Literatura
Entrevista a Pedro Salinas «Gracias a las lecturas de los cómics se me hizo más fácil leer libros»
Published
11 años agoon
PEDRO SALINAS
«Gracias a las lecturas de los cómics se me hizo más fácil leer libros»
Entrevista Orlando Mazeyra Guillén
Pedro Salinas (Lima, 1963) es periodista y escritor. Ha dirigido diversos programas de radio y televisión. En 1994 obtuvo, con César Lévano, el Premio Nacional de Periodismo y Derechos Humanos, otorgado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Es autor de novelas como Mateo Diez y Álbum de fotos, y de ensayos periodísticos como Rajes del oficio. En esta amena entrevista recuerda su etapa como sodálite (experiencia que supo llevar a la novela precisamente en Mateo Diez). Ha terminado un libro que recopila una serie de artículos y ensayos sobre temas eclesiales cuyo título tentativo es Dios es homofóbico.
¿Qué libro está leyendo ahora?
Acabo de terminar Danza de Dragones, de George R. R. Martin, el quinto libro de una saga monumental que coctelea la literatura fantástica con el género épico y los sazona con intrigas y juegos por la captura del poder. Debo reconocer que me he enganchado como un adicto. Su estilo folletinesco es sumamente efectivo. Y el autor ha demostrado no tener ningún empacho ni apego en deshacerse de personajes que han cautivado al lector. Ya no veo la hora de tener en mis manos el siguiente libro, Vientos de invierno, que es el penúltimo. Pero supuestamente recién debe estar listo para el 2014.
Ahora, para variar un poco, acabo de tomar entre mis manos La tumba de Lenin, del periodista David Remnick, que aborda la caída y declive de la Unión Soviética. Es una magnífica crónica.
¿Qué libro le recomendaría leer a Alberto Fujimori?
La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Pero no sé si lo entienda.
¿Cuál fue la última película que lo hizo llorar?
Hace poco volví a ver Big fish (El gran pez), del genial Tim Burton. No hay manera de escapar de las lágrimas. Se trata de un relato maravilloso y conmovedor y estimulante. Si te gusta escribir o contar historias no puedes dejar de ver esta película.
¿Cuál es la primera imagen que se le viene de la época en que vivió en Arequipa?
El Misti. Me parece un volcán imponente. Recuerdo que, la primera vez que fui al Colca, en los ochentas, había un camino distinto al actual, que pasaba por detrás del Misti. En ese recorrido nos detuvimos para mirarlo con calma, de abajo hacia arriba, desde otra perspectiva totalmente distinta a la que se le conoce cuando se le observa desde la ciudad. Era como estar parado sobre la uña del pie de un coloso. Te sentías como una hormiga al lado de un elefante. O una jirafa. O algo así. La sensación era acojonante.
¿Era parte de la bohemia en la Ciudad Blanca?
De la bohemia arequipeña de los ochentas, definitivamente no. Del establishment católico, sí. Yo vivía en una comunidad religiosa del Sodalitium Christianae Vitae (SCV) cuando estuve en Arequipa. Nuestra Señora de Chapi, se llamaba la casa donde vivía y quedaba en Vallecito.
¿A qué profesores de la UNSA recuerda?
No recuerdo a ninguno por sus nombres, la verdad. Ya han pasado demasiados años desde que estudié ahí, en la facultad de Psicología, que quedaba a unos metros de la plaza de armas. Lo que recuerdo nítidamente es que en todas las clases, incluyendo en las que estudiábamos sobre las sinapsis o sobre la médula espinal o sobre los pliegues del cerebro y sobre las funciones del cerebelo, siempre había referencias recurrentes al materialismo dialéctico. O al histórico. O a Marx. O a Engels. En serio. Era así. Era alucinante el nivel de ideologización que había en esa universidad. Y claro. Uno que no era de izquierdas, se sentía en minoría. Como era mi caso, obvio.
También era impresionante cuando entraban a clase los encapuchados de Pukallacta a hacer proselitismo, y los profesores, bien gracias. Y era divertido que, cuando uno quería conversar con algún profesor sobre un tema de notas o de trabajos, o lo que sea, a veces había que buscarlo en la mismísima plaza de armas, que era el epicentro de las revueltas, y donde siempre estaban presentes nuestros profesores protestando contra algo, o estaban encadenados a una banca, o estaban recibiendo chorros de agua o palazos de la policía. Me pasó en más de una oportunidad que la policía pensó que yo también era un manifestante.
Sé que ha colaborado en el diario El Pueblo cuando vivió en Arequipa. A mí me censuraron muchos textos. ¿A usted cómo le fue?
Pues muy bien. A mí nunca me censuraron nada porque yo estaba ahí como columnista envarado y recomendado por el entonces arzobispo de Arequipa, monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio. Un jesuita muy simpático. Muy conservador también, es verdad. Pero monseñor con cuatro whiskies encima era demasiado divertido. Tenía un sentido del humor muy arequipeño.
En una novela relato la historia en que monseñor Vargas, luego de salir tarde de una reunión algo pasado de copas, le pide a su chofer que detenga el auto para orinar. El chofer trata de persuadirlo de que aguante hasta su casa, que quedaba en un malecón frente al Club Internacional. Pero monseñor, con tono enérgico, le señala que pare, carajo, en el arzobispado, cuando estaban atravesando el casco viejo de la ciudad. Por supuesto, con la turca que se había metido, monseñor Vargas nunca encontró las llaves de la puerta principal, por lo que ahí mismo, en la calle, se levantó la sotana, se bajó la bragueta y se puso a orinar al lado del portón del arzobispado. El chofer, sumamente nervioso por la situación y preocupado porque alguien apareciera por ahí, empezó a apurar al arzobispo. Y monseñor, a voz en cuello le espetó, arrastrando las palabras: «Oye, ¡carajo!, ¿acaso no puedo orinar en mi casa?».
La historia parece que ocurrió realmente. Me la contaron el propio chofer y el asistente de monseñor. Y conociendo a monseñor Vargas, me lo imagino tranquilamente en ese trance. Era un personaje muy querido y muy popular en Arequipa. A mí me caía muy bien.
De sus primeros artículos publicados, ¿cuál recuerda con más cariño?
Ninguno, para ser honestos. Y deben ser los más aburridos y sosos e insustanciales que he escrito en mi vida. Eran enjuiciamientos a temas de coyuntura desde la perspectiva de la doctrina social de la iglesia y de la moral cristiana, y cosas así. Cojudeces, o sea. Fueron los tiempos en que me creía el dueño de la verdad y tenía una visión fascista del mundo y de todo lo demás. Mejor la pasaba en radio San Martín, donde tenía un espacio semanal en una radioemisora medio destartalada, que estaba ubicada al lado del parque Duhamel. Ahí pasaba música y a veces comentaba la coyuntura política local y hacía entrevistas. Por supuesto, el espacio también me lo consiguió el entrañable monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, que en paz descanse.
Si pudiera conocer a un escritor muerto, ¿a cuál escogería?
Se me ocurren varios. Pero si tengo que elegir a uno, supongo que a Mark Twain. Junto a Verne y Salgari, Twain es uno de los que leí desde temprana edad. Y es uno de los que he vuelto a leer de adulto, ya no en su faceta de escritor de aventuras e historias fantásticas, sino como escritor satírico en materia religiosa. Era un tipo muy agudo y perspicaz. Y muy valiente.
El mejor lugar para escribir es…
… en mi casa y al final de las tardes. Vivo solo (soy separado), por lo que puedo concentrarme y enfocarme en el tema que captura mi atención. Sin embargo, no dejo de extrañar la bulla que hacían mis hijos, cuando vivía con ellos.
¿Está escribiendo una nueva novela?
No. Me encantaría decir que sí, que estoy en algo así, pero no. Acabo de terminar un libro que recopila una serie de artículos y ensayos sobre temas eclesiales, que abordan diversos temas, como la eutanasia, el aborto, los matrimonios gay, los escándalos de la pederastia por parte de los ensotanados católicos, y así. Tiene un corrosivo prólogo de César Hildebrandt y un epílogo de la periodista Paola Ugaz, quien reclama con firmeza un Estado laico para el Perú. El título tentativo del libro es: Dios es homofóbico.
En el supuesto negado de una segunda vuelta entre Vargas Llosa y Keiko, ¿quién cree que ganaría?
Keiko, sin duda. En este país nunca elegimos bien.
¿Qué cosas son las que le producen mayor placer?
De los siete pecados capitales, me quedo indubitablemente con dos: la lujuria y la gula. Pero también disfruto mucho de escribir, de leer, de montar a caballo y de la vida en el campo. O viajar, que esa es otra. Por último, estar con mis hijos no es que me produzca placer, sino me produce momentos de felicidad que valoro muchísimo.
¿Qué personaje de ficción marcó su vida para siempre?
Supongo que Spiderman. Un personaje de los cómics. Gracias a las lecturas de los cómics se me hizo más fácil leer libros. Y los libros te abren la mente y te cambian la vida.
¿Tiene alguna fobia?
A las alturas. Cosa curiosa. Porque esto viene desde hace pocos años atrás. Nunca antes había sentido los vértigos que siento ahora.
¿Cuál es el mejor cuento de Julio Ramón Ribeyro?
No sé si es el mejor, pero «Los Gallinazos sin plumas» es el que más recuerdo, y es el que, cuando lo leí por primera vez, podía visualizar nítidamente en mi imaginación. A los dos hermanos. Al abuelo explotador. Y al chancho.
¿Qué es lo que más le jode del Perú?
La indiferencia ante la corrupción. La convivencia pacífica con el chanchullo. La tolerancia y excesiva permisividad hacia la pendejada criolla.
En la película Tinta Roja, un personaje afirma: «El periodismo como la prostitución se aprende en la calle». ¿Dónde cree usted que se aprende?
El personaje de Tinta Roja tiene razón.
Si volviera un programa televisivo sobre libros, como Vano oficio, ¿a qué escritor le gustaría verlo conduciendo?
Si es como Vano oficio, ¿por qué se lo vas a quitar a Iván Thays? Ese era su programa. El chileno Antonio Skármeta tampoco lo hacía mal.
Si estuviera preso, ¿a qué compañero elegiría para estar en la celda: a Marco Aurelio Denegri o a Martha Hildebrandt?
Si vamos a compartir baño en la celda, entonces que sea con Denegri y no con Martha Hildebrandt. Por razones obvias, ¿no? Y si ya está ahí Marco Aurelio en la misma jaula, le pediría que me hable sobre gallos de pelea y criollismo y Vallejo y todo lo que quiera. Es muy entretenido.
Para usted, ¿qué personaje de la obra de Vargas Llosa es el más perdurable?
Supongo que, para mí, el más perdurable siempre será el Jaguar. Quizás porque La ciudad y los perros fue no solo la primera novela que leí de Mario Vargas Llosa, sino la que más he releído. Y el Jaguar es realmente un personaje enigmático y muy bien construido. Recuerdo una frase que dice uno de los personajes del Leoncio Prado (que creo que fue el Poeta) sobre él. «Si el diablo se parece a alguien debe parecerse al Jaguar».
¿Qué opinión tiene de los plagios de Bryce?
Me da mucha pena lo ocurrido con Bryce.
¿Cuál sería la primera pregunta que le haría a Abimael Guzmán?
¿De qué se arrepiente y de qué no?
¿Cuáles son sus periodistas favoritos?
Pues varios de los que entrevisté en mis libros Rajes del oficio 1 y 2. Y otros que no están. Ricardo Uceda, Rafo León, Guido Lombardi, César Lévano, entre otros. Y otras.
Pedro Salinas (Lima, 1963) es periodista y escritor. Ha dirigido diversos programas de radio y televisión. En 1994 obtuvo, con César Lévano, el Premio Nacional de Periodismo y Derechos Humanos, otorgado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Es autor de novelas como Mateo Diez y Álbum de fotos, y de ensayos periodísticos como Rajes del oficio. En esta amena entrevista recuerda su etapa como sodálite (experiencia que supo llevar a la novela precisamente en Mateo Diez). Ha terminado un libro que recopila una serie de artículos y ensayos sobre temas eclesiales cuyo título tentativo es Dios es homofóbico.
¿Qué libro está leyendo ahora?
Acabo de terminar Danza de Dragones, de George R. R. Martin, el quinto libro de una saga monumental que coctelea la literatura fantástica con el género épico y los sazona con intrigas y juegos por la captura del poder. Debo reconocer que me he enganchado como un adicto. Su estilo folletinesco es sumamente efectivo. Y el autor ha demostrado no tener ningún empacho ni apego en deshacerse de personajes que han cautivado al lector. Ya no veo la hora de tener en mis manos el siguiente libro, Vientos de invierno, que es el penúltimo. Pero supuestamente recién debe estar listo para el 2014.
Ahora, para variar un poco, acabo de tomar entre mis manos La tumba de Lenin, del periodista David Remnick, que aborda la caída y declive de la Unión Soviética. Es una magnífica crónica.
¿Qué libro le recomendaría leer a Alberto Fujimori?
La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Pero no sé si lo entienda.
¿Cuál fue la última película que lo hizo llorar?
Hace poco volví a ver Big fish (El gran pez), del genial Tim Burton. No hay manera de escapar de las lágrimas. Se trata de un relato maravilloso y conmovedor y estimulante. Si te gusta escribir o contar historias no puedes dejar de ver esta película.
¿Cuál es la primera imagen que se le viene de la época en que vivió en Arequipa?
El Misti. Me parece un volcán imponente. Recuerdo que, la primera vez que fui al Colca, en los ochentas, había un camino distinto al actual, que pasaba por detrás del Misti. En ese recorrido nos detuvimos para mirarlo con calma, de abajo hacia arriba, desde otra perspectiva totalmente distinta a la que se le conoce cuando se le observa desde la ciudad. Era como estar parado sobre la uña del pie de un coloso. Te sentías como una hormiga al lado de un elefante. O una jirafa. O algo así. La sensación era acojonante.
¿Era parte de la bohemia en la Ciudad Blanca?
De la bohemia arequipeña de los ochentas, definitivamente no. Del establishment católico, sí. Yo vivía en una comunidad religiosa del Sodalitium Christianae Vitae (SCV) cuando estuve en Arequipa. Nuestra Señora de Chapi, se llamaba la casa donde vivía y quedaba en Vallecito.
¿A qué profesores de la UNSA recuerda?
No recuerdo a ninguno por sus nombres, la verdad. Ya han pasado demasiados años desde que estudié ahí, en la facultad de Psicología, que quedaba a unos metros de la plaza de armas. Lo que recuerdo nítidamente es que en todas las clases, incluyendo en las que estudiábamos sobre las sinapsis o sobre la médula espinal o sobre los pliegues del cerebro y sobre las funciones del cerebelo, siempre había referencias recurrentes al materialismo dialéctico. O al histórico. O a Marx. O a Engels. En serio. Era así. Era alucinante el nivel de ideologización que había en esa universidad. Y claro. Uno que no era de izquierdas, se sentía en minoría. Como era mi caso, obvio.
También era impresionante cuando entraban a clase los encapuchados de Pukallacta a hacer proselitismo, y los profesores, bien gracias. Y era divertido que, cuando uno quería conversar con algún profesor sobre un tema de notas o de trabajos, o lo que sea, a veces había que buscarlo en la mismísima plaza de armas, que era el epicentro de las revueltas, y donde siempre estaban presentes nuestros profesores protestando contra algo, o estaban encadenados a una banca, o estaban recibiendo chorros de agua o palazos de la policía. Me pasó en más de una oportunidad que la policía pensó que yo también era un manifestante.
Sé que ha colaborado en el diario El Pueblo cuando vivió en Arequipa. A mí me censuraron muchos textos. ¿A usted cómo le fue?
Pues muy bien. A mí nunca me censuraron nada porque yo estaba ahí como columnista envarado y recomendado por el entonces arzobispo de Arequipa, monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio. Un jesuita muy simpático. Muy conservador también, es verdad. Pero monseñor con cuatro whiskies encima era demasiado divertido. Tenía un sentido del humor muy arequipeño.
En una novela relato la historia en que monseñor Vargas, luego de salir tarde de una reunión algo pasado de copas, le pide a su chofer que detenga el auto para orinar. El chofer trata de persuadirlo de que aguante hasta su casa, que quedaba en un malecón frente al Club Internacional. Pero monseñor, con tono enérgico, le señala que pare, carajo, en el arzobispado, cuando estaban atravesando el casco viejo de la ciudad. Por supuesto, con la turca que se había metido, monseñor Vargas nunca encontró las llaves de la puerta principal, por lo que ahí mismo, en la calle, se levantó la sotana, se bajó la bragueta y se puso a orinar al lado del portón del arzobispado. El chofer, sumamente nervioso por la situación y preocupado porque alguien apareciera por ahí, empezó a apurar al arzobispo. Y monseñor, a voz en cuello le espetó, arrastrando las palabras: «Oye, ¡carajo!, ¿acaso no puedo orinar en mi casa?».
La historia parece que ocurrió realmente. Me la contaron el propio chofer y el asistente de monseñor. Y conociendo a monseñor Vargas, me lo imagino tranquilamente en ese trance. Era un personaje muy querido y muy popular en Arequipa. A mí me caía muy bien.
De sus primeros artículos publicados, ¿cuál recuerda con más cariño?
Ninguno, para ser honestos. Y deben ser los más aburridos y sosos e insustanciales que he escrito en mi vida. Eran enjuiciamientos a temas de coyuntura desde la perspectiva de la doctrina social de la iglesia y de la moral cristiana, y cosas así. Cojudeces, o sea. Fueron los tiempos en que me creía el dueño de la verdad y tenía una visión fascista del mundo y de todo lo demás. Mejor la pasaba en radio San Martín, donde tenía un espacio semanal en una radioemisora medio destartalada, que estaba ubicada al lado del parque Duhamel. Ahí pasaba música y a veces comentaba la coyuntura política local y hacía entrevistas. Por supuesto, el espacio también me lo consiguió el entrañable monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, que en paz descanse.
Si pudiera conocer a un escritor muerto, ¿a cuál escogería?
Se me ocurren varios. Pero si tengo que elegir a uno, supongo que a Mark Twain. Junto a Verne y Salgari, Twain es uno de los que leí desde temprana edad. Y es uno de los que he vuelto a leer de adulto, ya no en su faceta de escritor de aventuras e historias fantásticas, sino como escritor satírico en materia religiosa. Era un tipo muy agudo y perspicaz. Y muy valiente.
El mejor lugar para escribir es…
… en mi casa y al final de las tardes. Vivo solo (soy separado), por lo que puedo concentrarme y enfocarme en el tema que captura mi atención. Sin embargo, no dejo de extrañar la bulla que hacían mis hijos, cuando vivía con ellos.
¿Está escribiendo una nueva novela?
No. Me encantaría decir que sí, que estoy en algo así, pero no. Acabo de terminar un libro que recopila una serie de artículos y ensayos sobre temas eclesiales, que abordan diversos temas, como la eutanasia, el aborto, los matrimonios gay, los escándalos de la pederastia por parte de los ensotanados católicos, y así. Tiene un corrosivo prólogo de César Hildebrandt y un epílogo de la periodista Paola Ugaz, quien reclama con firmeza un Estado laico para el Perú. El título tentativo del libro es: Dios es homofóbico.
En el supuesto negado de una segunda vuelta entre Vargas Llosa y Keiko, ¿quién cree que ganaría?
Keiko, sin duda. En este país nunca elegimos bien.
¿Qué cosas son las que le producen mayor placer?
De los siete pecados capitales, me quedo indubitablemente con dos: la lujuria y la gula. Pero también disfruto mucho de escribir, de leer, de montar a caballo y de la vida en el campo. O viajar, que esa es otra. Por último, estar con mis hijos no es que me produzca placer, sino me produce momentos de felicidad que valoro muchísimo.
¿Qué personaje de ficción marcó su vida para siempre?
Supongo que Spiderman. Un personaje de los cómics. Gracias a las lecturas de los cómics se me hizo más fácil leer libros. Y los libros te abren la mente y te cambian la vida.
¿Tiene alguna fobia?
A las alturas. Cosa curiosa. Porque esto viene desde hace pocos años atrás. Nunca antes había sentido los vértigos que siento ahora.
¿Cuál es el mejor cuento de Julio Ramón Ribeyro?
No sé si es el mejor, pero «Los Gallinazos sin plumas» es el que más recuerdo, y es el que, cuando lo leí por primera vez, podía visualizar nítidamente en mi imaginación. A los dos hermanos. Al abuelo explotador. Y al chancho.
¿Qué es lo que más le jode del Perú?
La indiferencia ante la corrupción. La convivencia pacífica con el chanchullo. La tolerancia y excesiva permisividad hacia la pendejada criolla.
En la película Tinta Roja, un personaje afirma: «El periodismo como la prostitución se aprende en la calle». ¿Dónde cree usted que se aprende?
El personaje de Tinta Roja tiene razón.
Si volviera un programa televisivo sobre libros, como Vano oficio, ¿a qué escritor le gustaría verlo conduciendo?
Si es como Vano oficio, ¿por qué se lo vas a quitar a Iván Thays? Ese era su programa. El chileno Antonio Skármeta tampoco lo hacía mal.
Si estuviera preso, ¿a qué compañero elegiría para estar en la celda: a Marco Aurelio Denegri o a Martha Hildebrandt?
Si vamos a compartir baño en la celda, entonces que sea con Denegri y no con Martha Hildebrandt. Por razones obvias, ¿no? Y si ya está ahí Marco Aurelio en la misma jaula, le pediría que me hable sobre gallos de pelea y criollismo y Vallejo y todo lo que quiera. Es muy entretenido.
Para usted, ¿qué personaje de la obra de Vargas Llosa es el más perdurable?
Supongo que, para mí, el más perdurable siempre será el Jaguar. Quizás porque La ciudad y los perros fue no solo la primera novela que leí de Mario Vargas Llosa, sino la que más he releído. Y el Jaguar es realmente un personaje enigmático y muy bien construido. Recuerdo una frase que dice uno de los personajes del Leoncio Prado (que creo que fue el Poeta) sobre él. «Si el diablo se parece a alguien debe parecerse al Jaguar».
¿Qué opinión tiene de los plagios de Bryce?
Me da mucha pena lo ocurrido con Bryce.
¿Cuál sería la primera pregunta que le haría a Abimael Guzmán?
¿De qué se arrepiente y de qué no?
¿Cuáles son sus periodistas favoritos?
Pues varios de los que entrevisté en mis libros Rajes del oficio 1 y 2. Y otros que no están. Ricardo Uceda, Rafo León, Guido Lombardi, César Lévano, entre otros. Y otras.
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Tres de la tarde, ni un alma en los alrededores del comedor.
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Mientras la coqueta y pícara estudiante se presentaba: me llamo Marifé, soy consejera de la Facultad de Inicial, y miembro de la comisión de almuerzos por el aniversario de mi facultad; quisiera saber qué documentos debo traer para que nuestro pedido sea atendido.
Con la mirada embobada, el jefecito del comedor, escuchaba atentamente el discurso de ese monumento de mujer que tenía en frente: blanquiñosa ella, de ojos grandes y claros, labios carnosos y sensuales, cabellera larga de color castaño, angosta cintura, caderas anchas al igual que sus pechos (todos los hombres son iguales, cuando ven carne blanca hasta podrida la consumen, y si tienen un buen derrier y busto, mejor).
Marifé, inmediatamente notó al hombre de enfrente completamente absorto con su presencia, y en un cruce de miradas hizo que el rostro del licenciado Abel se ruborizara y dibujara un mohín con sus labios (solito se delataba).
_ Ok, señorita, entiendo. Entonces, puede usted presentar un oficio del decano dirigido a mi persona, solicitando la cantidad de almuerzos que necesitan, adjuntar la resolución de aniversario de decanato y la relación de alumnos matriculados en su facultad.
Tres días después, cerca de las 6:00 p.m., se apareció Marifé por detrás del jefe del comedor, sorprendiéndolo en el momento en que abría la puerta de su carro.
_ Hola, Abel. Perdón, perdón, quise decir licenciado Abel. Veo que ya se va, y justo hoy el profesor de estadística se extendió con su clase. Mañana tendré que regresar para presentar la solicitud de almuerzo.
_ No te preocupes, déjamelo y yo mañana lo veo.
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El jefecito del comedor no pudo evitar los ojos brillosos, mejillas sonrojadas y el alargamiento de sus labios, al momento de sonreír.
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22/07/2024En el marco de la 28° Feria Internacional del Libro de Lima (FIL), gracias a la librería Contragolpe, se llevará a cabo la presentación del libro Gaza ante la historia, del reconocido historiador Enzo Traverso. El evento se realizará el lunes 29 de julio, en el auditorio José María Arguedas, a las 3 p.m. La presentación del libro estará a cargo del politólogo Alberto Adrianzén y la artista Daniela Ortiz.
¿Es la destrucción de Gaza una consecuencia del ataque del 7 de octubre o el epílogo de un largo proceso de opresión y erradicación? ¿Tienen los palestinos derecho a resistirse a la ocupación? ¿Hablar de genocidio es antisemitismo? En Gaza ante la historia, Enzo Traverso, uno de los historiadores más autorizados de nuestro tiempo, va a la raíz del conflicto israelopalestino poniendo en cuestión la historia del conflicto y ofrece una interpretación crítica que da la vuelta a la perspectiva unilateral desde la que nos hemos acostumbrado a observar lo que ocurre en Gaza.
Se suele describir a Israel como una isla democrática en medio de un océano oscurantista y a Hamás como un ejército de bestias sedientas de sangre. La historia parece remontarse al siglo XIX, cuando Occidente perpetró genocidios coloniales en nombre de su misión civilizadora. Sus supuestos esenciales siguen siendo los mismos: civilización frente a barbarie, progreso frente a atraso. Junto a las declaraciones rituales sobre el derecho de Israel a defenderse, nadie menciona nunca el derecho de los palestinos a resistir una agresión que dura desde hace décadas. Pero si en nombre de la lucha contra el antisemitismo permitimos que se desate una guerra genocida serán nuestras propias orientaciones morales y políticas las que se vean empañadas, serán los supuestos de nuestra conciencia moral los que se verán socavados: la distinción entre el bien y el mal, el opresor y el oprimido, los perpetradores y las víctimas.
Fecha: lunes 29 de julio
Hora: 3 pm
Lugar: auditorio José María Arguedas de la FIL (Parque Próceres de la Independencia, Jesús María, alt. cd. 16 de av. Salaverry)
Presentan:
– Alberto Adrianzén
– Daniela Ortiz
Organiza: librería Contragolpe
Literatura
“Por Facebook”, un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea
Published
3 meses agoon
24/06/2024Por Giovanna Gutierrez Narrea
Te miro por el face y vienen a mí los años de esplendor al lado tuyo. Una relación amorosa de tres años: compartiendo anécdotas, viajando juntos, experimentando emociones, conociendo un poco de ingeniería mecánica y tú aprendiendo un poco más sobre el sistema de la lengua (tú en la UNI y yo en la UNE-Cantuta). Dé repente, tu ausencia se empezó a justificar porque tenías que estudiar para tus prácticas calificadas, luego los trabajos de grupo y, finalmente, tus exámenes parciales y finales. Un par de meses después me dijiste haber conocido a una chica (rubia superficial, por cierto, tez blanca, delgada, caderona y bien tarrajeada; la típica mujer por la que el 99.9 % de hombres pierden la cabeza). Enamoramiento que te duró menos de un año, puesto que tu nueva conquista terminó yéndose con un hombre, muchos años mayor que tú; interesante cargo en la política de la universidad y de atractiva billetera. Supongo que mi poco atrevimiento sexual y la falta de coquetería fueron en gran parte, también, las causas del enfriamiento sentimental, razones por las que terminaste conmigo.
Anoche vi a Javier -me contó Mary-. Pensé que eras tú la que estaba con mi primo (estos chicos no cambian, terminan y luego regresan -me dije-…). Yo estaba comprando salchipapas en la esquina de mi casa, cuando pasaron por detrás mío, y mi primo ni cuenta se dio, y al voltear miré a la chica, quien tenía tu misma estatura, el cabello negro y lacio como lo tienes tú, y de perfil muy parecido a ti (pudiendo tener una original, se buscó una copia), pero por la oscuridad no la pude ver con exactitud. Sin embargo, esa relación no le duró mucho tiempo, porque luego lo vi salir con su actual pareja, un poco feíta la nueva prima, pero es odontóloga. Ni modo amiga, será mi primo pero que se joda… Mejor estabas tú.
Aquí el cuento completo: https://cuentroversia.blogspot.com/2024/06/por-facebook-te-miro-por-el-face-y.html
Literatura
Invitación a comer un chaufa: el nuevo libro de Julio Barco
Lee la columna de Nicolas López-Pérez
Published
3 meses agoon
04/06/2024Por Nicolas López-Pérez
A la industria editorial en crisis: lo primero es tomar por sorpresa a la hegemonía con un ramo de dientes de león. Luego, al ver los rostros entre la confusión y el estupor, soplar con dulce violencia cada una de las partículas que componen la flor. Esa es la fuerza literaria de Julio Barco (1991), señoras y señores. El poeta de El Agustino que viste y calza. No me detendré en la identidad de qué género o de qué tipo es el último libro publicado. Lo cierto es que Chaufa es un homenaje a la opacidad de la palabra y el lenguaje. En sus páginas se narra, se ensaya, se canta, se baila y se come. Como si la literatura peruana y su estado actual fuese el tema de un banquete digno de Platón, una reunión que armoniza reflexión y sentimiento.
A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, huelga deciros que este libro es una incisión en las maneras de leer el insalvable abismo entre lo popular y lo culto; entre la periferia y el centro; entre el margen y el cuadro. Al mismo tiempo, su prosa nos muestra a un escritor audaz y resiliente ante el histórico vapuleo contra quien no tiene santos en la corte. Un escritor que se desenreda, como si fuera un ovillo de lana, para golpear la mesa y declarar una nueva profesión de fe literaria. Tal vez, señoras y señores de la industria editorial en crisis, la literatura que os presentáis es, a grandes rasgos, ominosamente homogénea y continúa a mostrarnos un Perú desconectado de sus bases. Puede que esta afirmación categórica se malinterprete, pero ante un mar de literatura pituca y aspiracional en que la finalidad es conmover o divertir con historias más o menos fascinantes, escribir desde las entrañas de nuestras ciudades es un ejercicio de resistencia y estrategia. Chaufa articula la palabra como un antídoto contra la apatía que vuestra literatura vierte sobre la clase trabajadora peruana.
En un hadiz islámico se lee que el estómago es el centro de todas las enfermedades. Desde ahí, una ética del cuidado de lo que se come. En el Perú, no obstante, todavía se habla de hambre; todavía hay poblaciones enteras donde escasea la comida y no solo por el aumento en el costo de la vida ni por la falta de empleos, sino por el individualismo y, además, la insuficiencia de las políticas públicas para llegar a cada rincón de una escandalosa, pero preciosa geografía. Recuerdo un dossier de 2018, publicado en Unidiversidad, una revista de pensamiento y cultura de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y titulado “Perú: los poemas del hambre”. Paolo de Lima, el compilador, enfatiza el hambre como tópico en los versos de un considerable número de autores. Y esos poemas y poetas no son los primeros que orbitan en torno a la comida, también obras como “Primicias de cocina peruana” (2005) de Rodolfo Hinostroza, “Comer en los mercados peruanos” (2019) de Mirko Lauer o incluso “Tratado de la yerbaluisa” (2012) de Enrique Verástegui son ejemplos del vínculo entre literatura y comida. El estómago se conecta con el corazón y el cerebro, ¿y ustedes señoras y señores de la industria editorial qué hacen al respecto con las problemáticas sociales de las mayorías? Una paradoja: Perú, potencia gastronómica a nivel mundial e incapaz de erradicar el hambre en su territorio.
Barco nos encuentra en el Chifa, aunque puede que otros platos que nos acomunan sean el ceviche o la salchipapa. Lo encomiable está en el imaginario popular que este escritor construye: precisamente, en ese punto en que todos los archivos se tocan y donde no originan una identidad que confronta los ánimos, sino una capaz de generar una potencia solidaria donde el Perú se construye con tradiciones, afectos y palabras. Barco apuesta, en definitiva, por un manifiesto que conjura un sentimiento social, bullendo desde un problema inmanente y trascendente: el sentido de seguir luchando juntos por un mejor Perú. A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, ¿cuántos libros tenéis que ingeniosamente pueden remecer a los sectores más populares? Una fuerte resistencia contra la literatura pequeño-burguesa, tanto como guiones que tienen éxito en Netflix y Hollywood. Barco escribe como se prepara un chaufa. Auguro que su lectura tendrá sabor a la simpleza y santidad de ese plato. Girados y apreciad la maestría del verbo. Chaufa es imperdible en este 2024 de las letras peruanas. Imperdible.
Literatura
“Controversia”, un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea
Un triangulo amoroso en medio de próximo casamiento.
Published
4 meses agoon
01/05/2024Por Giovanna Gutierrez Narrea
6:00 a.m. (riiin, riiin, riiin)
_ Aló
_ Hola, ¿eres Iván?
_ Sí, ¿quién habla?
_ Soy, José Carlos, el novio de karla.
_ ¿El novio de Karla? ¿Es una broma?
_ No es broma. Te llamo porque he visto en su celular que la llamas y le escribes, y quiero hacerte unas preguntas.
_ Uff…, está bien, pero antes respóndeme: ¿desde cuándo estás con ella y de dónde la conoces?
_ Estamos desde el 2022 y trabajamos juntos en la misma oficina.
_ Mmm…, bueno, pregúntame ahora.
_ Te preguntaba, ¿por qué la llamas tanto y escribes mensajes?
_ Lo hago, porque hasta donde yo sé, somos pareja, desde el 2022, también. En todo caso, creo que es a ella a quien le tendrías que preguntar.
_ Karla y yo nos vamos a casar. Así que, por favor, ya no te entrometas en mi relación.
_ Eso dícelo a ella. No soy yo quien está en falta.
_ No entiendo por qué me engañó contigo si a mi lado tiene amor, comprensión, detalles, sexo. Por favor, ya no la busques.
Lee el cuento completo aquí https://cuentroversia.blogspot.com/2024/05/alo-ivan-600-a.html
Literatura
23 de abril, Día Internacional del Libro, ¿por qué se celebra en esa fecha?
En ese día, a nivel mundial, también se conmemora el Derecho de Autor.
Published
5 meses agoon
23/04/2024Leer o no leer, he ahí el dilema. Cada 23 de abril el mundo celebra el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, una fecha que destaca la importancia de la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual.
Esta conmemoración encarna el esfuerzo colectivo por promover el libro como pilar fundamental de la cultura y el progreso social. Además, durante esta fecha, distintas organizaciones buscan instruir a las personas sobre los derechos de autor, fundamentales para asegurar que los creadores reciban el reconocimiento y los beneficios económicos por sus obras.
El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor tiene su origen en una iniciativa de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que se remonta a 1995.
La UNESCO promueve esta jornada no solo como un acto de celebración sino también como un llamado a la acción para que gobiernos, instituciones educativas, bibliotecas, grupos culturales, autores y editores trabajen de manera conjunta en pro de la difusión del libro y la defensa de la propiedad intelectual.
23 de abril, la fecha elegida
La elección de esta fecha se debe a varios acontecimientos históricos relacionados con la literatura que coinciden en este día. El 23 de abril de 1616 murieron tres grandes escritores: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega, aunque cabe mencionar que las fechas no son exactamente contemporáneas debido a la diferencia entre los calendarios juliano y gregoriano. Además, la fecha también coincide con el nacimiento o fallecimiento de otros destacados autores en diferentes años.
La celebración tiene como propósito principal incentivar a las personas a descubrir el placer de la lectura y respetar la invaluable contribución de los autores a la cultura y al progreso social.
La decisión de trasladar la Fiesta del Libro al 23 de abril de manera definitiva se tomó en España en 1930. La propuesta fue iniciativa del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, quien sugirió establecer una fecha específica para celebrar y fomentar la lectura entre el público de su país.
En 1995, después de varios años, la propuesta de la Unión Internacional de Editores, presentada por el gobierno de España a la Unesco, buscaba designar esa fecha como el Día del Libro a nivel global. El organismo especializado de las Naciones Unidas respondió rápidamente y aprobó la propuesta en el mismo año.
Actividades por el Día del Libro
Dentro de este marco festivo, la Alianza Francesa de Lima ya empezó a tejer una serie de eventos que se vienen desplegando desde el 13 y culminan este sábado 27 de abril en sus sedes de Miraflores, Jesús María y La Molina, marcando el inicio de las conmemoraciones.
La Alianza Francesa abrirá sus puertas en sus sedes de La Molina y Miraflores para acoger dos imperdibles ventas de libros de segunda mano. Estos eventos no solo presentan una excelente oportunidad para encontrar libros a precios inigualables, sino que también brindan la posibilidad de explorar una diversidad de géneros literarios. Con la promesa de hallazgos únicos y joyas escondidas entre sus estantes, estas ventas se convierten en el escenario perfecto para aquellos ávidos de aventuras literarias y tesoros ocultos.
Literatura
40 años de poesía y terquedad
Entrevista a Ángel Yzquierdo Duclós por Julio Barco
Published
5 meses agoon
23/04/2024By
Julio BarcoPor Julio Barco
Hace 40 años, Ángel Yzquierdo Duclós tomó la decisión más importante de su vida: dedicarse a vender libros en el Perú. Y no solo eso, sino a venderlos en la calle, y no en cualquier calle, sino en el mismo corazón de La Victoria, a unos metros de Gamarra, en la misma avenida Aviación. El poeta popular, cantautor de fina estirpe, promotor de la literatura peruana, entonces miembro de la ANEA, no se imaginaba que los siguientes años viviría, a puro esfuerzo, de la venta de libros y sus derivados. Esta es la historia de una pasión desesperada, pero también de un ejemplo para todos los pesimistas ilustrados.
1.Ángel, celebramos contigo, estos cuarenta años de entrega a la cultura del libro en el Perú, ¿qué significa para tu este casi medio siglo?
Hasta ahora no me he puesto a pensar, ah… yo vine acá solamente para ver si podía hacer un vals, una canción, un poema, un cuento. Ya pasaron 40 años, pero todavía no los he culminado. A lo mejor sí, pero en estos cuarenta años me sorprende descubrir que este sitio sigue siendo mágico. De tal forma, uno viene a diferentes sitios de Lima, pero algo me decía que acá estaba mi futuro no en dinero, porque en dinero podíamos hacerlo en otra parte, pero acá sucedía algo extraño, pero positivamente hablando. Así que hace tres (o dos años) me di cuenta de que habían pasado cuarenta años, y me siento contento conmigo mismo, como si fuera el primer día que empecé a vender libros en esta calle, entre la Avenida Aviación y con 28 de Julio. Un primero de abril de 1984.
En recientes encuestas, observamos que nuestra sociedad no consume más de cinco libros al año. En ese sentido, ¿cómo ves actualmente la realidad del libro en el Perú?
¿Eso es antes del celular o después del celular?
Después del celular…
Si antes del celular la gente leía poco, y como decía San Agustín, de lo poco, poco. Pero, no, es una mentira. Si nadie lee en el Perú entonces cómo me explicas que hay infinidades de editoriales, cómo me explicas, por ejemplo, que una sola obra alrededor del país lo masifiquen por dos mil, tres mil ejemplares; y los pongan como gancho en el Plan Lector. La gente lee, uno por obligación hablando en términos escolares, y hay que ser realista ahora es menos, pero siempre hay ese batallón humano que muere en su ley, que se desespera por los libros. O sea, hay pocos, por el celular disminuyó bastante, en el término escolar, universitario; pero realmente hay un buen ejercito humano que lee. Por ejemplo, tú lees, tú devoras libros y tienes una computadora en tu cerebro- Así como tú hay chicos que vienen y se alegran cuando viene, papá mira ese libro…Qué bacán, ¿no? Y su mamá y su papá le compran con cariño su libro, caray, y son pocos, escasos. Hay que ser bien tercos para seguir trabajando como librero, te das cuenta. Yo puedo poner otra chamba y ganar mil veces más que como librero, pero… me gusta pues. Además, los libros mientras yo todavía esté con vida, todavía van a seguir existiendo. ¿Por qué? ¿Qué es mejor? ¿Hacer el amor en la pantalla o en persona? Así es el libro con uno. Tú lo ves, tú lo palpas, sientes su vibra. Yo no sé qué conclusiones podrás sacar.
3.Al margen de tu faceta de librero legendario, sabemos que tú gran pasión es la escritura, de versos y valses, ¿Cuándo los lectores conoceremos tu hasta la fecha inédito poemario Albatros de la Esperanza?
Yo quisiera que sea este año, pero es bien difícil. Primero porque yo quiero hacer una edición de cincuenta mil ejemplares. Todos dicen que es una obra pero, ¿qué son cincuenta mil ejemplares para todo el país? Somos como veinte millones de lectores, te das cuenta… Yo quisiera imprimirlos, creo, pero económicamente hablando, no puedo… no puedo… yo quisiera publicarlo, pero como no he podido publicar mi libro Albatros en pleno campo de Agramante, y el otro que tú sabes, Pequeña garua del cielo limeño…lo pude publicar. Uno ya esperaba listo para publicarlo, mil ejemplares… pero quinientas ejemplares son de los amigos nomás. Si yo he rechazado la portada de los mil ejemplares. He roto las portadas. Y a ti te consta. Yo he pedido por mi libro tres mil dólares, porque con eso se iba a hacer una especie de ONG, con el auspicio de la Cachina peruana podíamos publicar más de cien poetas, escritores, de Piura, Tumbes, Ayacucho… O sea, nuestro país es rico en literatura, en narrativa. Yo quizá me muera y sin publicar, piña pues, pero estoy contento conmigo mismo. Ya si Dios quiere, si la doña dama me sorprende, están mis amigos que van a publicar mi obra póstumamente. Ya hay proyectos empaquetados para que vayan a la casa y simplemente después los editen. Ahora, ¡mis canciones! Quizás también me vaya de este mundo y lamente, valga la redundancia, que después de muerto me conozcan como compositor. Yo estoy contento conmigo mismo. Me voy a cualquier parte del Perú y recorro las pistas y comienzo a cantar mis propias canciones y es un placer de la putamadre, ¿no?
Ángel, el futuro es ahora: ¿Qué le dirías a los chibolos de nuestro país, lo que sueñan con los universos de los libros?
Pueden estar pegados a los celulares, porque es un buen material de información. Pero nuestros libros son como nuestros perritos fieles: los puedes tirar, abandonar, pero llega un momento donde ese libro te va a ser un bálsamo para ese día. Porque tu ánimo va a estar de acuerdo a lo ya escrito. Por más que venga la tecnología puedes tener tu libro en un rincón de cuatro paredes, hay que amar a los libros. Gracias a los libros estamos acá.
Vendes libros en una zona empapada de comercio textil y alimenticio, ¿Cuánto te ha costado mantenerte durante tantos años?
¿Qué es mantenerse en este rico oficio? ¿Cuánto me ha costado? Me ha costado. Yo he mantenido esto. La venta de libros. Mi función como librero me ha mantenido a mí. Recuerda ese poema El buen samaritano. Ya. Tuve un amigo que generosamente me ayudaba a cubrir los gastos que la poesía demanda placer dinero tiempo y dinero para compartirlo a los demás gracias a este negocio pude estilizar algunos textos. Y he sido monstruo en ventas. He sido varias veces vendedor de artefactos eléctricos en los setentas… Desde 1976, como tú que te enamoras y haces unas cuantas letras, sin pensar en tu puta vida que con el tiempo se iba a convertir en un oficio. Y me convertí en poeta y me convertí en compositor. Yo me voy a morir y estoy alegre conmigo mismo, pero eso no sirve como conformismo, sino que también hay que seguir sacándole jugo a la vida. Por eso, en un poema digo, hazte amigo de la muerte; por eso, cuando te vea simplemente te dé una oportunidad.
Gracias Ángel.
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