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“………….DE CONCRETO”

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LA ESCULTURA ABSTRACTA EN EL PERÚ

Por: Abel Salazar

La escultura en el Perú antes del siglo XX tenía el distintivo de lo pétreo – época prehispánica- y en alguno que otro caso gozó de la madera y los metales como materiales expresivos.
En la colonia era eminentemente ornamental y religiosa. Durante la república y hasta comienzos del siglo anterior la estatuaria dominaba en nuestro medio.    Es así que en 1920, con la fundación de la escuela nacional de bellas artes del Perú, aparecen las primeras manifestaciones de la escultura peruana «moderna».

Se vive pues una etapa de transición creativa y se llega a la década del 50 en que aparece Joaquín Roca Rey, formado en la susodicha escuela, quien imparte las ideas y enseñanzas de una «nueva escultura peruana». Se suma luego a esta docencia Luis Valdettaro, también formado en la misma escuela.

Y si la pintura abstracta ya se establecía en nuestro medio, ahora le tocaba el turno a la escultura.                                                                                                       �
Es el momento de la aparición de Alberto Guzmán, quien se forma en taller de Roca Rey y egresa el año 1956 con medalla de oro en la especialidad en escultura en la ENBA (escuela nacional de bellas artes).
Embebido del dogma abstracto -que ya asomaba como una posibilidad creativa en nuestro arte-, crea al año siguiente su primera obra abstracta hecha en acero soldado. Circunstancia tal que lo convierten propiamente dicho en el padre de la escultura abstracta en el Perú y por redundancia luego se convertiría en el más importante de los escultores peruanos hasta hoy. En 1958 gana el premio nacional de escultura «Baltazar Gavilán», al año siguiente – 1959 -expone individualmente obra abstracta en el instituto de arte contemporáneo (IAC) y es justamente ese año que gana una beca a Francia, lugar en donde reside desde entonces.

Expone regularmente en casi toda Europa, en algunos países asiáticos y americanos, figurando su obra en numerosos museos y colecciones, tanto públicas como privadas. En 1980 el gobierno francés le concede la orden de «caballero de las artes», máxima condecoración cultural de ese gobierno.
Cabe resaltar el hecho de que Guzmán adopto el expresionismo abstracto en su primera etapa creadora -hasta fines de los 60’s- y fue paulatinamente adentrándose en la vertine geométrica, optando por el bronce y el acero inoxidable como los materiales idóneos para la ejecución de sus esculturas (obras mayormente de composición esférica complementadas por varillas) en un periodo que va hasta fines de los 80’s. Entrado ya en los 90’s, Guzmán redefine su escultura en un nuevo material, el mármol. Esta obra se caracteriza por su economía compositiva, de corte casi minimalista y en la que somete a este material volviéndolo casi ingrávido y tranparente. Vale recordar de que Guzmán también utiliza el bronce en este periodo, pero ya no el sometido a forja industrial, sino el fundido, en un sinfín de esculturas «para colgar» , acentuando aún más su vasta riqueza creativa .
Reitero el hecho de que Alberto Guzmán es el más importante y universal de nuestros escultores.

Aparece pues, casi de inmediato a Guzmán, otro notable artista y maestro de la escultura peruana: Armando Varela.
Quien estudia en la ENBA y egresa de la misma en 1960 con medalla de oro. En 1962 gana el premio «Baltazar Gavilán» y también obtiene una beca del gobierno francés.
Al año siguiente gana el premio de escultura de la ESSO internacional petroleum company. En 1968 se hace acreedor del premio «adeal investment».
31 años después -1999- la bienal de malta premia su labor escultórica. Es preciso anotar que Varela reside desde 1972 en Londres, no sin dejar de visitar regularmente nuestro país.

La obra de este escultor siempre en acero soldado  -con un conocimiento vasto en el tratamiento de este metal y una maestría tal en el uso de esta técnica- , es de una impronta expresionista y en la que sus creaciones denotan siempre poesía a la par que riqueza plástica en sus composiciones abstractas . La textura siempre omnipresente en su obra, nos regocijan con su carga emocional y aunque también hizo escasa escultura geométrica, esta se complementa tanto en lo cualitativo como en lo profesional con su obra por demás conocida. Además de la vigencia e incesante actividad que lo encumbran como uno de los más notables creadores de la escultura peruana.

Le toca el turno a otro trascendente y talentoso creador; Herman Piscoya.
Escultor que también estudio en la ENBA, terminando estudios a mediados de los 60’s e ingresando con buen pie en el escenario de la escultura peruana.

En efecto, en 1966 gana el premio en el ll salón nacional de artes plásticas de San Marcos. Igualmente le fue otorgado el premio «Baltazar Gavilán».
En 1969 se le concede el premio «Luis Montero» (adela investment) con motivo del cincuentenario de la escuela nacional de bellas artes.

Tuvo actividad creativa hasta fines de los 90’s y es a partir de entonces que entra en una fase existencial muy complicada lo que lamentablemente lo alejo del ámbito escultórico y lo conllevo a su muy sensible desaparición hace unos años atrás, 2003 (?), hecho tal que no hace sino revalorar aun mas su obra y seguir el camino que él nos marcara.
La obra primigenia de Piscoya era de corte expresionista abstracta -análoga a la de Varela- , de incesante uso de varillas metálicas y de recortes residuales industriales.

Evoluciona luego hacia una obra muy esquemática/racional y de impecable factura. La obra de Piscoya siempre pulcra y con un  total dominio del acero -sea inoxidable o negro- , el bronce, el cobre, el aluminio y la plata nos deja todo un universo de conceptos e ideas  extremadamente contemporáneas -en muchos casos emparentada con la obra de Guzmán- y de una exquisitez tal que también lo llevó a trabajar con vidrio templado. Haciendo convivir a este material con el metal en una acertada simbiosis de transparencias/reflejos, en simultáneo con una siempre presente dinámica de sus elementos en el espacio.
En síntesis, la obra de Piscoya es una de las más trascendentes y creativas de la escultura contemporánea peruana.

Otros escultores que aportaron a la cada vez mas domestica escultura abstracta peruana fueron; Carlos Galarza (premio «Baltazar Gavilán» , 1959-1961) , jesus portugal , victor aldave (premio «baltazar gavilan», 1962) , Alfonso Arias Zarate, los hermanos Perira (Luis, Manuel y Renee), William Berton (premio de escultura, salón de san marcos, 1965), Juan Quintana y Enrique Zegarra entre muchos otros.

En resumen, son todos estos escultores abstractos -comenzando con Alberto Guzmán- quienes enriquecieron, afianzaron y otorgaron identidad propia al quehacer escultórico peruano, dejándonos un vasto legado a seguir y conservar cómo no, el dogma abstracto.

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