus ojos son su territorio histórico, el hogar, la alacena, su espacio vital. Son parte de un engranaje ecológico sumamente frágil y ya en peligro. En ellos se encuentran las raíces de nuestra identidad y sus problemas históricos son un problema presente evidenciado por el TPP. Este acuerdo de libre comercio, destruye la accesibilidad a los fármacos en la salud, la soberanía alimentaria, los derechos del consumidor y en el plano de los derechos intelectuales, también la soberanía cultural a penas sobreviviente. La globalización está demostrando que no es la homogenización del mundo, sino la convivencia de las diversidades. El mercado vincula intereses transnacionales pero no las necesidades de los pueblos. Espero que con los años, no recordemos la firma del TPP como hoy recordamos el 12 de octubre.

 

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